martes, 20 de marzo de 2012

ANNA


Anna era una adolescente curiosa, lo primero que te llamaba la atención de su físico era lo flaca y lo alta que resultaba para su edad,   luego te fijabas en su cara redonda y sus preciosos ojos verdes que te hipnotizaban,  su pelo negro y corto, como si fuera un chico y una sonrisa permanente que eran un torrente de frescor, a su lado no parecia que todo fuera tan malo.   Las vicisitudes por las que había pasado en los últimos meses la habían hecho madurar, hasta el punto que me resultaba difícil verla como una adolescente y muchas veces a trataba como a una adulta.

Llevábamos varias semanass juntos, al principio su desconfianza sobre mis intenciones la hizo reticente a relacionarse conmigo, pero conforme fue cogiendo confianza, empezó a abrirse y entablamos una buena amistad.   Luego, imagino que por la soledad pensó que había algo más entre nosotros y empezó a tontear para conquistarmeA pesar de mi rechazo continuo, ella provocaba contactos y rozamientos conmigo a la menor ocasion.  Sus insinuaciones eran cada vez mas frecuentes, ya no tenía ningún pudor y aprovechaba la más mínima ocasión para desnudarse delante de mí y provocarme.  Yo cada vez lo pasaba peor,  veíendo esas pequeñas y redondas tetitas que empezaban a florecer y ese perfecto pubis casi imberbe, tenía una erección continua.  Ella lo sabía y me ponía a prueba constantemente, lo que para mi era una tortura.

Un día, como de costumbre me  dispuse a cazar algo de comida, era una zona donde abundaban los conejos así que pare la autocaravana, cargué una escopeta y me puse a andar.  Anna se empeño en venir conmigo,  aunque para cazar era un estorbo, su charla constante y su risa me gustaba, me hacia sentir bien, así que la lleve.  No tarde en arrepentirme, el ruido que generaba hacia imposible sorprender a cualquier animal, incluso fingió tropezar y lastimarse el pie para que yo la llevara en brazos, lo cual aprovecho para incitarme, amarrándose fuertemente a mi., al final me intento besar y termino en el suelo de culo.

Cuando ya había dado por perdida la mañana y volvíamos a la caravana, oí el ruido de unos vehículos que se acercaban.   Anna y yo nos tumbamos detrás de un montículo para que no nos vieran.   Un camión militar paro a unos 100 m. de nosotros, era un camión  de transporte de tropas,  bajaron dos soldados y abrieron la puerta trasera.   Empezaron a descender civiles, hombres mujeres y niños fueron bajando poco a poco, en total una veintena, los soldados les ordenaron esperar y ellos formaron grupos.   Algunos aprovecharon para hacer sus necesidades, otros para charlar y uno  se puso a recoger hierbas y luego se lío un cigarro relajadamente.  

Pasaba el tiempo y como no ocurría nada, Anna aprovechó para manosearme, empezó acariciándome la espalda, lo cual me produjo un cosquilleo en todo el cuerpo, luego empezó a acariciarme mas abajo, una nueva ereccionComo yo no quería que la cosa fuera a mas, decidí que era el momento de salir y presentarse.   Pero justo antes de levantarnos apareció otro vehículo,  un Hummer militar.

Del nuevo vehículo bajaron un grupo de seis soldados y tras una breve conversación con los militares del camión, llamaron a los civiles.   Los civiles se agruparon delante de los militares esperando instrucciones.  Entonces los soldados levantaron sus armas y empezaron a disparar a bocajarro a los civiles.  Los acribillaron a balazos, hombres, mujeres y niños, les daba igual.  Anna iba a gritar, yo reaccione rápido y la tape la boca, un grito en esos momentos nos hubiera metido en un buen lío.    Cuando volví a mirar todos los civiles estaban abatidos y los militares los robaban sus pertenencias, se estaban repartiendo sus enseres.    Habían pasado de proteger a la población civil a saquearla.  Cuando terminaron montaron en los dos vehículos y se marcharon.

Anna y yo nos levantamos y corrimos hacia los desafortunados con la esperanza de encontrar alguno vivo.   Al mismo tiempo empezaron a aparecer zombis atraídos por el tiroteo y por el olor a sangre fresca.  Fuera como fuera ya no podíamos hacer nada y permanecer alli era muy arriesgado, así que la agarre del brazo y dimos media vuelta a pesar de su disgusto.  

El resto de la tarde y de la noche no dijo nada, tan solo soltó alguna lágrima.    Afortunadamente igual que supero el  periodo en el que estuvo cautiva, yo esperaba seguro que también olvidara el episodio de hoy y pronto volviera a ser la chica risueña y alegre de días atrás.

Al día siguiente cuando emprendimos camino, me contó que a ella le paso algo parecido,  confiaron en un grupo de militares que los traicionaron y en su caso acabo vendida como esclava.   No había terminado de contármelo cuando pasado un cambio de rasante apareció un control militar que nos cortaba el pasoEmpecé a reducir la velocidad y mire a Anna que se había puesto a temblar, intente tranquilizarla, la cogí de la mano y la dije que no iba a pasar nada, que se tranquilizara y se comportara con normalidad.

No pude disimular mi cara de ocho cuando vi que los militares que nos estaban dando el alto, eran los mismos que el día anterior habían disparado contra los civiles indefensos.

-     Buenos días, donde se dirigen – Nos pregunto uno de los soldados al tiempo que nos saludaba llevándose la mano al casco.
-     Dos dirigimos hacia el refugio de Atenas, hay algún problema – Le conteste fingiendo ignorancia.
-     Hay muchos zombis en la zona y es muy peligroso, tenemos orden de proteger a los civiles que encontremos, por favor bajen del coche – obedecimos, intentando no levantar sospechas.
Bajamos de la autocaravana con aparente tranquilidad, nuestra mejor baza era que no nos consideraran una amenaza y se confiaran, eso nos daría la oportunidad.   Solo habia cuatro de los doce que vimos el dia anterior.

Dos de ellos nos interrogaban, otros dos registraban la caravana, fue entonces cuando uno de los tipos abrió el armario y se encontró mi pequeño tesoro y el arsenal.   En unos segundos los tenía a todos los soldados reunidos en el interior del vehículo, felices por el tesoro que habían encontrado.   Le hice una seña a Anna para que se colocara detrás mía, poco a poco los dos fuimos retrocediendo alejándonos de la autocaravana y cuando calcule que la distancia era segura saque el detonador del bolsillo y pulse el interruptor.

 La explosión genero una gran llamarada que por uno segundo nos envolvió en un infierno de calor mientras el auto volaba a varios metros de altura, cuando estaba a unos tres metros de altitud una segunda explosión la destrozo dejando una lluvia de fuego y piezas metálicas sobre nuestras cabezas.  Cuando levante la cabeza estaba  todo en llamas y de los soldados solo pude distinguir trozos  informes totalmente calcinados.

Anna estaba acurrucada hecha un buruño, la levante del suelo y la abrace.  Ella me miro y advirtió una serie de pequeñas quemaduras en mi ropa que rápidamente se apresuro a curar.

-     Solo son unas pequeñas quemaduras, no te preocupes, ahora es mas importante escapar antes de que se acerquen sus compañeros o los zombis de la zona. -  Ella asintió con la cabeza y ambos nos alejamos corriendo tanto como pudimos.

Tras alejarnos unos kilómetros encontramos una ermita, la puerta estaba cerrada con un candado, lo abrimos y entramos, apenas tenia unos pocos metros, cuatro bancos y la imagen de una virgen.     Deje a Anna en el interior descansando y salí a cazar algo.  Cuando volví con una musaraña, ella estaba dormida en un rincón, estaba temblando así que hice una pequeña hoguera a su lado.   Mientras despellejaba la musaraña observaba su rostro y su cuerpo semidesnudo iluminado por la hoguera, aunque la había estado evitando, la verdad es que Anna  me ponía.   Metí la mano dentro del pantalón y empecé a masturbarme mirándola, de repente abrió los ojos, yo tan rápido como pude saque la mano del pantalón, era tarde, ella miraba fijamente mi entrepierna con cara de asombro. 

- ¿Entonces si que te gusto? - dijo llena de satisfaccion.

  Intente disimular y la pregunte.

-     ¿Tienes hambre? Por fin te has despertado. –  dije bajando la cabeza y moviendo la musaraña en el fuego nervioso.

Ella no me contesto, se levanto y se acerco a mi, se arrodillo delante de mi y me desabrocho el pantalón, mi verga salió al exterior grande y erecta,  pensaba que me iba a estallar, Anna me la sujeto entre sus manos y empezó a acariciarla.   Mi cabeza me decía que parase pero mi cuerpo no obedecía, estaba entregado y el tamaño de mi polla había crecido exponencialmente entre sus manos.  Estaba a punto de correrme cuando ella se la introdujo entera en su boca, un chorro de semen salió disparado dentro de su boca, otro chorro hacia su cara y las ultimas gotas sobre sus tetitas.

-     Si que estaba cargada - Me dijo con la boca y la cara llena de semen.

Yo no la conteste, había dado el paso y no había vuelta atrás,  la limpie la cara, luego mis manos la quitaron la poca ropa que llevaba, hasta que su tierno cuerpo quedo totalmente desnudo e iluminado por la hoguera.

-     ¿Eres virgen? – pregunte y ella negó con la cabeza. - ¿Quieres que pare? – volvi a preguntar y ella volvió a negar.

Avanzo un paso y subió sobre mi colocándose en la postura de la medusa,  tenia  las piernas totalmente abiertas encima mía,  quedando su pubis y mi pene en contacto.  Empecé a besarla el cuello, sus  pezones se pusieron erectos, rozando con mi pecho, mientras ella empezó un frotarse cada vez con más fuerza, estaba muy húmeda.  La agarre del culito y la apreté contra mi, notando como mi verga penetraba en su interior,  lo tenia muy estrecho y caliente, emitió un quejido, yo hice ademán de salir, pero ella me abrazo clavándome sus uñas en mi espalda y provocando que se la introdujera mas adentro. – Por favor no la saques ahora, me gusta mucho – me dijo con las voz entrecortada y sonrojada.   Dos apretones mas y ella se corrío momento en el que se puso a gritar en estado de éxtasis. – Más por favor, necesito más -.   La complací como ella me pidió estuvimos follando el resto de la noche, no recuerdo cual de los dos fue el que tuvo mas orgasmos, cuando acabamos cenamos la musaraña y dormimos placidamente hasta el día siguiente.

Por la mañana, Anna estaba desnuda calentando en las brasas lo que había quedado de la musaraña de la noche anterior,  yo disfrutaba de la vista.  Hasta que un ruido en el exterior nos puso en alerta.   Anna apresuradamente se vestío, yo cogí mi cuchillo y me aposte trás la puerta, si se trataba de zombis podríamos defendernos, si se trataba de los militares, con las armas que teníamos lo llevábamos clarinete.

Abrieron la puerta y vimos la silueta de tres personas a trasluz,  el primero era un hombre de unos cincuenta años, llevaban una escopeta  pero no vestía uniforme militar,  luego la que debía ser su mujer y por ultimo un chico joven, de unos veinte años, también portaba escopeta.

-     ¿Quién anda hay dentro? – pregunto el hombre mayor apuntando a Anna.
-     Lamolevk, Ivan Lamolevk, ella es Anna – Dije señalándola – Estamos de paso – levantamos los brazos y salimos al exterior.
-     No hace falta que levanten los brazos, no son prisioneros, esta es mi mujer Manuela y ese mi hijo Luis, mi nombre es Privo – según se presentaban, bajaban las escopetas lo cual me tranquilo bastante.

Se trataba de una familia que vivía en una pequeña finca cercana, con un huerto y unos cuantos animales que les daba apenas para subsistir a ellos únicamente.    Los domingos (yo no tenia idea de que fuera domingo) se acercaban a la ermita a rezar.

Nos invitaron a descansar uno o dos días en su casa, que era lo máximo que podían permitirse. De camino les contamos el rescate de Anna y el episodio con los militares.    Anna enseguida hizo muy buenas migas con la mujer, su carácter abierto y extrovertido, la hacían de trato fácil.  El chico joven cerraba el grupo y no le quitaba los ojos de encima a Anna, no me extraña, para ese chico ella debía ser poco menos que sus plegarias hechas realidad.

Ya en la cena Anna había notado el interés del chico por ella y ella no paraba de tontear con el, debía ir en su naturaleza, yo sentía algo extraño en el interior, no se si eran celos o simplemente la había cogido cariño y rechaza la idea de separarnos.   Sea como fuere el sonido de la alarma en el perímetro de la finca, nos sobresalto y me saco de mi comedura de tarro.  Nos asomamos por la ventana y vimos a un zombi caminar hacia la casa. 

-     No me explico como a podido pasar la alambrada – dijo Privo corriendo a por la escopeta.
-     Yo me ocupare de él, padre – dijo el chico, intentando hacerse el gallito delante de Anna.
-     Esta bien, pero ten cuidado -  le contesto a la par que se apostaba en una de las ventanas atento a cualquier eventualidad.

El chico cogió su escopeta y salió al exterior, la levanto y apunto al zombi, cuando estaba a unos diez metros disparo, acertándole de pleno en la cabeza.   Los sexos del podrido saltaron por los aires y cayo de bruces delante del chico.  Cuando Privo y yo salimos al exterior nos encontramos al chico leyendo un papel que el zombi llevaba colgado del cuello.

No deseamos haceros daño, entregarnos al responsable de la muerte de nuestros camaradas y nadie saldrá herido.   Si dentro de 24 horas no ha salido el culpable desarmado con los brazos en alto, no será un zombi si no cientos los que os visitaran.

Durante horas estuvimos discutiendo nuestras opciones, lo de los zombis no era un farol, yo ya había visto como un grupo de hombres pastoreaba a los zombis para atacar un pueblo, utilizando cebos humanos.  No me parecía justo el lío en el que había metido a esta familia y me ofrecí a salir.  Pero tantas veces como quise salir tantas veces como me lo impidieron.   Llegados a este punto la única opción era tomar la iniciativa.   

Primero preparamos la defensa de la finca,  tapando puertas y ventanas con muebles y creando un perímetro de gasolina para crear un muro de fuego que no pudieran atravesar.   Luego me prepare para una de las cosas que hacia mucho tiempo que no hacia, pero que se me daban extremadamente bien durante el tiempo que estuve en la Spetsnaz, “cazar hombres” Mono negro, linterna, cuerda, P-99 y Fairbairn, no necesitaba mas.

Privo sabia que la avalancha zombi se podía producir en cualquier momento sobre la casa y habían preparado un túnel que iba desde la casa hasta el principio del bosque, era un túnel de unos 500 m. una labor de chinos.    Salí por el túnel a la caza de esa gentuza, tenia claro que estarían cerca, vigilando la casa.   Primera hice una inspección rápida y silenciosa  para localizar su posición y establecer un plan de acción.  Localice a tres de ellos vigilando la casa, uno al norte detrás de un muro, otro al sur en un árbol y un tercero al este, cerca del cobertizo.   Luego al oeste esperando en la puerta principal había un grupo de otros tres hombres esperando junto a dos Hummer. 

Los tres hombres que estaban vigilando los elimine con relativa facilidad, uno a uno, utilizando el procedimiento estándar,  acercamiento sigiloso por la espalda y cuchillo en la carótida hasta dentro, 3 segundos exactos tardaban en morir, ninguno fue capaz de verme ni de alertar a los demás. 

El grupo de la puerta pensé que me iba a dar mas problemas, pero me facilitaron las cosas cuando el primero de ellos se alejo a mear, separándose de los compañeros, el pobre murió con la polla fuera.   Con los otros dos no tuve ni que acercarme, cada uno recibió un tiro en la cabeza a una distancia de unos 10 metros,

Me disponía a volver a la finca cuando escuche el ruido de un vehículo acercándose,  me acerque a la carretera y lo que me temía estaba a punto de materializarse.    Por la carretera se acercaba una furgoneta con todas las luces encendidas y un equipo de música sonando al máximo de volumen, era un tema de Iron Maiden.   Atados y casi a rastras en la parte posterior estaban dos personas moribundas y detrás a pocos metros la horda, cientos de podridos seguían a la furgoneta como si fuera una macabra procesión, unos corriendo, otros andando y otros arrastrándose,  todo el largo y ancho de la carretera debía estar infectada de zombis que irían llegando durante días o incluso semanas a la casa.

  La única solución que paso por mi cabeza  era que la furgoneta pasara de largo y siguiera camino para alejarlos de la zona.

Corrí carretera abajo hacia la furgoneta, conforme me acercaba pude ver a las dos personas que había en la cabina mirándome atónitos, sin entender quien era yo y que hacia corriendo hacia ellos.  Yo contaba con la ventaja de que ellos no podían parar ni desviarse de su camino.    Entonces el que ejercía de copiloto se asomo por la ventanilla con un M-16 y empezó a dispararme.    Yo apunte con la pistola mientras corría y le devolví el fuego, era una ruleta rusa, cualquiera de los dos podía acertar.    No se si por suerte o por puntería  yo le di primero y el tipo del M-16 quedo seco en su asiento. 

 Cuando alcance la cabina, el que conducía saco una pistola y me disparo; para esquivarla me tire al suelo y por poco no me aplastaron las ruedas,  desde el suelo levante la mano y dispare a la posición del conductor sin mirar, confiando en que continuara mi buena suerte.    El tipo dejo de disparar y la furgoneta hizo un cambio de sentido abandonado la carretera, metiéndose  campo a través.   Yo salte dentro de la cabina, uno de mis disparos le había dado en el tórax y el tipo sangraba como un cerdo encima de su compañero muerto.

Cogí el volante de la furgoneta apartando al tipo como pude, mire por el retrovisor, una legión de zombis ahora seguían la furgoneta campo a través.   Me sentía como el flautista de Hamelin encabezando una plaga.    Mientras conducía pensaba que haría dentro de unos pocos kilómetros, cuando se agotara la gasolina.  Yo podía correr mucho y rápido, pero ellos seguirían mi rastro incansables hasta que yo no pudiera más.   Eso si antes la furgoneta no se quedaba metida en una zanja o se caía por un barranco.  Cualquier cosa era posible en mitad del campo y de la noche.  Quizás eso fuera lo mejor, que todos acabáramos en el fondo de algún barranco.  

Trate de tranquilizarme y pensar, como podía acabar con ellos, quizás con fuego, quemando el bosque e intentando atravesarlo, no, era demasiado arriesgado e imposible cogerlos a todos.   Entonces la suerte se puso de mi lado y me tope con un río.   Los ojos se me iluminaron, solo hacia falta buscar un sitio suficientemente profundo para que los zombis no pudieran cruzarlo y la corriente se ocuparía del resto.

Quizás no eligiera el mejor sitio, pero acuciado por la falta de gasolina, la oscuridad y los podridos,  me introduje en el río por donde pude.  En cuanto el agua entro en el carburador la furgoneta murió.    Yo nadé hacia la zona mas profunda, durante muchos minutos estuve aguantando en mitad del río viendo como los zombis que intentaban llegar a mi eran arrastrados río abajo.   Cuando no pude aguantar más, nadé hacia la orilla contraria, salí del agua con síntomas de hipotermia y camine desnudo en la oscuridad.

Al amanecer por fin divise la finca, estaba helado, cansado y hambriento, llegue por el sur, allí seguía el tipo al que había clavado el cuchillo en la carótida, colgado del árbol, un hijo puta menos, pensé.  Llevaba unos prismáticos colgados del cuello, que por las prisas no cogí la noche anterior, se los quite, podían ser muy útiles.   Mire hacia la finca y vi como todos estaban en el exterior.  Luego Privo volvía a la casa y Anna y Luis se dirigían al granero, entonces ella se abalanzaba sobre el y empezaba a besarlo, yo baje los prismáticos, no me lo podía creer,  no por el hecho de que se gustaran, ya que los dos eran jóvenes y era lógica la atracción, si no por la rapidez, solo habia pasado un dia desde que folló conmigo y aprovechando mi ausencia se liaba con el Luisito.   Volví a levantar los prismáticos, seguían besándose como colegiales (en el fondo lo eran),  por un momento pensé en bajar y echarles un rapapolvo a ambos, luego decidí que lo mejor era poner tierra de por medio. 

    Baje al militar del árbol y le cogí prestado su uniforme mimetizado y su equipo de combate.   Cuando termine de vestirme volví a echar una última ojeada con los prismáticos a Anna para guardar una imagen metal de su belleza.     Estaban desnudos, haciendo un sesenta y nueve, - joder con los niños – pensé flipando.  Guarde los prismáticos, monte en un Hummer poniendo tierra de por medio.

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