lunes, 13 de agosto de 2012

REBAJAS DE MUERTE



-         ¡¡Arriba Iván!!, el Coronel quiere hablar contigo – Escuche mientras me zarandeaban para que despertara.

Había estado la noche anterior de patrulla y aunque llevaba durmiendo 5 o 6 horas aun me pesaban los parpados.   Asentí con la cabeza, y con una mala ostia del carajo busque mi ropa, me vestí y maldiciendo al Coronel camine al puesto de mando.

-         Creo que quería hablar conmigo Coronel -   dije al entrar al puesto de mando, donde un grupo de personas se movía de un lado a otro sin parar.
-         Gracias por venir Ivan, he leído el informe de la patrulla de anoche y quiero felicitarte, tu labor es impagable. – estaba muy cabreado, no me podía creer que me hubiera despertado para felicitarme.
-         Hago lo que puedo Coronel – Le interrumpí,  no estaba para aguantar discursos.
-         Te he hecho llamar, porque tenemos que realizar una incursión al centro de la ciudad, quiero que seáis tu equipo y tú los encargados. En esta carpeta tienes el dossier, todo lo que necesitas saber de la misión.  Quiero que salgas lo antes posible. –

 El coronel estiro la mano y me entrego una carpeta, luego se giro y continúo  dando órdenes a sus hombres, ignorando totalmente mi presencia.  Yo salí del centro de mando y conforme caminaba a la cafetería a pegar un bocado, empecé a leer el dossier, estaba impaciente por conocer el marrón que nos habían colocado.

No era un marrón, era un marronazo, querían que hiciéramos una incursión al centro de la ciudad, la zona donde hay mas podridos por metros cuadrados, todos hambrientos y furiosos.  Querían que entráramos a un centro comercial, oscuro y seguramente saqueado e hiciéramos un inventario de cosas útiles.   Conforme me acercaba a la cafetería, mi estado de cabreo crecía exponencialmente.

Después del desayuno-comida, reuní a tres de mis hombres de confianza, les informe de la incursión y los emplace a que estuvieran a las 0 horas en la puerta de las alcantarillas, totalmente equipados, puse especial hincapié en las gafas de visión nocturna, tanto en las alcantarillas como en el centro comercial eran imprescindibles, además debían de llevar armas de fuego y armas blancas.  Luego me volví a la cama a intentar dormir un rato mas, y a darle vueltas a la incursión.

A la hora empunto como les había ordenado, mis hombres me estaban esperando, allí estaban los tres:  Salchi, soltando gracias y vacilando como siempre.  Martos, revisando su armamento de forma concienzuda y Boris, quizá es tío más hábil e inteligente de todos, pero de escasa moral, si tenia que confiar mi vida a alguien el seria la ultima persona.   Todos llevaban las gafas preparadas, un fusil de asalto y una mochila idéntica, lo único que cambia eran las armas blancas, Salchi llevaba una barra de hierro, Martos un hacha y Boris dos largos y afilados cuchillos.   Yo por mi parte  llevaba mi katana.

Empezamos a caminar por las alcantarillas, tranquilos, dialogando y vacilando sobre quien se cepillaría mas podridos.   Salchi propuso que nos pasásemos por el “tarro de miel” he hiciéramos limpia, así calentaríamos.      El “tarro de miel” eran una serie de señales acústicas y luminosas, colocadas en las alcantarillas para atraer la atención de los podridos hacia un sitio alejado del refugio.    De vez en cuando pasábamos y hacíamos un poco de limpia. 

-         Esta bien, pasaremos por el “tarro de miel”, pero tendrá que ser rápido, no quiero gastar las pilas de las gafas -  Aunque era una cosa que no me agradaba, sabia que ellos se desahogaban y ante el toro que teníamos que lidiar esa noche, era preferible tenerlos contentos y relajados.

Conforme nos acercamos, las señales acústicas se escuchaban más próximas,  y los podridos empezaron a dejarse ver,  empezó una competición entre los cuatro por ver quien retiraba mas podridos de la circulación.  Mis compañeros eran autenticas maquinas de triturar cabezas y contaban con la ventaja de ver en la oscuridad, los podridos, aun presintiéndonos, no podían hacer nada.   Quizás alguien podría pensar que eso que hacíamos era inmoral e inhumano, pero aunque nos lo tomábamos a risa y como una competición, era lo mas humano que se podía hacer con esas fieras, darles por fin descanso eterno.

Cuando terminamos la limpia, el túnel estaba sembrado de cuerpos.  Martos y Salchi discutían entre ellos sobre quien llevaba más puntos de los dos.    Los mande callar y nos pusimos en marcha hacia el centro comercial, si mis cálculos no fallaban, nos esperaban dos horas de camino por las alcantarillas.

Cuando llegamos, un rápido vistazo desde las alcantarillas nos sirvió para localizar el centro comercial,  allí estaba, delante nuestra, yo esperaba encontrarlo abierto e infectado, pero no, estaba cerrado, imagino que encontrarse en el centro de la ciudad, con zombis por todas partes había sido el motivo por el que nadie se había acercado hasta aquí a saquearlo.    Ahora teníamos que entrar y verificarlo,  no debíamos romper ninguna puerta ni escaparate, eso  provocaría que muchos podridos se colaran dentro, lo que seria un perjuicio futuro.

Al final decidimos entrar por la azotea, los edificios que rodeaban al centro comercial tenían su misma altura, si accedíamos a la azotea de uno de estos edificios, podríamos lanzar un cuerda hasta el centro comercial y cruzar, evitando así a todos los podridos de la calle.

Tal y como lo habíamos planificado, entramos en un edificio cercano a la alcantarilla,  próximo a los almacenes, fácil de cruzar.   A pesar de no encontrar podridos en las escaleras de subida, si que los había dentro de algunos de los pisos y conforme subíamos nuestra presencia los  inquietaba y los oíamos gruñir e incluso golpear las puertas por las que pasábamos.     Ya en la azotea lanzamos la cuerda hasta el centro comercial, yo fui el primero en aventurarme.  A mitad de trayecto mire hacia el suelo, la cantidad de podridos se había doblado y empezaba a crecer en actividad, aun sin vernos nos presentían.   Mis compis cruzaron a continuación, dejamos la cuerda colocada por si había que salir por patas.  Examinamos en silencio la azotea del edificio y buscamos la entrada al interior.  Todo estaba saliendo perfecto, limpio y silencioso.

Nos disponíamos a forzar la puerta que nos llevaría al interior cuando el sonio de varios motores nos interrumpió.  Los cuatro nos miramos atónitos y fuimos corriendo hacia el lado sur del edifico, de donde provenía el estruendo.    Cada vez el sonido era más nítido, eran varios vehículos acercándose a mucha velocidad.   En pocos segundos pudimos visualizarlos en la avenida Trosky,  la mas importante de la ciudad con sus 3 carriles por sentido se la podía considerar la arteria principal.  Dos Kamal y dos GAZ 2975 brindados  protegían a un par de camiones tipo Urales que recorrían la avenida de este a oeste a la máxima velocidad que les permitían sus vehículos.

Cuando llegaron a nuestra altura, los vehículos empezaron a serpentear entre el resto de los coches abandonados por la avenida.   Fue entonces cuando producto de la velocidad que llevaban, uno de los GAZ perdió el control y volcó.     La columna paro unos metros después.  Un par de hombres salieron del vehiculo,  como pudieron,  corrieron hacia la columna huyendo de los podridos que empezaban a concentrarse en la zona, parecía que llegarían sin problemas al convoy cuando de la nada apareció una horda de zombis cerrándolos el paso.  Rápidamente desde el Kamal que cerraba la columna empezó el fuego de cobertura.   A pesar de lanzar una lluvia de balas, pocas acertaban en los cráneos de los podridos por lo que pocos caían en su marcha imparable.      El GAZ volcado estaba rodeado de zombis que destrozaban al conductor atrapado, este gritaba dentro del vehiculo, a pesar del ruido de las balas, se podía escuchar desde nuestra posición los gritos de los que seguían vivos y del conductor moribundo.     La situación pintaba muy oscura, el numero de zombis se multiplicaba exponencialmente cada segundo que estaban allí parados.   En unos minutos el convoy entero estaría cercado.   Tan solo faltaban unos metros para que los dos supervivientes llegaran.   El primer vehiculo reanudo la marcha.    Los siguientes le siguieron ipso facto, tan solo el último vehiculo, el que estaba mas cerca de los dos hombres pareció dudar entre seguir al convoy o esperar, pero al final siguió a los demás, dejando a los dos hombres sentenciados.

Eso nos dio tanto coraje, que a pesar de que lo más sensato era mantenerse al margen, nuestra indignación afloro y los cuatro cogimos nuestros fusiles, apuntamos a los cerebros de los podridos y empezamos a disparar y cubrir a la pareja de abandonados.   Estos cuando se percataron de la dirección de la que partían los disparos, corrieron hacia nosotros atrayendo a cientos de podridos.     Mientras Martos y Salchi les quitaban los obstáculos del camino y seguían jugando a ver quien se contaba mas dianas, Boris y yo les indicábamos por señas la forma de llegar hasta nosotros, vía el edifico contiguo al nuestro.

Tras ellos, entraron en el edificio docenas de zombis, arruinando nuestra ruta de salida, además poco a poco se concentraban mas podridos alrededor del centro comercial, como si del primer día de rebajas se tratara, gruñendo y golpeando los escaparates para acceder al interior.

Le pedí a Salchi que me ayudara a forzar la puerta de la azotea para entrar al interior, era mejor desaparecer de su vista cuanto antes.   Boris y Martos fueron hacia la cuerda, para ayudarlos a cruzar y cubrirlos.   Intentamos abrir la puerta de una manera limpia, tres segundos después de que no se abriera, Salchi la pegaba un viaje y reventaba la cerradura, tenia poca paciencia.

-         Salchi, sígueme  – Le ordene mientras nos colocábamos la gafas de visión nocturna.

Empezamos a descender por unas escaleras metálicas, al final de ellas había una sala con tres puertas, decidí que era un buen sitio para esperar al resto.    Mande a Salchi que investigara y yo me quede esperando.   Los demás llegaron como un elefante  en una cacharrería, pegando tiros y gritando, así aparecieron por la puerta de la azotea los cuatro.   A pesar de las gafas de visión nocturna, la cara que estaba viendo era inconfundible, era Malena, hija de puta, la última vez que la vi fue en la central nuclear de Loviisa, cuando le pegaba un tiro al pobre larguirucho y me dejaba tirado rodeado de podridos.    Los primeros sentimientos que me vinieron a la cabeza fueron los de tirarme a su cuello y estrangularla, y pensar que la acababa de salvar la vida.

-         La puerta de la derecha, da a una sala de maquinas, ahora limpia, la de la izquierda al cuarto de seguridad y la del centro lleva al centro comercial, todas son seguras – informo Salchi que había vuelto sin que me diera cuenta y limpiaba la sangre de su barra.
-         Al cuarto de seguridad – Ordene al resto del grupo, que me siguieron.

En el cuarto de seguridad Boris conecto una batería de emergencia, y aunque tenue, se encendieron algunas bombillas y monitores.  

-         Nos habéis salvado la vida, si no llegáis a aparecer no lo contamos-  Dijo uno de los rescatados.
-         Somos expertos en salvarle el culo a la gente. ¿Quiénes sois y que hacéis aquí? – Contesto Salchi, acercándose a Malena, claramente interesado en ella.
-         Mi nombre es Igor, ella es Malena, pertenecemos al punto seguro de Bastia, estábamos haciendo una incursión cuando…... –
-         ¿Bastia?, estáis a mas de 80 Km. de casa -  le interrumpió Martos extrañado.
-         Nos han dicho, que aquí hay unas rebajas de morirse. je je.  En serio, en nuestra zona, ya no queda nada, cada vez tenemos que incursionar mas lejos para encontrar algo – respondio Igor entre risas.
-         ¿Y vosotros quienes sois? – pregunto Malena con su dulce voz.
-         Yo me llamo Salchi, y estoy a sus pies señorita – se presento haciendo ademán de arrodillarse ante ella.  Malena no había perdido ni un ápice de belleza,  vestía ropa militar y se había cortado su larga cabellera rubia,  pero sus ojos color miel, su blanca sonrisa y su bonita figura seguían ahí.
-         Mi nombre es Martos, este es Boris y el que aun tiene la mascara de vision nocturna, que todavía no se ha enterado que tenemos luz, es Ivan, “el boss”– Martos nos presento a todos y Malena e Igor nos fueron saludando uno a uno.  Cuando llego mi turno, me retire las gafas, Igor me estrecho la mano y Malena se disponía a hacer lo mismo cuando me miro a la cara y se quedo petrificada.  Luego le cambio la cara y se leía el pánico en ella, esperando mi reacción, esperando un puñetazo o un tiro.
-         Joder Iván, mira ese monitor – intervino Martos rompiendo el silencio.

Era un monitor de movimiento, de los que se activan cuando algo se mueve y lo que se movía, eran podridos, no se si los pillo aquí dentro la epidemia o si habían logrado entrar, pero el centro comercial tenia caminantes.   La situación se había puesto muy negra, no podíamos salir por la azotea y dentro nos esperaban una cantidad indeterminada de podridos.

-         Luego hablaremos, ahora tenemos que movernos, si han conseguido entrar, dentro de poco esto será un infierno – la dije a Malena, dándola la espalda  y saliendo de la habitación.

Entramos en el centro comercial, estaba todo intacto, no estaba saqueado, las estanterías estaban llenas de artículos, hoy en día era un tesoro.   Igor y Malena pronto  encontraron armas con las que defenderse, Igor se hizo con un palo de golf y Malena con un bata de béisbol de la sección de deportes.   

Cuando ya habíamos bajado hasta la planta baja del centro comercial, sin que los podridos dieran señales de vida, empezamos a oír ruidos de golpes, provenían de los ascensores, nos acercamos sigilosamente y encontramos la puerta de personal del edificio, detras docenas de zombis las golpeaban intentando entrar a la zona de las escaleras.   Rápidamente procedimos a cerrar la puerta que comunicaba los ascensores y la puerta de personal con la tienda, luego la atrancamos.    La puerta de personal estaba a punto de ceder pero esta puerta los pararía, era una puerta antiincendios que no podrían romper.   

-         Las puertas de los pisos superiores e inferiores, también tenemos que atrancarlas – Grito Malena que era la única que se había dado cuenta que de nada servia cerrar la planta baja si podían entrar por otra planta.
-         Martos, al primer piso, Salchi el segundo, Boris el tercero, atrancar las puertas y volver aquí.  Yo hare lo mismo en las plantas inferiores – todos  salieron corriendo.
-         ¿Que hacemos nosotros? -  me preguntaron Igor y Malena al unísono.
-         Venid conmigo, no sabemos cuantos pisos hay hacia abajo. –

Corrimos hacia las escaleras mecánicas de bajada, los carteles indicaban dos sótanos el S1 y el S2.  Indique a Igor y Malena que se encargaran del S1, yo bajaría al S2. Cuando llegue a la  puerta de los ascensores, la cerré y la atranqué.  Entre tanto un grito desgarrador sonó cercano, en la planta superior.

-         Malena¡¡¡ – a pesar de odiarla, una congoja invadió mi cuerpo al pensar que la había pasado algo.

Yo termine de atrancar la puerta y luego subí una planta en busca de Igor y Malena.  Los llame y no me respondieron, la oscuridad y el silencio te helaban la sangre.  De pronto un cuerpo apareció tambaleándose a unos metros de mí.       Era Igor, tenía muchas heridas y chorreaba sangre.

-         Ayúdame Iván¡¡¡ - Farfullo moribundo, sin apenas fuerzas.
-         ¿Qué ha pasado? – le pregunte sujetándolo entre mis brazos.
-         Estaba cerrando la puerta y un podrido me sorprendió por la espalda – contesto con la voz entrecortada exhalando su ultimo aliento.
-         ¿Dónde esta Malena? – pregunte sin que ya pudiera contestarme.

Estaba a punto de incorporarme, cuando un fuerte golpe llamo mi atención, me coloque las gafas de visión nocturna y mire hacia el origen.   Allí apareció Malena corriendo desesperada y golpeándose con lo estantes en la oscuridad.   Detrás aparecieron un grupo de podridos persiguiéndola, sin verla, guiados por su instinto.   La llame  y corrimos hacia la escalera, giré la cabeza para ver cuantos nos perseguían y vi como el grupo que nos perseguía se había parado a dar buena cuenta de Igor, lo estaban devorando.     La muerte de Igor, suponía los segundos necesarios para tomar distancia y salvarnos.

Cuando llegamos a las escaleras, tenia que decidir entre subir o bajar, si subía mis compañeros me podrían ayudar, pero los pondría en peligro a ellos, si bajaba solo nos poníamos en peligro nosotros y la verdad, no me importaba un pimiento lo que le pasara a ella.

Bajamos al S2, era una planta mas pequeña, casi diáfana, tan solo había una pequeña sala donde refugiarse,  ponía “feria del colchón”.  Entramos dentro y todo estaba lleno de camas y colchones.   Con la ayuda de Malena atravesamos varios somieres en la puerta, evitando que entraran.   Luego buscamos otra salida, no la había, estábamos atrapados como ratones.  Teníamos que quitar los somieres y salir de aquella trampa, pero ya era tarde, los golpes y los gemidos se escuchaban al otro lado de la puerta.

-         ¡¡¡De esta si que no salimos!!! – Exclame.
-         Como siempre – contesto Malena en tono sarcástico.
-         Iba a matarte yo, pero mejor dejo que sean ellos, será mas justo –  sentencie.
-         Mira, siento lo de Larguirucho y siento haberte utilizado, pero el mundo esta así y es lo que hay, cada uno sobrevive como puede. – dijo medio disculpándose medio justificándose.
-         Si yo fuera igual que tú, ahora estarías muerta o caminando sin rumbo por la avenida Trotsky, donde te dejaron tirada tus compañeros.
-         No me des la charla, si quieres pegarme un tiro me lo pegas, pero no me sermonees.-

Sin darme oportunidad de replica se giro y se acerco a uno de los colchones, uno grande, que parecía muy cómodo.   Se quito el uniforme, dejándose puesta una camiseta y las bragas y se tumbo en el colchón.

-         ¿Qué haces? – pregunte atónito.
-         Que crees que hago, he hecho muchos kilómetros, he tenido un accidente, me han perseguido y casi me devoran.  Estoy cansada y voy a dormir. ¿Algún problema? –

Malena se quedo dormida y yo me quede mirándola, tenia sentimientos contradictorios, por un lado estaba furioso con ella y no podía olvidar lo que nos hizo y por otro lado, la deseaba y reacordaba los buenos momentos que pase con ella.

No pude soportarlo mas, me desnude y me acerque a ella, estaba profundamente dormida, la quite la braguitas y empecé a masajearle el clítoris.     Ella empezó a jadear, estaba muy mojada, la mire para comprobar si continuaba desnuda y vi como me miraba con los dos ojos abiertos y una sonrisa maléfica.

-         me alegro que al final te hayas decidido usar esta pistola, no tenia claro si me ibas a matar o a follar – me dijo mientras se quitaba la camiseta dejando sus dos esplendidos pechos al aire.

Entonces la agarre de la cintura y la penetre bruscamente, como queriéndola hacer daño, ella no se quejo, al contrario parecía disfrutar con mis embestidas.   Mientras la penetraba con bruscas sacudidas, ella me mordía y me clavaba las uñas,  me corrí producto de la extrema excitación que me producía.    Luego la agarre y la coloque a cuatro patas contra el cabecero de la cama.     Durante nuestra anterior relación nunca realizamos sexo anal, la dolía y no quería practicarlo.   Así que era el momento de desvirgarla analmente, no me importaba hacerla daño, poco a poco la fui introduciendo la verga,  ella aguantaba en silencio, hasta que entro por completo y ella grito de dolor.   A partir de ese momento la coloque en una serie de posturas sexuales a mi capricho, sin sacársela del culo, sin miramientos, hasta que me corrí y su culo quedo chorreando mi semen.

-         ¿Estas satisfecho? -  me pregunto mientras me besaba y se abrazaba a mi.
-         Estoy empezando a estarlo, pero aun no hemos terminado -  La conteste colocando mi polla en su boca.

Cuando ella se disponía a hacerme una felación una serie de detonaciones y disparos se oyeron del otro lado de la puerta.   Para cuando Malena y yo nos vestimos los disparos habían cesado, tampoco se oían ni los gritos ni los golpes de los podridos.

-         ¿Jefe estas por ahí? – Era la voz de Salchi.

Rápidamente retire las cosas de la puerta y me encontré con ellos frente a frente.  El suelo estaba sembrado de podridos con la cabeza reventada y ellos tres estaban con la armas aun humeantes.

-         No hace falta que nos des las gracias, no tenemos tiempo, estos cabrones no van a dejar de llegar -  dijo Martos a la par que reventaba la cabeza a un par de podridos que aparecían por la escalera.
-         ¿habéis encontrado una salida? – los pregunte mas a gusto que un arbusto.
-         Hay una salida directa a las alcantarillas en este misma planta – dijo Boris señalando a los baños.

En ese momento apareció Malena a mi espalda, terminando de abrocharse el pantalón, todos pusieron cara de sorpresa y empezaron las risitas.  Y aunque yo sabía que estaban deseándolo, ninguno comento nada.

Unas horas después llegábamos a nuestro campamento y el Coronel en señal de futuras colaboraciones, proporcionaba a Malena un vehiculo y material para que pudiera reunirse con sus compañeros.  Yo me queje al Coronel y le advertí que era un error, Malena sabia donde estaba el centro comercial y con la importancia que tenia, no tardarían en venir a saquearlo y si nos topábamos con ellos, no habría saludos y buenas palabras, sino traición y lucha.