-
¡¡Arriba Iván!!, el Coronel quiere hablar contigo
– Escuche mientras me zarandeaban para que despertara.
Había estado la noche anterior de patrulla y aunque
llevaba durmiendo 5 o 6 horas aun me pesaban los parpados. Asentí con la cabeza, y con una mala ostia
del carajo busque mi ropa, me vestí y maldiciendo al Coronel camine al puesto
de mando.
-
Creo que quería hablar conmigo Coronel - dije al entrar al puesto de mando, donde un
grupo de personas se movía de un lado a otro sin parar.
-
Gracias por venir Ivan, he leído el informe de
la patrulla de anoche y quiero felicitarte, tu labor es impagable. – estaba muy
cabreado, no me podía creer que me hubiera despertado para felicitarme.
-
Hago lo que puedo Coronel – Le interrumpí, no estaba para aguantar discursos.
-
Te he hecho llamar, porque tenemos que realizar
una incursión al centro de la ciudad, quiero que seáis tu equipo y tú los
encargados. En esta carpeta tienes el dossier, todo lo que necesitas saber de
la misión. Quiero que salgas lo antes
posible. –
El coronel estiro
la mano y me entrego una carpeta, luego se giro y continúo dando órdenes a sus hombres, ignorando
totalmente mi presencia. Yo salí del
centro de mando y conforme caminaba a la cafetería a pegar un bocado, empecé a
leer el dossier, estaba impaciente por conocer el marrón que nos habían
colocado.
No era un marrón, era un marronazo, querían que hiciéramos
una incursión al centro de la ciudad, la zona donde hay mas podridos por metros
cuadrados, todos hambrientos y furiosos.
Querían que entráramos a un centro comercial, oscuro y seguramente
saqueado e hiciéramos un inventario de cosas útiles. Conforme me acercaba a la cafetería, mi
estado de cabreo crecía exponencialmente.
Después del desayuno-comida, reuní a tres de mis hombres
de confianza, les informe de la incursión y los emplace a que estuvieran a las
0 horas en la puerta de las alcantarillas, totalmente equipados, puse especial
hincapié en las gafas de visión nocturna, tanto en las alcantarillas como en el
centro comercial eran imprescindibles, además debían de llevar armas de fuego y
armas blancas. Luego me volví a la cama
a intentar dormir un rato mas, y a darle vueltas a la incursión.
A la hora empunto como les había ordenado, mis hombres me
estaban esperando, allí estaban los tres:
Salchi, soltando gracias y vacilando como siempre. Martos, revisando su armamento de forma
concienzuda y Boris, quizá es tío más hábil e inteligente de todos, pero de
escasa moral, si tenia que confiar mi vida a alguien el seria la ultima persona. Todos llevaban las gafas preparadas, un
fusil de asalto y una mochila idéntica, lo único que cambia eran las armas
blancas, Salchi llevaba una barra de hierro, Martos un hacha y Boris dos largos
y afilados cuchillos. Yo por mi
parte llevaba mi katana.
Empezamos a caminar por las alcantarillas, tranquilos,
dialogando y vacilando sobre quien se cepillaría mas podridos. Salchi propuso que nos pasásemos por el
“tarro de miel” he hiciéramos limpia, así calentaríamos. El “tarro de miel” eran una serie de
señales acústicas y luminosas, colocadas en las alcantarillas para atraer la
atención de los podridos hacia un sitio alejado del refugio. De vez en cuando pasábamos y hacíamos un
poco de limpia.
-
Esta bien, pasaremos por el “tarro de miel”,
pero tendrá que ser rápido, no quiero gastar las pilas de las gafas - Aunque era una cosa que no me agradaba, sabia
que ellos se desahogaban y ante el toro que teníamos que lidiar esa noche, era
preferible tenerlos contentos y relajados.
Conforme nos acercamos, las señales acústicas se
escuchaban más próximas, y los podridos
empezaron a dejarse ver, empezó una
competición entre los cuatro por ver quien retiraba mas podridos de la
circulación. Mis compañeros eran
autenticas maquinas de triturar cabezas y contaban con la ventaja de ver en la
oscuridad, los podridos, aun presintiéndonos, no podían hacer nada. Quizás alguien podría pensar que eso que
hacíamos era inmoral e inhumano, pero aunque nos lo tomábamos a risa y como una
competición, era lo mas humano que se podía hacer con esas fieras, darles por fin
descanso eterno.
Cuando terminamos la limpia, el túnel estaba sembrado de
cuerpos. Martos y Salchi discutían entre
ellos sobre quien llevaba más puntos de los dos. Los mande callar y nos pusimos en marcha
hacia el centro comercial, si mis cálculos no fallaban, nos esperaban dos horas
de camino por las alcantarillas.
Cuando llegamos, un rápido vistazo desde las alcantarillas
nos sirvió para localizar el centro comercial,
allí estaba, delante nuestra, yo esperaba encontrarlo abierto e
infectado, pero no, estaba cerrado, imagino que encontrarse en el centro de la
ciudad, con zombis por todas partes había sido el motivo por el que nadie se
había acercado hasta aquí a saquearlo.
Ahora teníamos que entrar y verificarlo,
no debíamos romper ninguna puerta ni escaparate, eso provocaría que muchos podridos se colaran
dentro, lo que seria un perjuicio futuro.
Al final decidimos entrar por la azotea, los edificios que
rodeaban al centro comercial tenían su misma altura, si accedíamos a la azotea
de uno de estos edificios, podríamos lanzar un cuerda hasta el centro comercial
y cruzar, evitando así a todos los podridos de la calle.
Tal y como lo habíamos planificado, entramos en un
edificio cercano a la alcantarilla,
próximo a los almacenes, fácil de cruzar. A pesar de no encontrar podridos en las
escaleras de subida, si que los había dentro de algunos de los pisos y conforme
subíamos nuestra presencia los inquietaba
y los oíamos gruñir e incluso golpear las puertas por las que pasábamos. Ya en la azotea lanzamos la cuerda hasta
el centro comercial, yo fui el primero en aventurarme. A mitad de trayecto mire hacia el suelo, la
cantidad de podridos se había doblado y empezaba a crecer en actividad, aun sin
vernos nos presentían. Mis compis
cruzaron a continuación, dejamos la cuerda colocada por si había que salir por
patas. Examinamos en silencio la azotea
del edificio y buscamos la entrada al interior.
Todo estaba saliendo perfecto, limpio y silencioso.
Nos disponíamos a forzar la puerta que nos llevaría al
interior cuando el sonio de varios motores nos interrumpió. Los cuatro nos miramos atónitos y fuimos
corriendo hacia el lado sur del edifico, de donde provenía el estruendo. Cada vez el sonido era más nítido, eran
varios vehículos acercándose a mucha velocidad. En pocos segundos pudimos visualizarlos en
la avenida Trosky, la mas importante de
la ciudad con sus 3 carriles por sentido se la podía considerar la arteria
principal. Dos Kamal y dos GAZ 2975 brindados protegían a un par de camiones tipo Urales que
recorrían la avenida de este a oeste a la máxima velocidad que les permitían
sus vehículos.
Cuando llegaron a nuestra altura, los vehículos empezaron
a serpentear entre el resto de los coches abandonados por la avenida. Fue entonces cuando producto de la velocidad
que llevaban, uno de los GAZ perdió el control y volcó. La columna paro unos metros después. Un par de hombres salieron del vehiculo, como pudieron,
corrieron hacia la columna huyendo de los podridos que empezaban a concentrarse
en la zona, parecía que llegarían sin problemas al convoy cuando de la nada
apareció una horda de zombis cerrándolos el paso. Rápidamente desde el Kamal que cerraba la
columna empezó el fuego de cobertura. A
pesar de lanzar una lluvia de balas, pocas acertaban en los cráneos de los
podridos por lo que pocos caían en su marcha imparable. El GAZ volcado estaba rodeado de zombis
que destrozaban al conductor atrapado, este gritaba dentro del vehiculo, a
pesar del ruido de las balas, se podía escuchar desde nuestra posición los
gritos de los que seguían vivos y del conductor moribundo. La situación pintaba muy oscura, el numero
de zombis se multiplicaba exponencialmente cada segundo que estaban allí
parados. En unos minutos el convoy entero
estaría cercado. Tan solo faltaban unos
metros para que los dos supervivientes llegaran. El primer vehiculo reanudo la marcha. Los siguientes le siguieron ipso facto, tan
solo el último vehiculo, el que estaba mas cerca de los dos hombres pareció
dudar entre seguir al convoy o esperar, pero al final siguió a los demás,
dejando a los dos hombres sentenciados.
Eso nos dio tanto coraje, que a pesar de que lo más
sensato era mantenerse al margen, nuestra indignación afloro y los cuatro
cogimos nuestros fusiles, apuntamos a los cerebros de los podridos y empezamos
a disparar y cubrir a la pareja de abandonados. Estos cuando se percataron de la dirección
de la que partían los disparos, corrieron hacia nosotros atrayendo a cientos de
podridos. Mientras Martos y Salchi
les quitaban los obstáculos del camino y seguían jugando a ver quien se contaba
mas dianas, Boris y yo les indicábamos por señas la forma de llegar hasta
nosotros, vía el edifico contiguo al nuestro.
Tras ellos, entraron en el edificio docenas de zombis, arruinando
nuestra ruta de salida, además poco a poco se concentraban mas podridos
alrededor del centro comercial, como si del primer día de rebajas se tratara,
gruñendo y golpeando los escaparates para acceder al interior.
Le pedí a Salchi que me ayudara a forzar la puerta de la
azotea para entrar al interior, era mejor desaparecer de su vista cuanto
antes. Boris y Martos fueron hacia la
cuerda, para ayudarlos a cruzar y cubrirlos.
Intentamos abrir la puerta de una manera limpia, tres segundos después
de que no se abriera, Salchi la pegaba un viaje y reventaba la cerradura, tenia
poca paciencia.
-
Salchi, sígueme
– Le ordene mientras nos colocábamos la gafas de visión nocturna.
Empezamos a descender por unas escaleras metálicas, al
final de ellas había una sala con tres puertas, decidí que era un buen sitio
para esperar al resto. Mande a Salchi
que investigara y yo me quede esperando.
Los demás llegaron como un elefante
en una cacharrería, pegando tiros y gritando, así aparecieron por la
puerta de la azotea los cuatro. A pesar
de las gafas de visión nocturna, la cara que estaba viendo era inconfundible, era
Malena, hija de puta, la última vez que la vi fue en la central nuclear de
Loviisa, cuando le pegaba un tiro al pobre larguirucho y me dejaba tirado
rodeado de podridos. Los primeros
sentimientos que me vinieron a la cabeza fueron los de tirarme a su cuello y
estrangularla, y pensar que la acababa de salvar la vida.
-
La puerta de la derecha, da a una sala de
maquinas, ahora limpia, la de la izquierda al cuarto de seguridad y la del
centro lleva al centro comercial, todas son seguras – informo Salchi que había
vuelto sin que me diera cuenta y limpiaba la sangre de su barra.
-
Al cuarto de seguridad – Ordene al resto del grupo,
que me siguieron.
En el cuarto de seguridad Boris conecto una batería de
emergencia, y aunque tenue, se encendieron algunas bombillas y monitores.
-
Nos habéis salvado la vida, si no llegáis a
aparecer no lo contamos- Dijo uno de los
rescatados.
-
Somos expertos en salvarle el culo a la gente.
¿Quiénes sois y que hacéis aquí? – Contesto Salchi, acercándose a Malena,
claramente interesado en ella.
-
Mi nombre es Igor, ella es Malena, pertenecemos
al punto seguro de Bastia, estábamos haciendo una incursión cuando…... –
-
¿Bastia?, estáis a mas de 80 Km. de casa - le interrumpió Martos extrañado.
- Nos han dicho, que aquí hay unas rebajas de morirse. je je. En serio, en nuestra zona, ya no queda nada, cada vez
tenemos que incursionar mas lejos para encontrar algo – respondio Igor entre risas.
-
¿Y vosotros quienes sois? – pregunto Malena con
su dulce voz.
-
Yo me llamo Salchi, y estoy a sus pies señorita
– se presento haciendo ademán de arrodillarse ante ella. Malena no había perdido ni un ápice de
belleza, vestía ropa militar y se había
cortado su larga cabellera rubia, pero
sus ojos color miel, su blanca sonrisa y su bonita figura seguían ahí.
-
Mi nombre es Martos, este es Boris y el que aun tiene
la mascara de vision nocturna, que todavía no se ha enterado que tenemos luz,
es Ivan, “el boss”– Martos nos presento a todos y Malena e Igor nos fueron
saludando uno a uno. Cuando llego mi
turno, me retire las gafas, Igor me estrecho la mano y Malena se disponía a
hacer lo mismo cuando me miro a la cara y se quedo petrificada. Luego le cambio la cara y se leía el pánico
en ella, esperando mi reacción, esperando un puñetazo o un tiro.
-
Joder Iván, mira ese monitor – intervino Martos
rompiendo el silencio.
Era un monitor de movimiento, de los que se activan cuando
algo se mueve y lo que se movía, eran podridos, no se si los pillo aquí dentro
la epidemia o si habían logrado entrar, pero el centro comercial tenia
caminantes. La situación se había
puesto muy negra, no podíamos salir por la azotea y dentro nos esperaban una
cantidad indeterminada de podridos.
-
Luego hablaremos, ahora tenemos que movernos, si
han conseguido entrar, dentro de poco esto será un infierno – la dije a Malena,
dándola la espalda y saliendo de la
habitación.
Entramos en el centro comercial, estaba todo intacto, no
estaba saqueado, las estanterías estaban llenas de artículos, hoy en día era un
tesoro. Igor y Malena pronto encontraron armas con las que defenderse,
Igor se hizo con un palo de golf y Malena con un bata de béisbol de la sección
de deportes.
Cuando ya habíamos bajado hasta la planta baja del centro
comercial, sin que los podridos dieran señales de vida, empezamos a oír ruidos
de golpes, provenían de los ascensores, nos acercamos sigilosamente y
encontramos la puerta de personal del edificio, detras docenas de zombis las
golpeaban intentando entrar a la zona de las escaleras. Rápidamente procedimos a cerrar la puerta
que comunicaba los ascensores y la puerta de personal con la tienda, luego la
atrancamos. La puerta de personal
estaba a punto de ceder pero esta puerta los pararía, era una puerta
antiincendios que no podrían romper.
-
Las puertas de los pisos superiores e
inferiores, también tenemos que atrancarlas – Grito Malena que era la única que
se había dado cuenta que de nada servia cerrar la planta baja si podían entrar
por otra planta.
-
Martos, al primer piso, Salchi el segundo, Boris
el tercero, atrancar las puertas y volver aquí.
Yo hare lo mismo en las plantas inferiores – todos salieron corriendo.
-
¿Que hacemos nosotros? - me preguntaron Igor y Malena al unísono.
-
Venid conmigo, no sabemos cuantos pisos hay
hacia abajo. –
Corrimos hacia las escaleras mecánicas de bajada, los
carteles indicaban dos sótanos el S1 y el S2.
Indique a Igor y Malena que se encargaran del S1, yo bajaría al S2. Cuando
llegue a la puerta de los ascensores, la
cerré y la atranqué. Entre tanto un grito
desgarrador sonó cercano, en la planta superior.
-
Malena¡¡¡ – a pesar de odiarla, una congoja
invadió mi cuerpo al pensar que la había pasado algo.
Yo termine de atrancar la puerta y luego subí una planta
en busca de Igor y Malena. Los llame y
no me respondieron, la oscuridad y el silencio te helaban la sangre. De pronto un cuerpo apareció tambaleándose a
unos metros de mí. Era
Igor, tenía muchas heridas y chorreaba sangre.
-
Ayúdame Iván¡¡¡ - Farfullo moribundo, sin apenas
fuerzas.
-
¿Qué ha pasado? – le pregunte sujetándolo entre
mis brazos.
-
Estaba cerrando la puerta y un podrido me sorprendió
por la espalda – contesto con la voz entrecortada exhalando su ultimo aliento.
-
¿Dónde esta Malena? – pregunte sin que ya pudiera
contestarme.
Estaba a punto de incorporarme, cuando un fuerte golpe llamo
mi atención, me coloque las gafas de visión nocturna y mire hacia el origen. Allí apareció Malena corriendo desesperada y
golpeándose con lo estantes en la oscuridad.
Detrás aparecieron un grupo de podridos persiguiéndola, sin verla,
guiados por su instinto. La llame y corrimos hacia la escalera, giré la cabeza
para ver cuantos nos perseguían y vi como el grupo que nos perseguía se había
parado a dar buena cuenta de Igor, lo estaban devorando. La muerte de Igor, suponía los segundos
necesarios para tomar distancia y salvarnos.
Cuando llegamos a las escaleras, tenia que decidir entre
subir o bajar, si subía mis compañeros me podrían ayudar, pero los pondría en
peligro a ellos, si bajaba solo nos poníamos en peligro nosotros y la verdad,
no me importaba un pimiento lo que le pasara a ella.
Bajamos al S2, era una planta mas pequeña, casi diáfana,
tan solo había una pequeña sala donde refugiarse, ponía “feria del colchón”. Entramos dentro y todo estaba lleno de camas
y colchones. Con la ayuda de Malena
atravesamos varios somieres en la puerta, evitando que entraran. Luego buscamos otra salida, no la había,
estábamos atrapados como ratones.
Teníamos que quitar los somieres y salir de aquella trampa, pero ya era
tarde, los golpes y los gemidos se escuchaban al otro lado de la puerta.
-
¡¡¡De esta si que no salimos!!! – Exclame.
-
Como siempre – contesto Malena en tono sarcástico.
-
Iba a matarte yo, pero mejor dejo que sean ellos,
será mas justo – sentencie.
-
Mira, siento lo de Larguirucho y siento haberte
utilizado, pero el mundo esta así y es lo que hay, cada uno sobrevive como
puede. – dijo medio disculpándose medio justificándose.
-
Si yo fuera igual que tú, ahora estarías muerta
o caminando sin rumbo por la avenida Trotsky, donde te dejaron tirada tus compañeros.
-
No me des la charla, si quieres pegarme un tiro
me lo pegas, pero no me sermonees.-
Sin darme oportunidad de replica se giro y se acerco a uno
de los colchones, uno grande, que parecía muy cómodo. Se quito el uniforme, dejándose puesta una
camiseta y las bragas y se tumbo en el colchón.
-
¿Qué haces? – pregunte atónito.
-
Que crees que hago, he hecho muchos kilómetros,
he tenido un accidente, me han perseguido y casi me devoran. Estoy cansada y voy a dormir. ¿Algún
problema? –
Malena se quedo dormida y yo me quede mirándola, tenia
sentimientos contradictorios, por un lado estaba furioso con ella y no podía
olvidar lo que nos hizo y por otro lado, la deseaba y reacordaba los buenos
momentos que pase con ella.
No pude soportarlo mas, me desnude y me acerque a ella,
estaba profundamente dormida, la quite la braguitas y empecé a masajearle el
clítoris. Ella empezó a jadear,
estaba muy mojada, la mire para comprobar si continuaba desnuda y vi como me
miraba con los dos ojos abiertos y una sonrisa maléfica.
-
me alegro que al final te hayas decidido usar
esta pistola, no tenia claro si me ibas a matar o a follar – me dijo mientras
se quitaba la camiseta dejando sus dos esplendidos pechos al aire.
Entonces la agarre de la cintura y la penetre bruscamente,
como queriéndola hacer daño, ella no se quejo, al contrario parecía disfrutar
con mis embestidas. Mientras la
penetraba con bruscas sacudidas, ella me mordía y me clavaba las uñas, me corrí producto de la extrema excitación que
me producía. Luego la agarre y la
coloque a cuatro patas contra el cabecero de la cama. Durante nuestra anterior relación nunca
realizamos sexo anal, la dolía y no quería practicarlo. Así que era el momento de desvirgarla
analmente, no me importaba hacerla daño, poco a poco la fui introduciendo la
verga, ella aguantaba en silencio, hasta
que entro por completo y ella grito de dolor. A partir de ese momento la coloque en una
serie de posturas sexuales a mi capricho, sin sacársela del culo, sin
miramientos, hasta que me corrí y su culo quedo chorreando mi semen.
-
¿Estas satisfecho? - me pregunto mientras me besaba y se abrazaba
a mi.
-
Estoy empezando a estarlo, pero aun no hemos
terminado - La conteste colocando mi polla
en su boca.
Cuando ella se disponía a hacerme una felación una serie
de detonaciones y disparos se oyeron del otro lado de la puerta. Para cuando Malena y yo nos vestimos los
disparos habían cesado, tampoco se oían ni los gritos ni los golpes de los
podridos.
-
¿Jefe estas por ahí? – Era la voz de Salchi.
Rápidamente retire las cosas de la puerta y me encontré
con ellos frente a frente. El suelo
estaba sembrado de podridos con la cabeza reventada y ellos tres estaban con la
armas aun humeantes.
-
No hace falta que nos des las gracias, no
tenemos tiempo, estos cabrones no van a dejar de llegar - dijo Martos a la par que reventaba la cabeza
a un par de podridos que aparecían por la escalera.
-
¿habéis encontrado una salida? – los pregunte
mas a gusto que un arbusto.
-
Hay una salida directa a las alcantarillas en
este misma planta – dijo Boris señalando a los baños.
En ese momento apareció Malena a mi espalda, terminando de
abrocharse el pantalón, todos pusieron cara de sorpresa y empezaron las
risitas. Y aunque yo sabía que estaban
deseándolo, ninguno comento nada.
Unas horas después llegábamos a nuestro campamento y el
Coronel en señal de futuras colaboraciones, proporcionaba a Malena un vehiculo
y material para que pudiera reunirse con sus compañeros. Yo me queje al Coronel y le advertí que era
un error, Malena sabia donde estaba el centro comercial y con la importancia
que tenia, no tardarían en venir a saquearlo y si nos topábamos con ellos, no habría
saludos y buenas palabras, sino traición y lucha.
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