martes, 2 de octubre de 2012

FLASHBACK DE BORÍS



Cuando los chicos acabaron con los últimos restos del conejo, volvieron a agruparse alrededor del fuego a contar sus historias.  Una de las que mas ganas tenia de escuchar era la de Boris, nuestro joven amigo francés tan simpático, peligroso y maquiavélico, esa noche fue su turno.

SAINT EMILION 2 AÑOS ANTES


Yo vivía en Burdeos y a mis 17 años era una promesa frustrada del tenis Galo, aunque  yo siempre pensé que lograría llegar.  Mi única preocupación en el mundo, en aquella epoca, era jugar al tenis, mis padres tenían sobrados recursos económicos,  la epidemia se extendía por el mundo y yo solo me preocupa del tenis y de  Matilde, mi novia y compañera de entrenamiento.   Una joven de mi misma edad, rubia, guapa y también con un gran futuro en el tenis, el unico defecto que tenía, es que su padre era nuestro entrenador, por lo que teniamos que llevar nuestra relacion en secreto.

Poco antes del fin, nuestro entrenador y a la vez torturador nos ofreció a ambos participar en un campeonato juvenil mixto, con las cualidades de ambos el torneo seria un paseo y el premio merecía la pena, el desplazamiento hasta la pequeña ciudad de Saint Emilion, lo haríamos los tres y aunque Matilde y yo cada vez soportábamos menos al tirano, el viaje juntos lo compensaba.  

Como de constumbre mis padres aceptaron, no les importaba que viajara, sobre todo si era para disputar una campeonato de tenis, aun pensaban que podía ser una estrella.  

Todo era como en otras tantas ocasiones, salvo un pequeño detalle, el día anterior el entrenador visito en el hospital a un amigo al que habían transplantado un organo.  Hubo complicaciones y tras rechazarlo parecia que habia muerto, luego el tío tuvo una  reacción extraña, se volvió loco y se puso a morder a médicos y enfermeras, entre los mordidos estaba Richard, nuestro entrenador, que cometió el error de meterse en medio e intentar calmarlo.    Al final lograron reducir al tipo y llevárselo con camisa de fuerza y bozal, pese a que momentos antes estaba al borde de la muerte y recien operado. 

Ya en casa, la herida que le había hecho su amigo empezaba a tener un aspecto muy feo y tuvo que volver al hospital y pasar por urgencias a que se la vieran.

La mañana que debíamos viajar al torneo, el mister se encontraba con mucha fiebre y la herida tenía un aspecto horrible, nos planteamos suspender el viaje.   Al final la madre de Matilde accedió a acompañarlos y conducir ella hasta San Emilion, lo hacia por nosotros, porque parece ser que la relación con Richard tampoco era buena, era igual de cabrón en la pista que en casa.    

Mi futura suegra era una mujer muy atractiva para su edad, su edad rondaba  entre cuarentaycinco y cincuenta años.   Siempre iba impecable y muy maqueada, las pocas veces que habíamos coincidido, no habíamos pasado del saludo cordial.    Aquella mañana Amelie, que así se llamaba la madre de Matilde, me impacto, cuando la vi provoco en mi una erección instantánea, vestía una minifalda de quinceañera y una camiseta blanca ajustada que clareaba sus pezones, con un gran escote que su marido de no estar enfermo, nunca la habiera permitido llevar, pensé que en cuanto llegáramos al hotel, lo primero que haría seria hacerme una paja pensando en ella.

Durante el trayecto en coche, me toco viajar atrás, al lado del  mister,  a pesar de los antibióticos y analgésicos, seguía sudando mucho y empezó a delirar, la fiebre no le bajaba.  Yo fingia que me importaba y hacia el paripe para aliviarle, sin dejar de prestar atención a las chicas, que eran las que de verdad me interesaban.   Amelie no paraba de girarse, mostrándome su escote y lo que había mas abajo, afortunadamente Matilde iba a su lado y no podía ver como se me iban los ojos hacía las tetas y las piernas de su madre.

Cuando llegamos a Sant Emilion lo primero que hicimos fue pasar por el hospital, mucho antes que al hotel o al torneo a formalizar la inscripción.    En cuanto lo vieron, lo dejaron ingresado, a pesar de ello nosotros fuimos primero al torneo y luego pasamos por el hotel.   Nos dieron dos habitaciones, en una debían dormir las chicas y en la otra nosotros.   Aunque segun se desarrollaban los acontecimientos y si todo salía como tenía pensado, iba a dormir poco.

A media tarde Amelie se marcho al hospital  junto a su marido, nos dio instrucciones para coger un taxi, que nos llevara al torneo si ella no volvía a tiempo.   Así fue como me quede con Matilde a solas por primera vez en una habitación de hotel.  Y como empezaron mi escarceos amorosos.    Fuimos al torneo y en tiempo record derrotamos a los rivales, ansiosos por volver a la habitación del hotel a seguir los escarceos.       En la habitación empezaron los besos, luego le siguieron las caricias y los magreos, estábamos tan excitados y calientes que cuando se la introduje por primera vez, ni siquiera nos acordamos del preservativo, simplemente las cosas siguieron su curso natural y empezamos a hacer el amor, ella tumbada desnuda en la cama con sus pequeños pechos blancos y sus pubis precioso, y yo desnudo encima suyo besándola todo el cuerpo mientras mi pene rompía su himen aun virgen.

Matilde y yo disfrutábamos inocentemente de las cosas que poco a poco íbamos descubriendo de nuestra anatomía, cuando la puerta de la habitación se abrió y Amelie nos sorprendió desnudos sobre la cama.   No dijo nada, nos pidió que nos vistiéramos y que yo marchara a mi habitación.   Fueron minutos de una terrible sensación de culpa y de preocupación por Matilde, ¿Qué la diría su madre? ¿Cómo reaccionaria? Se me hicieron minutos eternos.

Una hora después llamaron a la puerta de mi habitación, era Amelie, le abrí la puerta y la pregunte por Richard y por Matilde, me contesto que Richard  estaba peor, lo tenían incomunicado en observación, el virus que lo había atacado actuaba de una forma extraña y tenia a los médicos intrigados.    Matilde había ido a pasar la noche al hospital con el.  Iba a pedirla disculpas, cuando me fije que la blusa que llevaba era transparente  y se podían ver perfectamente sus pechos, no llevaba sujetador, además llevaba el pelo suelto y tenía los labios pintados, todo eso no era normal, pero yo no me encontraba en situación de especular.

La madre de Matilde me hizo varias preguntas sobre mis novias, mis relaciones sexuales y mis experiencias con mujeres mayores, yo inocente de mi al principio pensé que se preocupaba por su hija, pero conforme me hacia preguntas, se acercaba mas y mas a mi, llego a una distancia que casi rozaba con mi pecho su blusa transparente, sus palabras fueron taxativas  

– Bájate los pantalones -    

 Yo nervioso e inocente obedecí, me baje primero los pantalones y luego los gayumbos.  Ella se arrodillo ante mi, baje la mirada y tenia mi polla dentro de su boca, lentamente empezó a hacerme cosas  que yo no imaginaba que pudiera hacerlas una señora decente.  Me lamió, mordisqueo y chupo la polla y los huevos hasta que me corrí  en su boca, y sin inmutarse se lo trago todo.   Luego me dijo que era su turno de disfrutar y tirando de mi pene me llevo a la cama, allí como si de un juguete se tratara, me uso y me exprimió durante toda la noche.  Cuando por fin se quedo dormida en mi cama, yo no me podía creer lo que había pasado, me había follado a la mujer y la hija del entrenador la misma tarde, mientras el se debatía entre la vida y la muerte en el hospital.

Estaba tratando de asimilarlo, me sentía feliz pero a la vez con cargo de conciencia, este podría haber sido el mejor día de mi vida, si no hubiéramos recibido una  llamada de Matilde desde el hospital, contándonos histérica que no paraba de llegar policía e interrogarla y no querían contarle nada de estado de Richard, no la dejaban verlo, no sabia que hacer.

En el trayecto al hospital con Amelie no podía pensar en otra cosa que no fuera volvérmela a follar y aunque pensé que eso no seria posible, por las prisas y por el estado de Matilde.  La lance varias insinuaciones y la puse la mano sobre sus suaves muslos, como no reacciono negativamente subí la mano  y la introduje dentro de sus bragitas, estaba totalmente mojada.  Ese fue el momento en el que paro el coche en la cuneta y de un salto se subió sobre mí rozando sus pubis contra mi pene.   Los coches pasaban a nuestro lado iluminando con sus faros el continuo subir y bajar de Amelie.    Yo estaba tan nervioso que no era capaz de concentrarme, lo que ella interpreto como que no estaba satisfecho, así que se giro. Coloco su cara contra el salpicadero, su culo sobre mi cara, agarro mi polla y se la introdujo por el culo,  mientras decía – era esto lo que quieras, golfete -.  

Para cuando llegamos al hospital nos encontramos a Matilde llorando y rodeada de policías,  Richard había atacado a varios médicos y policías hace unos minutos y lo habían matado a balazos.  Yo pensaba que todo esto era un sueño, este fin de semana superaba cualquier ficcion imaginable, pensé que no podría superar que ese hombre hubiera muerto mientras yo me calzaba a su mujer y a su hija.   Los médicos nos prohibieron verlo, estaba en cuarentena, se trataba de un virus extraño y tremendamente agresivo.  Así que poco después de llegar al hospital, nos llevo la policía de vuelta al hotel, prohibiéndonos que nos moviéramos hasta que nos avisaran.

   Ya en ese momento observamos que la situación no era normal en el hospital, seguían llegando coches de policía  y no cesaban de oírse disparos y gritos.  El policía que nos acompaño al hotel, nos dijo que era una epidemia mundial y Richard era solo una victima mas, los casos no estaban solo aquí, sino en toda Francia y todo el mundo.

Aquella noche Amelie y Matilde me pidieron que me quedara con ellas en su habitación, fue una situación extraña ya que ambas estaban muy tristes y sin saber como paso me encontré besándolas y acariciándolas para consolarlas.   Esto derivo en toqueteo y masturbaciones, y a mitad de la noche me encontraba haciendo el amor con madre e hija simultáneamente.   Por la mañana me despertaron haciéndome una felación a dúo,  estaba a punto de correrme cuando un espelúznate grito en el pasillo nos corto el rollo a los tres.  

Me vestí tan rápido como pude y salí al pasillo a mirar, era muy extraño, había muchas habitaciones con las puertas abiertas y rastros de sangre por todas partes.   Volví a entrar en la habitación y mientras las chicas me preguntaban que había pasado, yo llamaba a recepción intentando contactar con alguien.    Después de unos minutos de infructuosos intentos, encendí la televisión y pudimos ver horrorizados lo que estaba pasando por todo el mundo.    Imágenes de caos, fuego y ataques de gente que atacaba a otra gente.   Nos asomamos al balcón de la habitación para confirmar que lo que veíamos en la televisión no era una película de ciencia ficción.    Desde el balcón vimos a gente correr aterrorizada, coches accidentados sin que nadie acudiera a socorrer a los accidentados y lo peor de todo vimos como unos infectados rompían el escaparate de una tienda y entraban en su interior,  acabando salvajemente  con unas chicas que se escondían atemorizadas en su interior.

Podíamos haber pasado todo el día en el balcón viendo cosas que no pasarían ni en una película de terror, pero alguien empezó a golpear la puerta de nuestra habitación.   Me acerque a preguntar quien era, y los golpes y gemidos se aceleraron con mi proximidad, la puerta empezó a resentirse.  Rápidamente cogimos las raquetas de tenis a modo de arma defensiva y nos dispusimos alrededor de la puerta temiendonos lo peor.   Cuando la puerta se abrió nos topamos con nuestro primer infectado, un hombre mayor de unos 60 años, vestido con un pijama ensangrentado y señales de mordiscos en su cara.   Amelie y Matilde tiraron las raquetas y corrieron en dirección al baño, el infectado las persiguió pasando por delante de mi, cuando casi me había sobrepasado le golpee con el canto de la raqueta en la nuca, cayendo de cruces en mitad de la habitación.   Le volví a golpear el graneo repetidas veces hasta que tanto la raqueta como el cráneo cedieron.

Los tres salimos ipso facto de la habitación, corrimos a la escalera y nos topamos en el piso inferior con tres infectados devoraban a un chico vestido de camarero.  Subimos al piso superior, donde solo había una puerta para salir a la azotea.   Una vez en la azotea pusimos todos los objetos que encontramos detrás de la puerta a modo de barricada.
 
Desde allí vimos a mucha gente en las azoteas de sus edificios aledaños, acorralados, esperando ayuda, esperando un helicóptero o bomberos, que no terminaban de llegar, porque no quedaban.  Nosotros tuvimos la suerte de tener una cesta de las utilizadas para limpiar los cristales del hotel, por donde pudimos bajar a la calle, aun recuerdo como al pasar por una habitación del segundo piso, un infectado rompió la ventana intentando cogernos, afortunadamente con el ímpetu y al no tener la coordinación de una persona normal, cayo de cabeza al vacío estampando su cabeza contra el suelo, fue una imagen de las que no se olvidan nunca.   Cuando casi tocábamos el suelo un segundo infectado salto por la ventana, cayendo en mitad de la cesta, lo que nos obligo a saltar y que Matilde se produjera un esguince en el tobillo.

Yo cogí a Matilde en brazos y recorrí las casas y las tiendas cercanas,  en las pocas que contestaba gente, nadie quiso abrirnos la puerta, todo el mundo tenía miedo y preferían dejarnos en la calle a merced de los infectados, que abrirnos la puerta de sus casas.

Avanzamos por la calle escondidos entre los coches, de pronto oímos la sirena de un coche que se dirigía a nosotros, salimos a su encuentro, era un vehiculo de policía que circulaba a toda mecha, esquivando cuanto le salía al paso.   El coche nos ignoro y siguió calle arriba zigzagueando.    Recuerdo nuestra frustración al ver que no paraba y como me alegre cuando se cruzo un infectado y el coche se lo llevo por delante perdiendo el control y estampándose contra una esquina.   Corrimos hacia el coche, cuando llegamos encontramos a un policía en su interior moribundo, el tipo tenia un visible mordisco en la cara, ese era el motivo de su prisa y de ignorarnos, el tipo se sabia infectado e intentaba llegar a un hospital.    Recogimos su pistola, su linterna, la radio y cuanto pensamos que podría sernos útil, pero cometimos el error de parar demasiado tiempo allí.    Cuando quisimos darnos cuenta, varios infectados se acercaban atraídos por el ruido.   Le dije a las chicas que se ocultaran detrás del coche de policía y yo empecé a disparar a los infectados con la pistola, vacíe el primer cargador en el pecho de un tipo y no se inmuto, continúo caminando hacia mi.    Era demasiado tarde para correr, coloque otro cargador y cuando levante el arma el infectado estaba a un metro de mí, le dispare a bocajarro en la cabeza, que estallo, el tipo cayo al suelo decapitado.  A partir de ese momento todos los disparos iban dirigidos a la cabeza de los infectados, que fueron cayendo poco a poco.  

 Cuando tumbe al último me gire orgulloso hacia las chicas para recibir sus alabanzas, estaban agachadas junto al coche de policía y no vieron a sus espaldas al agente vuelto a la vida, acercándose a ellas,  levante la pistola de nuevo y cuando quise disparar había vaciado el cargador.   Ellas giraron la cabeza y  vieron al policía, Matilde salto ágilmente  hacia delante en un acto reflejo, pero Amelie no tenia ni los reflejos ni la forma física de Matilde y el policía la agarró.   Recogí la porra del suelo y le golpee en la cabeza, hasta que reventó y soltó a Amelie, pero ya era tarde, tenia arañazos y mordiscos por todo el cuerpo.    Agarre a Matilde en brazos y corrí escuchando en la lejanía los gritos desesperados de Amelie pidiéndonos ayuda, suplicando que  no la abandonáramos, mientras Matilde lloraba en mi pecho.

Una calle mas abajo reventamos el candado de una moto, de un disparo y le hice un puente.  Conforme salíamos de la ciudad, veíamos como una cantidad cada vez mayor de infectados, se hacían dueños de las calles y atacaban a los viandantes indefensos.  Luego les tocaría su turno, a todos los que se habían escondido dentro de sus casas, uno a uno saldrían a buscar comida o ayuda y en ese momento serian presa de la horda, irían cayendo irremediablemente, esperando una ayuda que nunca llegaría.

La moto no tenía mucha gasolina, pero nos aguanto lo justo para salir del centro de la ciudad, llegamos a una zona comercial en las afueras, y se quedo tirada junto al IKEA, estaba cerrado y tranquilo.    Encontramos un segurata llamado Sergi que nos contó que empezó su turno el día anterior por la noche y nadie le había venido a relevar. Llevaba 16 horas despierto y estaba muy cabreado.  El tipo no sabía lo que había pasado y estaba más despistado que Adan en el dia de la madre.   Le contamos lo de la pandemia y la masacre que estaba ocurriendo y el tipo fue hilando cabos, al final le entro el agobio por su familia y monto en su coche con la intención de meterse en la ciudad y rescatar a los suyos.    El tipo nos dijo que podíamos esperar dentro, que en la cafetería de personal encontraríamos comida y bebida, que estuviéramos atentos para abrirle la puerta cuando volviera, obviamente el tipo nunca volvió.

-         ¿Y que paso con vosotros? -  pregunto intrigado Salchi.
-         ¿Nunca os he contado lo que me paso dentro del IKEA? Eso si que fue una aventura, pero eso lo dejamos para el próximo día.  – Contesto Boris mientras cerraba su saco de dormir.

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