Durante todo el día navegamos rumbo a
Helsinki. Ninguno de los dos éramos
expertos navegantes y aunque ella hacia lo posible por intentar ayudarme, no se
daba cuenta que para mi, era un tortura verla pasar delante de mi con ese
pantaloncito corto y esa camisa mal
abrochada que continuamente atraía mi mirada furtiva hacia sus escote y me distraía de la
navegación. Y yo que debía de pensar en
un plan para llegar sanos y salvos, solo podía pensar en la manera de pasármela
por la piedra.
Poco a poco fue llegando la noche y divisamos Helsinki, no
nos acercamos, directamente dirigimos el velero hacia el río Kymijoki y
empezamos a navegarlo río arriba ya sin apenas luz. Llevábamos unos cientos de metros en el río
cuando empezamos a escuchar golpes en el casco del velero. Me acerque a la proa del barco buscando el
motivo de los golpes. Cuando vi los
zombis en el agua golpeando el casco del velero me quede helado. A Sofía la entro un ataque de pánico, se
puso muy nerviosa, la agarre fuertemente y sin que pudiera moverse la dije.
- Tranquila no pueden subir al barco – Mis
primeras palabras no surtieron efecto, seguía fuera de si.
- Yo cuidare de ti – La abrace, al tiempo que
la solté un morreo en la boca.
Sus ojos se abrieron como platos y no fue capaz de
articular palabra, pero surtió efecto y Sofía se tranquilizo.
Navegábamos río
arriba y mientras quedaba un poco de luz, hicimos lo posible por esquivar a los
zombis que sistemáticamente pasaban flotando río abajo y que cuando se topaban
con el barco lo golpeaban frenéticamente, de alguna forma ellos sabían que
estábamos dentro y se sentían frustrados de no poder abordarnos.
- Ya no se ve nada, lo mejor es echar el
ancla y pasar aquí la noche - La dije
mientras preparaba los aparejos.
- Voy a ver si queda algo para cenar –
contesto Sofía
Sofía agacho la cabeza y bajo al interior mientras yo
terminaba de asegurar las velas, cuando termine baje la interior sin tener muy
claro que iba a encontrarme, Sofia había estado un poco distante desde el beso.
- Solo voy a coger unas mantas para dormir en
cubierta – La dije para ver como reaccionaba.
- No quiero dormir sola – me dijo mirándome a
los ojos a la vez que desabrochaba su blusa, dejando todo su torso desnudo.
Sin dudarlo un momento me desnude y la abrace. La tumbe en la cama y me puse sobre ella,
nuestros cuerpos desnudos se rozaron y antes de que darme cuenta ya estábamos
los dos abrazados besándonos. Su piel
era suave y su cuerpo se retorcía al contacto con el mío. Ella aumentaba su excitación conforme yo
recorría su cuerpo con mis manos.
Cuando no aguanto más la excitación, se subió encima mía y froto su
coñito con mi polla. A partir de ese
momento ella se entrego a mi totalmente, lo que nos sumió a ambos en un éxtasis
de placer.
Unas horas mas tarde ella dormía un profundo sueño,
desnuda, abrazada a mi, cuando unos
ruidos en cubierta me alertaron. No
eran los golpes que durante toda la noche habían golpeado el casco. Eran pasos, alboroto, estaban muy cerca, a
unos pocos metros. Lo más
silenciosamente que pude, separe a Sofía de mi y me incorpore de la cama. Busque a mi alrededor cualquier objeto que
estuviera a mano y con el que arrear al intruso. Recogí una botella de vino vacía y camine
silencioso hacia la puerta. En cubierta
seguía el alboroto, no quería creerlo pero mi subconsciente tenia claro que iba
a encontrarme, la única duda era cuantos.
Abrí la puerta y la luz del sol me cegó por un momento, puse la mano
frente al sol y lo vi, allí esta el, un zombie, con el uniforme color caqui del
ejército, hecho jirones y mojado.
El ruido de la
puerta llamo su atención sobre mi, se giro y se planto a un metro de distancia,
estaba tan arrugado y tan desfigurado que su mirada me provoco un escalofrío y
por un momento no reaccione. Luego
soltó un grito infrahumano que me saco del trance y se lanzo como una fiera
sobre mí. Gracias a mis buenos reflejos,
me dio el tiempo justo de esquivarle, lo que provoco que cayera de bruces en el
suelo del camarote. Con un rápido
movimiento, tire de la manta de la cama y se la eche al podrido por
encima. Sofía quedo desnuda sobre la
cama y cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando volvió a entrar en pánico,
por lo que entre los gritos del podrido y los de Sofía se monto un escándalo
monumental. Salte sobre la espalda
del podrido, que estaba bajo la manta intentando zafarse y le arree con la
botella en la cabeza, así una y otra vez hasta que no se movió nada debajo de
la manta y solo un líquido negro viscoso corría por el camarote. Me deje caer en la cama y Sofía se abrazo a
mi, la volví a besar en la boca para que
se tranquilizara. Luego hicimos el amor
desenfrenadamente descargando la tensión que habíamos acumulado, mientras el
zombi descansaba a los pies de la cama.
Por la mañana navegamos río arriba, hasta que llegamos al
lago Tuusula, allí volvimos a echar el ancla y recogimos las cosas para
desembarcar, estábamos a un par de kilómetros de su casa. Antes de dejar el barco, arrastre el cuerpo del podrido hasta cubierta
para lanzarlo por la borda. Estaba a
punto de tirarlo cuando vi que aun llevaba su cartera en el pantalón, la
registre. Se trataba de un oficial,
era comandante del estado mayor del ejército Finlandés y en la cartera además
de los típicos objetos personales, fotos, tarjetas, etc. Había una orden
urgente del estado mayor, de trasportar ordenes en un pendrive con información
desde Helsinki a una base llamada FASGA.
Rebusque por sus bolsillos y lo encontré, no se si inservible por el
agua, pero hay estaba, decidí guardarlo.
- Conozco la base militar de Fasga, esta cerca
de nuestra casa - me comento Sofía.
- No te
preocupes camarada, yo terminare la misión por ti - le susurre al cuerpo mientras lo lanzaba por
la borda del barco para que la corriente lo llevara.
Los dos cogimos cuanto pudimos y nos pusimos en
marcha. La zona estaba muy limpia, no
había podridos que nos importunaran, lo cual era raro pues con la cantidad de
ellos que nos habíamos topado río abajo, lo normal hubiera sido que la zona
fuera un hervidero.
Poco después llegamos a la casa de Sofia, allí no había
nadie, la casa estaba abandonada y a Sofía la invadió una gran tristeza,
registramos la casa pero no encontramos ni un mensaje, ni una nota, solo el
rastro de un abandono precipitado de la casa.
Lo bueno es que no había señales de pelea, ni de podridos, así que aun
quedaba esperanza.
Pasamos unos días juntos en la casa. Durante esos días no vimos ni a un solo
podrido merodear por la zona, así que fue como unas vacaciones en el
paraíso. No se cuanto tiempo hubiéramos
pasado allí follando todo el día como leones, si no hubiéramos encontrado ese
pendrive. Pero algo dentro de mi me
decía, que debía ir a Fasga y cumplir la misión de ese pobre diablo.
Una mañana Sofía y yo recogimos nuestras cosas y nos
pusimos en camino, desde su casa hasta
la base solo había 15 kilómetros. Ese
mismo día podíamos ir y estar de vuelta al atardecer. Era como una excursión.
Fue un camino tranquilo, aquella debía de ser la zona del
mundo con menos infectados por km. cuadrado.
Solo cuando tuvimos a la vista los muros del acuartelamiento, empezamos
a ser conscientes de lo íbamos a encontrar, un fuerte olor a podrido que nos
obligo a taparnos la nariz y un lejano lamento.
Según nos acercábamos lo oíamos mas nítido, nos entro un congojo
interior, nos temíamos lo peor y nuestros pasos se acortaron hasta el punto que
nos constaba avanzar.
Llegamos a la parte exterior del muro, debía de medir 3 metros de alto, era de
un ladrillo rojo llamativo que contrastaba con la nieve que empezaba a
acumularse por todas partes en esa época del año. Dentro se oían los gemidos de muchos zombis,
quizás demasiados. Pensándolo ahora, lo
racional hubiera sido volver por donde vinimos y olvidarnos de ese
cementerio. Pero estábamos allí y
simplemente queríamos mirar detrás del muro.
Le dije a Sofia que esperara abajo mientras yo escalaba el
muro. Cuando mi cabeza asomo y eche el
primer vistazo, quede petrificado.
Dentro del cuartel había miles de cuerpos tirados por todas partes y
cientos de zombis deambulando entre ellos. No me costo mucho imaginar lo que
había pasado allí. Por la cantidad de
civiles y de tiendas improvisadas deduje que toda la población de la zona se
refugio dentro del cuartel. En un
momento determinado un brote de la infección estalló, traído quizás por algún
civil o quizás por algún militar de patrulla, eso nunca se sabrá. Los había pillado a todos dentro, por las señales de lucha los supervivientes
debieron protegerse en el interior de los edificios, una vez rodeados era
cuestión de tiempo que cayeran. Ya
nadie pudo salir de aquel cuartel, así es como todos los zombis de la zona
quedaron juntos y afinados para siempre.
Iba a bajar del muro, cuando algo llamo mi atención, un
podrido había caído en una especie de agujero enorme, la cosa hubiera quedado
así, si no hubiera visto como era arrastrado por una corriente de agua, lo
seguí con la mirada y vi como atravesaba
por debajo el muro del cuartel, una corriente de agua lo llevaba hasta el río y de ahí al mar. Esa era la explicación de los zombis que
encontramos flotando en el río, poco a poco a cuentagotas caían al agujero.
Cuando descendí del muro le conté a Sofia lo que había
visto.
- ¿Mi familia, puede que este dentro? - pregunto con lágrimas en los ojos.
- Ahí dentro, ya solo quedan muertos – la
respondí mientras la abrazaba para intentar consolarla.
- ¿Entonces……., nos marchamos, sin más? - me
insistió Sofia.
- No, debemos cerrar ese agujero antes de
irnos, es peligroso que sigan saliendo poco a poco por el río. - lo dije como si fuera fácil hacerlo.
Sofia y yo fuimos hasta la estación de los quitanieves,
allí había varios vehículos que nos podían servir, pero ninguno de ellos conseguimos
que arrancara. Al final nos volvimos
con tan solo una motosierra, con la intención de cortar algunos árboles y poder
construir una presa con ellos. Cuando
corte el primer abeto y cayo sobre el río un gran estruendo alerto a todos los
zombis del interior, lo que también provoco que aparecieran por el agujero del
cuartel un goteo continuo de zombis que caían.
Algunos alcanzaban la orilla y con la motosierra los iba convirtiendo en
picadillo.
- Mira¡¡ - Grito Sofia,
Yo me gire pensando en otro podrido que habría alcanzado
la orilla, pero Sofia estaba señalando con el dedo al interior del
cuartel. Una hilera de humo salía del
interior. Solo podían ser supervivientes
que nos había oído y querían llamar nuestra atención.
- Todavía queda gente viva¡¡¡¡ - Grito Sofia con todas sus fuerzas.
- Si – conteste sin mas, no salían mas
sonidos de mi boca, era consciente de que un rescate era imposible, no teníamos
medios y ese humo era un marrón tremendo.
- ¿Como lo haremos, como los rescataremos? –
me pregunto Sofia mientras saltaba de alegría y me abrazaba.
Yo, me quede un momento pensativo. Las posibilidades de éxito eran tan escasas,
se hiciera como se hiciera, que daba igual.
Mientras Sofia giraba a mi alrededor eufórica, abrazándome y besándome.
- ¿Lo harás con una tirolina?, ¿con un
túnel?,¿ entraras con un tanque? ¿Ya lo has pensado?
- Lo haré de la manera mas sencilla – conteste
La agarre entre mis mano y me recline sobre ella dándole
un beso en la boca, luego la pedí que me esperara hasta que volviera y me fui a
por mis cosas: 2 M-16, 2 Glock 9 mm, katana y por supuesto la motosierra. Lo cogí todo, junto con una mochila hasta
arriba de munición y me metí por el agujero que llevaba del río al interior del
cuartel.
- Alea jacta est – la grite a Sofia conforme
me alejaba.
Salí del agujero pillando a los podridos desprevenidos,
abrí fuego con los M-16, con disparos certeros en las cabezas de los que se
encontraban más cerca de mi. No tenia
a nadie que cubriera mi espalda, por lo que avance hasta un muro, de tal forma
que los viera venir y no me pillaran desprevenido.
Durante varios
minutos apuntaba, disparaba y recargaba sin dificultad, pero llego un momento
que el numero de podridos era tan alto que ya no había tiempo de recargar. Lance los fusiles a los que tenia mas cerca
y arranque la motosierra, lo hice tan justo que en el primer viaje me lleve la
cabeza de mas de 5 podridos que estaban prácticamente encima de mi. Mientras duro la gasolina de la motosierra
no hubo podrido que se acercara a mi, zombie que se acercaba zombie que
desmembraba. Luego saque las pistolas,
ahora no tenia margen de fallo, ya daba igual esperarlos, avance por el patio
disparando con las pistolas a las cabezas de todo lo que se movían, ninguno se
acerco a menos de 10
metros.
Cada vez quedaban
menos podridos y estaba a punto de cantar victoria cuando me di cuenta que
tampoco me quedaba munición para las pistolas.
Tan solo me quedaba mi katana y mi habilidad.
El tiempo pasaba y yo los mantenía a raya con la katana,
pero después de tanto tiempo el cansancio empezaba a hacer mella en mi
físico. Mis movimientos se convirtieron
en lentos e imprecisos con el pasar de los minutos. De pronto un podrido apareció de la nada y
tuve el tiempo justo de poner la katana entre el y yo, la espada quedo clavada
en su estómago y el podrido aun así no se detenía, entonces tuve que soltar la
espada, fue la única opción que me
quedo. El podrido seguía avanzando
hacia mi y yo ya no tenia nada con lo que frenarlo.
Un disparo sonó seco y al podrido le estallo la cabeza a
pocos centímetros de la mía. Mire de
donde venia el disparo, era Sofia, con
uno de los M-16 en la mano, menos mal que no me había hecho caso cuando la
ordene que me esperara y llego en el momento oportuno. Mientras ella disparaba a todo lo que se
movía, yo recupere la katana del cuerpo del podrido.
- ¿Has traído los cargadores? – la pregunte
cuando llego.
- No quedaban, estas son las últimas balas. –
me respondió.
- No pasa nada, no creo que queden mas de un
puñado de podridos – la anime yo.
Dicho esto se abrió la puerta de uno de los edificios y
salió otra horda de zombis, mugrientos, harapientos y gritando como posesos.
- Sofia, tenemos que correr – la dije
cogiéndola de la mano.
- Pero,
nos faltaba tan poco – me contesto mirándome a los ojos pero consciente
de que no se podíamos hacer nada, eran demasiados.
- Viva, Hurra, Salvados¡¡¡ - eran los gritos que salían de la horda.
Sofia y yo nos miramos incrédulos, nos estaba engañando
nuestra mente o esos zombis nos vitoreaban.
Los miramos más detenidamente y
nos dimos cuenta que a pesar de sus pintas de vagabundos, eran personas
normales, humanos. Habían estado
viendo el combate desde las ventanas y salieron cuando vieron que
vencíamos. Tuvieron suerte de que no nos
quedaran mas balas, si no los cosemos a balazos antes de saber quienes son.
Cuando se acerco a mí el militar al mando de las
instalaciones para felicitarme, le entregue el pendrive con las órdenes. Aunque yo pensaba que era una entrega
testimonial, que esas ordenes ya no servían para nada. El oficial se empeño en arrancar un equipo
que tenían que funcionaba por energía solar para verlas.
Eran órdenes de evacuación, incluía todo el plan de traslado
de los civiles al punto seguro de Haauro, 130 Km. más al norte. Todos los puntos seguros de la zona habían
recibido las mismas órdenes. Así que a
pesar de que ya habían pasado meses de la orden, habían tomado la decisión de
intentar llegar, con la esperanza de que allí recibirían ayuda.
La familia de Sofia
no estaba entre los supervivientes del cuartel, no obstante estaba convencida
de que habían partido hacia Haauro y allí estaban a salvo, esperándola. Yo por mi parte quería seguir mi camino a San
Petersburgo en busca de la mía. Había
llegado el momento de despedirnos. Con
tristeza vi como partía con el resto de la columna hacia el norte, solo me quedo la imagen de
sus ojos llorosos mientras me lanzaba un beso en la distancia.
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