-
¿Qué coño es ese ruido? – Pregunto Martos
extrañado.
-
Son villancicos, los niños y las mujeres están
cantando villancicos, ¿te suena de algo la navidad? – Contesto sarcásticamente
Salchi.
-
No me jodáis, que me están dando ganas de potar
- Dijo Martos echando una gran risotada.
-
Pues es peor todavía. Le hemos prometido a Maya que
la traeríamos regalos para los niños, para que el gordo borracho de rojo se los dé
y todo el mundo sea feliz en navidad – Saltó Boris, chocando la mano con Salchi.
-
No me jodáis, llega una cara bonita, os hace dos
carantoñas y perdéis el culo, para salir ahí fuera a buscar regalitos, pues yo no
voy – dijo taxativamente Martos.
-
Me temo que si que vas, nos ha ordenado el
Coronel que acompañemos a los aprovisionadores, es Nochebuena y no quiere
perder a nadie. Salimos en media hora en
busca de provisiones y si se puede algún juguete para los niños - dije poniendo fin a la discusión.
-
Ja, ja – rió Martos, si encontráis algún juguete
ahí fuera, yo me visto de Santa Claus y se los reparto. -
La incursión
estaba compuesta de seis vehículos.
Primero un GTK-Boxer brindado abriendo paso medio kilómetro por
delante. Luego un Hummer abriendo la
columna, seguido de tres camiones de transporte y cerrando la columna íbamos
nosotros en nuestro Willy con Martos manejando la MG-42 y el resto con los
rifles montados atentos a la aparición de cualquier sorpresa.
El
ruido que originaba el GTK despertaba y alertaba a los podridos, entonces cuando llegaba el resto del convoy se acercaban furiosos a atacarnos. Nosotros los ignorábamos y solo si alguno se
acerca demasiado un certero disparo en la cabeza, lo dejaba seco en el
acto. O simplemente dejábamos que
persiguieran el convoy, conscientes de que a su velocidad no nos alcanzarían
nunca, es posible que este fuera el origen de las molestas hordas.
El
trayecto a nuestro destino fue tranquilo, ya que los pocos obstáculos que
encontramos en la carretera, los retiró el vehiculo de avanzada o los pudimos
esquivar saliendo momentáneamente del
camino. Para mas seguridad, poco antes de alcanzar
nuestro objetivo, páramos para montar un poco de ruido con unas explosiones
y fuego, que tuviera distraídos a los
podridos y no nos jodieran el aprovisionamiento.
Nuestro
destino era un acuífero de varios lagos rodeados de juncos donde una gran
cantidad de aves habitaban en libertad, nuestro principal objetivo eran los
Gansos, un ave parecida a los patos, que vive en manadas cerca de zonas húmedas. Debíamos capturar los suficientes para
comer todas las navidades, pero sin esquilmarlos para otras futuras ocasiones. Afortunadamente a nosotros cuatro, no nos toco cazarlos,
nuestra función consistía en generar una zona de seguridad alrededor de los
lagos, para que los que estaban capturando a los gansos no se llevaran una
sorpresa desagradable con los podridos.
Salchi
y Martos como siempre, se picaron entre ellos a ver quien reventaba más cabezas
de zombis, esta vez con un bate de béisbol.
Los pocos podridos que asomaron la cabeza, la perdieron
rápidamente. Creo recordar que el
tanteo cuando nos marchamos de las lagunas estaba de siete a cinco a favor de
Martos que era realmente hábil con el bate.
Si el pique hubiera sido a mamporros, seguro que Salchi habría ganado sin
dificultad.
En el
convoy, de regreso reinaba el buen royo, volvíamos a casa sin ninguna baja y
con los camiones llenos de gansos, la mayoría vivos, pues alguien había tenido
la genial idea de intentar criarlos en
cautividad. De improviso la suerte nos abandono
y el segundo camión repentinamente se averió en mitad de la nada, el resto
del convoy se detuvo. Tenía una avería
muy común, se había partido el cable del embrague, la reparación era
relativamente fácil si se tenía un cable de repuesto, lo que no era nuestro
caso.
No podiamos
dejar el camión abandonado, por un lado estaban los podridos, que atraídos por
el ruido de los gansos no tardarían en aparecer y por otro, no queríamos prescindir
de un camión, era un recurso básico y no queríamos perderlo. Tomamos
la decisión de que el convoy seguiera adelante y volviera a la base con su
carga. No debiamos arriesgarnos a perderlo todo. Boris y yo
buscaríamos con el Willy algún taller, desguace o sitio donde pudiera
haber un cable de embrague. Salchi y
Martos mientras se quedarían en el camión protegiéndolo, tenían
instrucciones claras para abandonar el camión si la cosa se ponía fea y lanzar
rápidamente una bengala para avisarnos y volver a buscarlos.
Según
me alejaba del camión y veía a Martos y Salchi en la distancia, mas arrepentido
estaba del plan, las navidades siempre había sido época de desgracias en mi
familia, además estaba convencido de que no iban a lanzar la bengala, antes
muertos que pediendo ayuda. Así que
instintivamente pise el acelerador, teniamos que volver lo antes posible.
-
Esto no ha terminado, solo vas dos arriba –
dijo Salchi levantando un bate en cada mano.
-
Dicen que perdiendo se aprende, pero salchichón,
tú no te cansas de aprender nunca – respondió Martos con su característica
risotada.
-
Si, si ríete pero ya veremos quien es el que se ríe
cuando lleguemos a la base – Salchi salto del camión con los bates en ristre,
oteando en todas las direcciones y maldiciendo la ausencia de podridos.
-
Tómatelo con calma Salchichón, de aquí a que
vuelvan vas a tener muchas oportunidades de reventar cabezas de podridos.
- Dijo Martos tras saltar del camión y encendiéndose
un cigarro.
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-
Mira ahí esta el desguace, quizás tengamos
suerte - Dijo Boris indicando con la
mano un cartel que indicaba el desvío.
-
Mejor, dentro de poco anochecerá y no veremos
nada, no quiero arrepentirme de haber dejado a esos dos solos. – Contesté con
el semblante serio.
El
desguace, resulto ser un mega desguace, posiblemente uno de los más grandes del
país, grandes bloques de coches se
amontonaban formando torres de varios metros de altura. Y en su interior deambulaban decenas de
podridos perdidos en el laberinto de hierro.
Estaba
empezando a ponerme nervioso cuando Boris oteó los restos de varios autobuses.
-
¡Mira Ivan, esos autobuses nos pueden servir!
- Grito Boris .
-
¡¡Por fin!! – Suspire con satisfacción.
En
una hábil maniobra coloqué el Willy paralelo a los autobuses y de un salto me
planté frente al primero, a la par Boris montaba la MG-42 para cubrirme. Yo esperaba ser lo suficientemente rápido y
que no tuviera que utilizarla, pero eso era una utopia, a los pocos segundos
de cacharrear con el autobús ya sonaban los primeros disparos, al principios ráfagas sueltas, cortas y
certeras, luego poco a poco se volvieron mas continuas. En un momento que levante la cabeza pude ver
como un torrente de podridos salían de todas partes, incluso del interior de la
chatarra.
-
¡Ivan se ha encasquillado! No puedo contenerlos
mas, tenemos que marcharnos – sonó la voz de Boris con un tono de pánico que
nunca antes había escuchado.
Me
gire con el cable del embrague en la mano, ya solo tenia que saltar al Jeep y
salir pitando. Mire a mi alrededor y
por un segundo me quede paralizado, estábamos cercados por docenas de podridos,
yo solo tenia un cable de embrague para defenderme. Boris aporreaba la
ametralladora y maldecía, sin coscarse que estaban apunto de agarrarlo los
podridos.
En
ese momento una lluvia de balas cayó sobre los podridos, Boris y yo nos
refugiamos entre el autobús y el willy, con una pistola y un cable de embrague
como única protección. Luego llego el
silencio, ya no debia quedar ninguno, nosotros por si acaso seguíamos refugiados, hasta que una voz femenina gritó.
-
Salir del agujero con las manos en alto, si no quereis que os metamos un tiro en el culo – nos miramos y levantamos la cabeza al unísono, buscamos con la
mirada sin ser capaces de ubicar su posición.
Boris
y yo obedecimos y salimos con las manos en alto, estaba claro que si querían
acabar con nosotros, ya lo hubieran hecho.
Al instante apareció una figura
de la sombra, ambos nos quedamos boquiabiertos cuando la vimos. Una chica
alta, morena, con un llamativo chandal amarillo, una K-47 en una mano y una katana en la otra, al acercarse pudimos apreciar su belleza, sus ojos azules.
-
No quiero haceros daño, pero me quedare el Willy
como pago por haberos salvado la vida – dijo la chica señalando al Jeep.
-
¿Si quieres podemos hacer un trato?, primero nos dices tu nombre y luego puedes
quedarte con el Willy si nos acercas hasta donde están dos amigos
esperándonos, ellos tienen un camión averiado y debemos reunirnos con ellos lo
antes posible, luego podéis quedaros con el Willy – Les hice la oferta
consciente de que el tiempo corría en nuestra contra.
- Mi nombre es Beatrix, podeis llamarme Bea y si con el Jeep viene incluida la MG trato hecho
– dijo la chica con una bonita sonrisa
de satisfacción.
Dijo ser una de las brujas de la noche. Lo que provoco una batería de preguntas por
nuestra parte, ¿Quiénes eran las brujas
de la noche? ¿Por qué había pluralizado? ¿Cuántas eran? Ella, en vez de
contestarnos silbó y de la oscuridad aparecieron lo que al principio pensé que
eran mas podridos, pero estaba equivocado, eran otras chicas, tres mas, vestidas de látex negro brillante, tan
guapas como Bea.
Una se llamada Sai era rubia con unos atributos pectorales realmente fuera de lo común, otra Maria, morena seguramente latina y la ultima era Holly una chica de color que parecia una montaña humana, haria buena pareja con Salchi. Boris y yo empezamos a presentarnos y a babear con la belleza y el escultural cuerpo de las cuatro chicas cuando el cielo quedo iluminado por una bengala. Era el momento de salir corriendo.
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Una se llamada Sai era rubia con unos atributos pectorales realmente fuera de lo común, otra Maria, morena seguramente latina y la ultima era Holly una chica de color que parecia una montaña humana, haria buena pareja con Salchi. Boris y yo empezamos a presentarnos y a babear con la belleza y el escultural cuerpo de las cuatro chicas cuando el cielo quedo iluminado por una bengala. Era el momento de salir corriendo.
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-
Y con este empatamos a 28 – dijo Salchi limpiado
el bate del liquido negro, que le había salpicado la cabeza a una podrida
vestida de “Prada”, a cual acababa de abrir la cabeza como si fuera una
sandia.
-
Salchichón empiezo a tener hambre, ¿que te parece
si les dejamos una nota en el caminon y exploramos a ver si encontramos algo que meternos en
la boca? - Pregunto Martos frotándose la
barriga.
-
De sobra sabes que no podemos abandonar el
camión, no quiero que Iván me de la charla – contesto resignado.
-
Y si aparecen en la oscuridad una horda de
cientos de podridos, ¿Qué hacemos, nos quedamos en el camión? - Pregunto Martos.
-
Pues los metemos y seguimos contando – Contesto
Salchi a la broma de Martos.
-
¿Pues sabes que te digo? Que te quedas tú, ala
métele a esos podridos que vienen por la carretera – dijo Martos señalando a la
horda, que se aproximaba, y recogiendo el equipo apresuradamente, antes de
ponerse a correr.
Salchi
escalo al techo del camión, miró y solo salio de su boca un - ¡¡¡Coño!!! – después
salto apresuradamente y arranco a correr
tras su amigo, tras ellos, la horda de podridos emergía de la oscuridad. Cuando los muertos alcanzaron al camión, se
despecharon agusto con las pobres ocas, fueron despedazadas y devoradas. Esto afortunadamente los entretuvo un rato,
pero no lo suficiente para que los podridos se olvidaran de ellos y empezara
la cacería.
Conforme
pasaban los kilómetros, iban bajando el ritmo, desde hacia rato solo andaban, soltando
cualquier cosa que los lastrara y produjera que los zombis les recortaran
terreno, primero las mochilas, luego la ropa, solo las armas conservaron mientras corrían en
la fría noche.
Aun
así los zombis les seguían los talones. Ellos no los veían, pero sabían que estaban
cerca y que se echarían encima de un momento a otro. Empezó a nevar, la noche era oscura y muy cerrada. Los gemidos se oian cada vez más próximos, al frente, la carretera la
nada, despues mas carretera, detrás la jauría incansable. Era el momento de lanzar la bengala y esperar
que llegara la caballería.
Una vez lanzada la bengala, Martos paro a fumarse un cigarro. Salchi le
animaba a seguir, pero Martos ya había decidido que la persecución había
terminado, no huiria mas, era hora de que la presa se convirtiera en cazador.
-
Ya, se acabo el huir, estamos haciendo el
gilipollas – dijo Martos expulsando el humo del cigarro.
-
Bueno, paramos un rato y luego
continuamos huyendo o damos la vuelta y los metemos. Si tenemos suerte, lo mismo están suficientemente
dispersos a lo largo de toda la carretera y podemos con ellos – Contesto Salchi, con la voz entrecortada por la
fatiga - Además yo necesito entrar en
calor y solo se me ocurre una forma - Añadió levantando el bate.
No
paso mucho tiempo desde que pararon hasta que aparecieron los primeros podridos,
saliendo de la oscuridad. Martos y
Salchi los esperaron preparados con los rifles y los bates. Dispararon hasta que
la munición se agoto, luego con sus bates en ristre empezó un baile macabro,
sin música pero con muchos muertos, en el cual ambos se movían acompasados,
protegiéndose mutuamente y dandole a los podridos, que poco a poco caían inertes a sus
pies, tapizando la calzada de cuerpos.
Poco a poco, deshacían el camino recorrido, soltando
mandobles a diestra y siniestra, no daban oportunidad a los zombis. Cayeron de todos los tamaños y edades, muchos
de ellos ya mutilados y harapientos, que estaban más cerca de dar compasión de
que ser una amenaza. Así al tran tran y
concentrados en acabar con los podridos, avanzaron, hasta que para su sorpresa
se toparon de nuevo con el camión de los gansos, habían deshecho el camino apenas
sin darse cuenta, ahora solo quedaba terminar
con un grupo de podridos que aguardaban entorno al camión, devorando y peleando
entre ellos por lo poco que quedaba de los gansos.
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El
Willy freno en seco delante del camión, por un momento me temí lo peor, la
parte trasera estaba destrozada y varios podridos manchados de sangre y plumas
deambulaban alrededor cubiertos de sangre.
Boris debió de pensar lo mismo que
yo y la MG escupió su furia, en forma de balas, destrozando completamente a los
podridos y lo que quedaba de camión.
-
¡¡ Alto el fuego Cabrones ¡!! Que tenéis
vosotros mas peligro que los podridos – Grito Salchi en la oscuridad de la
noche.
Boris
y yo saltamos del Willy y corrimos a su encuentro, fundiéndonos los cuatro en un aliviador abrazo,
rápidamente notamos que estaban exhaustos,
justos de fuerzas, habían sido varias horas de lucha sin cuartel. No creo que nadie mas en el mundo lo hubiera logrado.
-
Joder, que susto nos habéis pegado – dijo Boris
ofreciéndoles su petaca.
-
Susto, cabrones, nosotros peleando con los podridos y
vosotros con esos pivones – Contesto Martos visiblemente perplejo por la
presencia de las chicas e intentando colocarse decentemente la poca ropa que le
quedaba.
-
Bueno, me alegro que halláis encontrado a vuestros amigos. Nosotras hemos cumplido con nuestra parte y
nos abrimos – Grito Bea desde el Jeep, indiferente ante nuestra perplejidad.
-
¿No nos iréis a dejar aquí tirados? – pregunto
Boris con gesto incrédulo.
-
¡¡Pero si ese es nuestro Jeep!! – dijo Martos
extrañado, ignorante de nuestro trato con las chicas.
Las
chicas se miraron entre ellas y empezaron a cuchichear, cuando terminaron Sai se
acerco a nosotros y dijo.
-
Si no se entera nadie y sin que esto sirva de
precedente, ya que no significa nada, hemos decidido acercaros por la mañana hasta
el polígono de Colé, allí sabemos que hay un camión de transporte
abandonado. No creo que ese trasto
arranque, pero es todo lo que podemos hacer por vosotros. – Después de hacer su
oferta, el silencio reino, durante unos largos segundos, todos me miraron
expectantes.
-
¿Por la mañana y que coño vamos a hacer, hasta
por la mañana? – pregunte intrigado.
-
Pasaremos la noche en uno de nuestros refugios,
son unas bodegas abandonadas cerca de aquí – contesto Maria animándonos a montar
en el Jeep con la mano, ante la cara de tontos que se nos había quedado a los
cuatro.
En
condiciones normales, no hubiéramos aceptado, las posibilidades de que cuatro
tías macizas te invitaran a pasar la noche con ellas, eran diminutas lo mas
seguro es que fuera una trampa. Pero
quien sabe, a lo mejor por que era nochebuena o quizás por la sonrisa picara
que tenían las chicas en el Jeep. El
caso es que los cuatro corrimos al Willy como si nos fuera la vida en ello.
Bea conducía
y yo iba sentado a su lado, detrás iban los seis como sardinas en latas,
apretados unos contra otros y sin embargo ninguno se quejaba, al contrario por
la cara y las risas que se escuchaban la conclusión es que les agradaba la
situación.
Unos
pocos kilómetros después nos salimos de la carretera y cogimos un camino
secundario. Me extraño la cantidad de
viñedos que poblaban ambos lados del camino, Bea se percato y me informo que
era una famosa zona vinícola, estuvimos
hablando de vino gran parte del camino y al final se comprometió a enseñarme la
bodega y hacer una cata de vinos conmigo.
El
sitio era perfecto estratégicamente hablando, estaba en lo alto de una colina, solitario,
semiperdido en el campo, un gran muro lo rodeaba e impedía el paso de cualquier
podrido despistado que llegara hasta allí.
Y al utilizarlo solo ocasionalmente, no atraía a las grandes hordas de
podridos. Dentro del muro solo había
dos edificios, una casa rustica de dos pisos y una nave de unos 100 metros de largo por
30 de ancho.
Las chicas
nos enseñaron la casa. En el piso
inferior tenia un salón, una gran cocina y un par mas de habitaciones. En su día acogedora, ahora solitaria y fría, a pesar de ello un
lujo para nosotros, acostumbrados al maloliente refugio donde pasábamos afinados tantas horas. El piso superior solo tenia dormitorios, limpios,
con grandes camas. Estábamos
repartiéndonos las camas, cuando las chicas nos ofrecieron una visita guiada por la
bodega, con cata incluida. Estábamos muy cansados, pero no tanto como para que dejáramos
pasar la ocasión de ponernos ciegos de vino y quien sabe si de algo mas.
La
bodega estaba dentro de la nave, a
primera vista solo se veían grandes barriles de roble, seguramente
fermentando el vino en su interior eternamente. No habiamos terrminado de visitar la bodega cuando ya
habíamos dejado en el camino varios cadáveres, en este caso de botellas que se habían cruzado en nuestro
camino. Creo que tanto nosotros como ellas
empezamos a beber más de lo razonable, lo cual desemboco en cánticos, bailes y abrazos
de consuelo mutuo. Espontáneamente
habíamos empezado a besarnos con las chicas, y entre beso y beso sus trajes de
látex iban dejando al descubierto su piel, sus senos, sus muslos. No tardaron en caer nuestras ropas junto a
las suyas, encontrándonos los ocho desnudos y excitados, follándonos todos, los unos con los otros en una
orgia que hubiera firmado el mismo Calígula.
Las
cuatro chicas estaban de toma pan y moja, buenísimas y por lo que deduje hacia
mucho tiempo que no echaban un buen polvo.
A los pobres Salchi y Martos que apenas tenían fuerzas, les trataron como
a peluches y a las primeras de cambio quedaron KO por el cansancio. Boris y yo continuamos satisfaciéndolas, hasta
que al final yo termine con Bea y Maria, haciendo el amor. La
orgia de vino y sexo se prolongo por casi toda la noche. Por la mañana los rayos del sol me
despertaron acostado en una cama junto a ellas, sin tener la menor idea, de
como llegue allí, ni como finalizo la noche.
Ellas estaban desnudas abrazadas a mi y aun dormídas. De fondo el crujir de una cama, alguien que
había despertado con mucha energía, despues me entere que eran Salchi y Holly.
Luego
en el desayuno, nos juntamos y las chicas nos ofrecieron quedarnos con ellas una
temporada, tenían comida, armas y medicamentos, así como varios lugares como
este donde refugiarse. Y aunque la
oferta era muy tentadora, nuestro compromiso con el resto de supervivientes de
la base era firme e inquebrantable.
A
mediodía del día de navidad, llegamos al polígono como nos habían prometido, alli nos
esperaba un camión abandonado y un montón de podridos deambulando, llamaba especialemente la atencion uno disfrazado de Santa Claus, con las barbas teñidas de rojo por la sangre de algun pobre diablo.
- !!!Esé es mío¡¡¡ - Gritó martos, después lo descerrajo un disparo en la cabeza.
Ya no paramos de escupir balas, sin descanso, hasta la que la MG al rojo vivo dijo, basta. Luego a punta de pistola o mejor dicho de AK limpiamos la zona de amenazas, ipso facto.
Ese día el diablo se había puesto de nuestra parte, el camión tan solo estaba sin batería y sin gasolina, por lo que un pequeño apaño con nuestro viejo camión, lo puso en marcha. Pero esa no era la ultima alegría, cuando abrimos la parte trasera, descubrimos que la mercancía que transportaba ese camión, eran juguetes. Saltamos felices y nos abrazamos unos a otros sin que las chicas comprendieran el motivo de nuestro entusiasmo, después les contamos que nuestra alegría era por la cantidad de niños de la base, que haríamos felices al presentarnos el día de navidad con los regalos.
Nos despedimos de las chicas seguros de que nos las volveriamos a encontrar. Martos se puso el disfraz de Santa Claus del podrido a regañadientes, como había prometido y los cuatro volvimos a la base a pasar el resto del día de Navidad en paz con nuestros amigos.
- !!!Esé es mío¡¡¡ - Gritó martos, después lo descerrajo un disparo en la cabeza.
Ya no paramos de escupir balas, sin descanso, hasta la que la MG al rojo vivo dijo, basta. Luego a punta de pistola o mejor dicho de AK limpiamos la zona de amenazas, ipso facto.
Ese día el diablo se había puesto de nuestra parte, el camión tan solo estaba sin batería y sin gasolina, por lo que un pequeño apaño con nuestro viejo camión, lo puso en marcha. Pero esa no era la ultima alegría, cuando abrimos la parte trasera, descubrimos que la mercancía que transportaba ese camión, eran juguetes. Saltamos felices y nos abrazamos unos a otros sin que las chicas comprendieran el motivo de nuestro entusiasmo, después les contamos que nuestra alegría era por la cantidad de niños de la base, que haríamos felices al presentarnos el día de navidad con los regalos.
Nos despedimos de las chicas seguros de que nos las volveriamos a encontrar. Martos se puso el disfraz de Santa Claus del podrido a regañadientes, como había prometido y los cuatro volvimos a la base a pasar el resto del día de Navidad en paz con nuestros amigos.