lunes, 16 de abril de 2012

LA CARRERA DE BORNHOLM


Avanzábamos por encima de las olas rápidamente, una barcaza nos transportaba desde Ystad, en Suecia, hacia la isla de Bornholm en Dinamarca. Era una isla grande, de 588 Km2, y cerca de 40.000 deambulantes. 
Estoy en la barcaza con 10 hombres más. Todos igual de necesitados que yo, todos buscamos el premio, unos para conseguir comida, otros medicamentos, armás, etc.   En mi caso necesito ganar esta carrera para conseguir un barco. Ese fue el trato con las mafias locales, yo ganaba la carrera y ellos me proporcionaban un pequeño velero con el que llegar a casa.
La carrera consistía en recorrer las cuatro iglesias circulares de los templarios que hay en la isla y encontrar las cuatro reliquias sagradas que se guardaban en cada una de ellas.
El corredor que después de 24h llegara al castillo de Hammershus en el extremo noroeste de la isla con mayor numero de reliquias vencería.   
Para mas inri, antes de embarcar, aposté lo poco que tenia por mi victoria.
Mientras navegamos hacia el puerto de Ronne, donde nos iban a desembarcar, aproveche para examinar al resto de los corredores.  De los nueve rivales, la mitad no creo que aguantasen vivos más de una hora en la isla, demásiado jóvenes o demásiado viejos para esta carrera.  Tan solo un par de ellos podían ser rivales y crearme problemás, eran dos tipos bajitos pero muy corpulentos, con pinta de luchadores curtidos en mil peleas. 
Del primero, que se encontraba delante mío, llamaba la atención la cantidad de cicatrices que decoraban su cara.  Había otro más cerca de popa que era calvo con tatuajes por todo el cuerpo y cara de pocos amigos.   En principio tenia claro que tomaría un rumbo diferente a ellos y quizás los podridos  me hicieran el favor de encargarse de ellos.
Poco a poco se fue haciendo visible el puerto de Ronne, y la barcaza redució la velocidad para entrar silenciosamente en el puerto.  Los muelles a rebosar de zombis.  Muchos caían al agua intentando atraparnos y veíamos como después de chapotear un rato terminaban hundiéndose.   
Al final el tipo que manejaba la barcaza paro en mitad del puerto y grito.
-     Fin de viaje,  podéis saltar –  todos le mirábamos estupefactos.
-     ¿Estas loco?, estamos muy lejos del muelle y el agua esta llena de zombis. -  Le contesto un hombre viejo y delgado que no tenia pinta ni de saber nadar.
-     Vosotros si que estáis locos, si pensáis que me voy a acercar más a una de esas dársenas. -  Al terminar de decir la frase el tipo saco un revolver – Es la última vez que lo digo, ¡Todos al agua¡ - Apunto con el revolver al viejo.
-     Mi hijo y yo no sabemos nadar, moriríamos!! – Replico el viejo señalando a un chico joven que había a su lado y encarándose con el tipo del revolver.
El tipo del revolver le miro despectivamente y disparo,  sin piedad.  Del pecho del viejo empezaron a brotar borbotones de sangre y cayo boca arriba junto a su hijo.
-     ¿Alguien más se niega a saltar de la barcaza? – gritaba mientras apuntaba a los que le mirábamos con semblante desafiante.
Poco a poco todos se fueron quitando la ropa y saltando al agua, yo espere a ver que rumbo tomaban mis rivales para nadar en dirección contraria.  Salté al agua con la ropa y el calzado metido en una bolsa que llevaba al cuello. Mi  intención era nadar hacia el sur. 
Eche una última mirada a la barcaza, en ella solo quedaba el hijo del viejo que estaba a punto de saltar sin siquiera quitarse la ropa, estaba condenado a ahogarse.    Empecé a nadar a braza con cuidado de no toparme con algún zombi cuando a mi espalda el chapoteo del chico capto mi atención, mi cabeza decía que le olvidara y nadara, pero mi escasa conciencia venció y di media vuelta. 
Cuando llegue a la altura del chico ya no se le veía, estaba hundido bajo el agua, tome aire y buceé hasta que vi una sombra, no estaba seguro de que fuera el chico, podía ser un podrido de los que se habían caído anteriormente al agua, pero me arriesgue y le enganche del cuello sacándolo a la superficie. 
Como pude lo arrastre hasta una caseta de piraguas del muelle, a estas alturas afortunadamente los zombis estaban entretenidos persiguiendo a los corredores que habían salido del agua antes que nosotros.     Metí al chico dentro de la caseta, era pequeña pero segura.
Tras una inspección rápida para asegurarme que no había sorpresas desagradables, le realice el boca a boca y saqué el agua de su tripa. Después de unos minutos empezó a dar arcadas y a respirar, se podía considerar que dadas las circunstancias había vuelto a nacer.   Puse mi ropa a secar encima de una piragua y cuando me disponía a hacer lo mismo con la del chico, me lleve una curiosa sorpresa, no era un joven, sino una chica disfrazada de chico.  Ahí tenía delante mía dos hermosas y redondas tetas blanquitas.  Le baje el pantalón y quedo desnuda estirada en el suelo, efectivamente era una chica, además con un cuerpo delgado y apetitoso. La pena era el pelo de la cabeza tan corto, supe que era morena por su vello púbico,  entonces empezó a tiritar de frío, así que me vi en la obligación de abrazarla contra mí,  darla calor corporal. Me acurruqué con ella y puse una lona de una piragua encima nuestra, hasta que dejo de temblar y se durmió.
- Despierta!! llevas durmiendo dos horas y si no te levantas ¡ya! te vas a quedar aquí sola. -   La zarandee para despertarla, no quería perder más tiempo.
- ¿Quién eres? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde esta mi padre? y ¿Por qué estoy desnuda? -  Me soltó la batería de preguntas escondiéndose tras la lona y refugiándose en un rincón de la caseta.
- A tu padre le pegaron un tiro en la barcaza. ¿No lo recuerdas?, yo te saque del agua y te he traído a tierra, mi nombre es Ivan, ahora es necesario marcharse o nos encontraran los zombis y además perderé la carrera. – Sus bonitos ojos azules se  llenaron de lágrimás mientras yo la daba su ropa para que se vistiera.
Mientras se ponía su ropa intente mirar hacia otro lado para no incomodarla pero los ojos se me iban constantemente hacia ella, la belleza del cuerpo femenino siempre había sido una de mis debilidades y este era uno de los más perfectos.
 Cuando termino de vestirse se acerco a mí y me dijo.
- Gracias, me has salvado la vida, mi nombre es Sabine, soy de Berlín.-  me estrecho la mano intentando comportarse con serenidad.
Poco después salimos de la caseta, le advertí que yo correría todo lo que pudiera y que no entraba en mis planes parar a ayudarla.   Teníamos una distancia de cerca de 200 m hasta salir del puerto.  En el trayecto había un grupo de zombis alrededor de un cuerpo, devorándolo,  seguramente uno de los corredores que no había tenido fortuna.    Andamos despacio y sin hacer ruido intentando pasar desapercibidos, hasta que uno de los infectados giro la cabeza y se nos quedo mirando fijamente.
-     ¡Corre! - le grite a Sabine.
Ambos corrimos sin mirar atrás, mientras huíamos, escuchábamos los gritos de los podridos al avanzar hacia nosotros.  
Salimos del puerto y tome dirección a las primeras casas, donde seria más fácil esconderse o despistarlos.  Pero las casas también estaban llenas de zombis, además en estado de alerta por el jaleo que habían armado los que habían ido saliendo a nuestro paso.    La situación estaba fea, con zombis a la espalda y delante de nosotros, el agua era la única solución para mí, pero no para Sabine.  
Tenía pocos segundos para tomar una decisión, luchar o dejarla a su suerte saltando al agua.   En esa situación muchos hubieran buscado en el cielo la respuesta, yo, la encontré en el suelo.
Afortunadamente la tapa de aquella alcantarilla fue fácil de levantar y ambos nos introdujimos dentro antes de la horda nos alcanzara.   Era pronto para cantar victoria, estábamos en una alcantarilla oscura por donde fluía el agua en dirección al mar, lo cual no era una gran opción, había que arriesgarse y adentrarse hacia el interior.
  Agarre a Sabine de la mano y empezamos a andar túnel adentro. A oscuras, cada metro que recorríamos se hacia eterno.
De repente el silencio se rompió, un grupo de ratas nos paso entre los pies huyendo de algo.   Detrás apareció una sombra, lo que me temía, un zombie gateando detrás de las ratas,  no lo pude ver hasta tenerlo prácticamente encima.  Instintivamente le di una patada en la cabeza que impacto con una pared, del cráneo del zombie supuro un líquido negro y espeso, después de unos segundos de convulsiones quedo inmóvil.
-     Es mejor que salgamos de las alcantarillas lo antes posible, la próxima vez puede que no tengamos tanta suerte – La dije a Sabine indicando con la mano a una pequeña esclusa por la que entraba luz unos metros más adelante.
Levante un poco la tapa de la alcantarilla, lo suficiente para ojear si había algún podrido cerca y salimos a una gran rotonda, estaba despejada, con dos estaciones de servicio vacías, aparentemente abandonadas, una de STATOIL y otra de SHELL, cogí a Sabine de la mano y la lleve al interior de la primera. 
Como era lógico estaba vacía, totalmente saqueada, fuimos a la segunda el esperando tener más suerte pero lo único que había era una puerta cerrada con un podrido golpeándola al otro lado.   Busque por el suelo de la tienda y encontré una botella de vino vacía, le pedí a Sabine que me esperara en la puerta por si había que salir corriendo, luego abrí la puerta y un hedor putrefacto me llego a las fosas nasales, iba a vomitar cuando el podrido se abalanzo sobre mi, le arree con el culo de la botella que se partió en su cabeza y para asegurarme que no se levantaba más, le clave lo que quedaba de botella en el cráneo, luego vomite tranquilamente encima del podrido.
   Aunque el abrir la puerta me había planteado serias dudas, cuando examine la habitación donde estaba encerrado el zombie, descubrí que había acertado.  La persona que encerró al tipo, le dejo en la habitación con conservas, medicamentos y ropa para subsistir.  Un tesoro que gracias a la presencia del zombie había resistido el paso de los saqueadores.
Después de comer salimos de nuevo a la rotonda, en ella encontramos carteles indicando la distancia a todos los lugares de la isla, el aeropuerto a 4 Km., la iglesia de Olsker a 29, la de Nylars a 15, Nyker a 33 y el castillo Hammershus a 22.   
Habíamos perdido demásiado tiempo saliendo de Ronne, como para llegar los primeros a cualquiera de las iglesias. Lo mejor era esperar cerca del castillo y robar las reliquias a los otros corredores según fueran llegando.
Decidimos andar toda la noche para llegar al castillo lo antes posible, eso nos daría un margen para explorarlo y tener tiempo de preparar alguna trampa.
  En las 5 horas que tardamos en recorrer la distancia al castillo, tuvimos tiempo para hablar y conocernos mejor.   Sabine y su familia eran de Berlín, cuando estalló la pandemia se refugiaron en una casa familiar en el bosque negro, luego decidieron arriesgarse y cruzaron a Suecia con el sacrificio de sus dos hermanos mayores que murieron en el trayecto.   Cuando llegaron a Suecia no les fue muy bien, sus padres eran muy mayores y la madre no tardo en enfermar.  Ella y su hermana pequeña buscaron medicamentos que un mafioso ruso les ofreció a cambio de sexo, pero sus padres no les dejaron aceptar y la única opción que les quedo fue apuntarse a la carrera ella y su padre, mientras su hermana cuidaba de la madre. 
Cuando estábamos a un par de kilómetros del castillo le pedí a Sabine que callara, un murmullo iba creciendo y se acercaba a nosotros.  Salimos de la carretera y nos escondimos detrás de una rocas. Poco después aparecieron. Una horda zombi. La oscuridad no me permitía saber su numero exacto pero era muchos, todos caminaban en una lenta procesión por la carretera en dirección a Ronne.   
Se me ocurrió una idea, le dije a Sabine que no se moviera de esas rocas, que iba a hacer una locura.  Salí corriendo y gritando de las rocas, haciendo ruido y aspavientos con los brazos.    Rápidamente una marea de zombies se me vino encima.   Corrí en dirección al castillo, eran dos kilómetros por la carretera, a oscuras, sin saber con lo que me podía topar de frente y perseguido por cientos de zombis.  
Después de los 2  kilómetros más largos de mi vida, llegue a las ruinas del castillo,  pare, me subí a lo que quedaba de muralla y vi como cientos de zombies serpenteaban por la carretera en dirección a mi, en pocos minutos todo el castillo seria una colmena de zombis.      Recupere el resuello y corrí hacia el embarcadero,  cuando estaba a punto de alcanzar el embarcadero, pude oír los gritos desgarradores de un pobre desgraciado que estaba emboscado en el castillo y que la llegada de la horda le había sorprendido.
Una hora después regresaba a las rocas donde había dejado a Sabine esperando. Estaba mojado y exhausto de nadar.   Cuando Sabine me vio corrió a mi encuentro y como una loca me  abrazo.
-     He pasado tanto miedo, pensé que no ……..- ella volvió a romper a llorar.
-     Ya ha pasado, era la mejor forma de asegurar el castillo y los alrededores, ahora los zombis vigilaran por nosotros. -  la tranquilice.
-     Estas empapado y muerto de frío, quítate la ropa o morirás congelado. – me dijo mientras rauda me desabrochaba la camisa.
-     No podemos hacer fuego, ni tenemos donde refugiarnos – La dije completamente desnudo y tiritando.
-     Déjame darte calor,  tú lo has hecho esta mañana por mí –   me dijo mientras me cogía entre sus brazos y me apretaba contra su cuerpo sin mirarme a los ojos.
Segundos después los dos estábamos abrazados mirándonos, la situación ya no era como por la mañana, había crecido un pequeño vinculo entre los dos, que ahora se había convertido en deseo.  La bese el cuello y permaneció inmóvil, note como su cuerpo se encendía, yo estaba pasando de la congelación a un calor abrasador, mientras mis manos recorrían todo su cuerpo.   Entonces ella salió de su mini letargo e hizo lo propio con sus manos, empezó a agarrarme el pecho para ir descendiendo hasta mi berga, que para ese momento ya presentaba una impresionante erección.   Ella la acariciaba nerviosa y la miraba de forma extraña, me di cuenta que seguramente era el primer hombre desnudo que veía que no fuera de su familia, seguramente era virgen.  La cogí su mano y con suavidad la enseñe a másturbarme.  Luego la quite la ropa y la tumbe, le pregunte si era la primera vez y ante su respuesta afirmativa pedí que se relajara.    Metí mi lengua dentro de su clítoris, hacia tiempo que no probaba uno virgen, era como un manjar.  Luego continúe con los dedos, rápidamente hallé su punto G y note su excitación, lo que aproveche para tumbarme encima suya y penetrarla mientras la besaba los senos.  Note el momento exacto en el que se rompió su himen y una mezcla de sangre y de fluidos nos empapo.   A parir de ese momento y hasta que amaneció pase la noche enseñando a Sabine diferentes posturas sexuales que la convirtieron en una experta en el arte.
La mañana siguiente después de recoger el agua del rocío para beber y acabar con las conservas que encontramos, nos acercamos sigilosamente al castillo, allí cientos de zombis deambulaban de un lado a otro.  El plan era sencillo, dejar que los corredores llegaran al castillo y se encontraran el pastel, con un poco de suerte los podridos nos harían el trabajo sucio.   En el peor de los casos, si no conseguíamos las reliquias tampoco nos arriesgábamos mucho.
Sabine y yo nos ocultamos tras una loma que dominaba el castillo y sus accesos.
No tuvimos que esperar mucho hasta que apareció un chico joven con una de las reliquias en la mano, avanzaba poco a poco sin darse cuenta que todo estaba lleno de zombis.  Cuando advirtió la presencia de estos y quiso alejarse ya era demásiado tarde.  En el momento que un zombi le localizo, empezó a emitir sonidos que pusieron frenéticos a todos los podridos.  Era como cuando alguien toca un avispero y sin saber como aparecen las avispas por todos los lados.  El chico corrió y esquivo a dos o tres, pero cuando estaba a punto de zafarse de  los últimos tropezó, la reliquia cayo a los pies de un grupo de zombis y cuando se levanto, en vez de correr quiso recuperar la reliquia. Ahí firmo su sentencia de muerte.  Los zombis se le echaron encima y comenzó el festín.    El chico gritaba e intentaba zafarse, pero tenia tantos infectados encima que no iba a quedar nada de el, ni para convertirse en zombi.
Unos minutos después Sabine estaba rezando una oración por el chico, cuando un cóctel molotov callo sobre el grupo de zombis que lo devoraba.    Mire en la dirección de la que venia el cóctel y vi al tipo calvo del tatuaje encendiendo varias botellas más.   Una a una las fue lanzando para crear un muro de llamás, cuando la hubo lanzado todas,  se acerco y recogió la reliquia que se le había caído al chico.    Estaba confiando mirándola con sus dos reliquias en las manos, cuando un zombi carbonizado atravesó las llamás y le mordió en su brillante cráneo.   El tipo reacciono con un codazo en la cara del podrido, que lo lanzo de vuelta al otro lado del muro de fuego.   El descuido ya no tenia solución, de su cabeza empezó a caer un hilo de sangre, el tipo estaba infectado y condenado a muerte.    Dejo caer al suelo las dos reliquias que tenia en las manos y se marcho andando lentamente, resignado ante el futuro que le esperaba.
Estaba a punto de cumplir el plazo de 24 h. y terminar la carrera, cuando Sabine se levanto para ir a recoger las dos reliquias que habían quedado tiradas, yo la cogí del brazo y tire de ella hacia detrás de la loma.   Ella  frunció el ceño enfadada, estaba a punto de desafiarme cuando apareció, por el camino llegaba el tipo de las cicatrices en la cara.
  Llevaba una mochila a la espalda y en las manos una motosierra.     Cuando los primeros podridos le vieron, el tipo arranco la maquina.   Durante unos minutos que parecían no tener fin, los zombis fueron saliendo del castillo y lanzándose furiosos hacia el tipo de las cicatrices, este sin retroceder un ápice y con la motosierra en alto los fue mutilando según llegaban.   Cuando dejaron de aparecer nuevos zombis, el tipo tranquilamente la apago,  paso por encima del montón de cuerpos mutilados aplastando con sus botas los cráneos de los que aun se movían, llego a las reliquias y las recogió del suelo, introduciéndolas a continuación en su mochila, donde seguramente estaban las dos restantes.
Yo intentaba pensar alguna forma de quitárselas sin arriesgar la vida, cuando Sabine me dio un par de golpes en la espalda y me dijo que mirará.   La barcaza que nos había traído a la isla, se acercaba al castillo con un grupo de personas.    Sabine se puso nerviosa y tras coger una piedra del suelo del tamaño de una naranja, salió corriendo en dirección del tipo de las cicatrices.    Yo corrí tras ella.  El tipo al oírnos llegar, se giro y arranco de nuevo la motosierra.
Sabine se planto a tres metros del tipo de las cicatrices.
-     Dame esa mochila -  Le grito Sabine al tipo.
-     Claro, no te muevas que te la acerco -   el tipo empezó a avanzar hacia Sabine con la motosierra por delante.
Sabine le lanzo la piedra que impacto con la motosierra y quedo desecha, mientras el tipo seguía avanzando hacia ella.
-     Corre Sabine, yo me encargo de el!!! -  Le grite sin tener muy claro que hacer.
Sabine corrió ladera arriba y el tipo se giro hacia mí.   Yo no podía acercarme a el, pero el tampoco podía perseguirme con la motosierra.   Pasamos unos segundos mirándonos, esperando que uno de los dos hiciera algo, al final las tablas las rompió Sabine, desde lo alto de la loma empezó a lanzarle guijarros al fulano.     El tipo se encontró en una situación comprometida, ahora tenia que vigilar dos frentes.   Yo esperaba que de un momento a otro alguna piedra le impactara y tener la oportunidad de saltar encima suya, pero el de la cicatrices, ante la tesitura empezó a retroceder lentamente, sin darnos la espalda, en dirección a la barcaza que ya estaba amarrada en el embarcadero esperando a que algún corredor llegara con las reliquias.
Mientras el tipo retrocedía yo hacia lo propio, guardando una distancia de unos pocos metros con la motosierra.  Ya lo daba todo por perdido, cuando vi aparecer enfrente mía y a espaldas del tipo de las cicatrices, al tipo calvo.   Acababa de transformarse en zombie, por lo que su aspecto era aparentemente normal, tan solo su mirada perdida delataba su nueva condición.    Dos pasos más hacia atrás, para caer en las fauces del calvo.  En un segundo le tenía abrazado y le mordía el cuello, mientras el de la cicatriz movía la motosierra de un lado a otro intentando alcanzarle.    Al final arrojo la motosierra al suelo y se saco al zombie calvo por encima de la cabeza, cayendo de bruces delante de mi.   Yo corrí hacia el de la cicatriz pisando la cabeza del calvo, para agarrarlo antes que le diera tiempo a coger la motosierra de nuevo.   Pero el de la cicatriz en vez de coger la motosierra, corrió con la mochila hacia la barcaza, iba a correr detrás suya, cuando el calvo me agarro con su mano mi pierna, cayendo de boca al suelo.   
Instintivamente le empecé a dar patadas con mi pierna libre, al calvo en la cabeza, pero el cabrón no me soltaba.       De repente apareció Sabine.
-     Dame la motosierra!!! - le grite.
Sabine paso al lado de la motosierra sin detenerse, directa al embarcadero.   Mire hacia la barcaza y vi al de la cicatriz hablando con los de la mafia, entonces uno de ellos saco una recortada y disparo a bocajarro a su cabeza, por un segundo quedo un cuerpo de pie sin cabeza.    El tipo estaba infectado y los de la barcaza no querían pasajeros de ese tipo.     Yo miraba la barcaza mientras me arrastraba hacia la motosierra con el calvo enganchado a mi pie.    Sabine llego al embarcadero y recogió la mochila del suelo, mientras el de la escopeta la preguntaba algo sin dejar de apuntarla la cabeza.     En ese momento alcance la motosierra y le ampute la mano al calvo, me levante y le separe el cráneo por la mitad, me gire en dirección al embarcadero y ya no quedaba nadie allí, la barcaza se alejaba de la isla con Sabine en su interior.

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