miércoles, 7 de noviembre de 2012

VILLA CERTOSA

- ¿Salchichon es cierto que conociste a Berlusconi? – Le preguntó Martos a Salchi rompiendo el incomodo silencio que reinaba en aquellas alcantarillas.
- Lo conocí y además me cepillé a alguna de sus chicas – respondió Salchi orgulloso al ver la cara de sorpresa que habíamos puesto.

Recordáis que os conté como nos rescataron del aeropuerto de Milán a mis hombres y a mí los militares, pues de Milano nos facturaron a Porto Rotondo en la isla de Cerdeña, para proteger un lugar llamado villa Certosa ¿Os suena?  Yo en cuanto escuche el nombre me imagine de qué se trataba el destino. Antes de que empezara la epidemia, era el foco de atención de los periodistas por ser el picadero del primer ministro Berlusconi.   Una villa cercana a la playa con 4500 metros cuadrados de terreno y más de 25 estancias entre las de invitados y las del personal de servicio.   Se decía que Berlusconi la tenia llena de putas de lujo y los mandatarios de todos los países hacían cola para visitarle.

Cerdeña era una isla de difícil acceso.  En un principio, las autoridades se apresuraron a cerrar el aeropuerto lo que había evitado la llegada masiva de infectados, también actuaron contundentemente con los barcos que llegaban, hundiendo cualquiera que no pasara los controles médicos y policiales,  con esto habían conseguido mantener alejada la plaga y mantenerse ajenos a lo que acontecía en el resto del mundo.    El problema era que el aislamiento también provocaba escasez,  los disturbios y las protestas eran cada vez mas frecuentes y nuestra misión era reforzar la seguridad.

Cuando llegamos nos asignaron a la vigilancia de la villa, teníamos que defender el perímetro exterior de agresiones o incursiones de los lugareños.  Nos prohibieron terminantemente  acercarnos a las estancias donde se encontraba Berlusconi y sus invitados.  Hacíamos nuestra vida en un edificio anexo a la puerta principal, allí teníamos nuestras habitaciones, nuestro comedor y nuestras sala de descanso.      Hacíamos turnos de ocho horas y yo era el responsable del turno de tarde.

Pocos días antes había visto como el mundo se iba al garete, luchando por salvar mi vida en Milán mientras aquí en Cerdeña, seguían con su rutina diaria como si el resto del mundo no tuviera nada que ver con ellos.    No eran conscientes de la suerte que tenían de seguir vivos, simplemente pensaban que tenían los mismos derechos y protestaban con concentraciones alrededor de la finca.  Las protestas para pedir comida, fármacos o cualquier otra cosa se convirtieron en diarias.  

A menudo teníamos que emplearnos a fondo contra la gente, golpeándolos y expulsándolos a palos de las cercanías de la finca.    Un día la cantidad de gente reunida en la puerta era superior a lo habitual, rondaba el millar de personas, los gritos y abucheos llamaron la atención de los invitados de la villa que se pusieron bastante nerviosos al ver tanta gente y tan crispada intentando derribar las verjas.

   Desde dentro de la casa se ordeno utilizar armas de fuego si era necesario para detenerlos, a los cabrones no se les paso por la cabeza compartir los recursos de los que disponían para calmar a la gente.   Ante el cariz de la situación decidí actuar, antes de que algún guardaespaldas ligero de gatillo o algún policía local nervioso provocaran una masacre.     Procedí a colocar mis hombres tácticamente, rodeando a los manifestantes, pero asegurándome de dejarlos una escapatoria.   Luego ordene  lanzar botes de hubo y a cargar contra la gente.   Como era habitual, en el caos y desconcierto de la situación corrían hacia la escapatoria que habíamos dejado, disolviéndose sin peligro.   Luego detuvimos a los cabecillas y no les quedo otro remedio que volver a sus casas.   Aunque yo sabia que la próxima vez que volvieran no seria tan fácil pararlos.

Berlusconi y sus invitados observaron asombrados la operación desde el interior de la finca.   Les impresiono tanto nuestra facilidad para manejar la situación que me hizo llamar, para felicitarme.  Esa misma tarde acudí, más por curiosidad que por los halagos.   Nunca había pasado del camino que separa la villa del cuerpo de guardia, la vigilancia en el interior la ejercían sus guardaespaldas personales y nadie de la policía local o de mi grupo entraba nunca a las dependencias interiores.  

La primera sorpresa que me lleve en mi camino a la finca, fue la abundancia de recursos, tenían un gran establo lleno de caballos, animales de granja, huertos y multitud de árboles frutales para autoabastecerse.  Se veía claramente que la escasez era algo ajeno a aquella finca.   Ya en la puerta me recibió el jefe de seguridad de Silvio, era un tipo calvo con cara de pocos amigos, un gilipollas que no paraba de decirme que debía y no debía hacer allí dentro.   Pasamos por multitud de lujosos salones donde solo había personal de servicio,  Berlusconi y sus invitados se encontraban en una zona con piscina y pistas de tenis, padel, golf y otras instalaciones todas ellas llenas de chicas guapas jugando o animando.  Los camareros iban y venían con bandejas llenas de canapés y bebidas.  Por segundos me pareció estar dentro de una película, me pellizque para confirmar que lo que veía era real.  Observe que los invitados masculinos eran todos hombres mayores, ricos o poderosos, quizás ambas cosas, mientras que las mujeres eran todas chicas jóvenes y guapas.  No vi ninguna mujer que tuviera una sola arruga y su cuerpo no fuera perfecto.

Silvio me esperaba tomando una sauna turca, entre vapores vi que llevaba tan solo una toalla blanca, sudaba como un pollo y  estaba flanqueado por cuatro bellezas,  una rubia, otra morena, otra parecía castaña y la ultima una preciosidad de ébano llamada Imán, cubiertas tan solo con un bikini mínimo,  le secaban el sudor y lo masajeaban.  El guardaespaldas carraspeo y el me invito a acercarme a su lado, deje mi ropa en un cambiador y entre con tan solo una toalla a la cintura.    Me invito a sentarme a su lado y me estrecho la mano, luego me soltó el típico discurso sobre lo profesionales y necesarios que éramos,  lo orgulloso que estaba de todos mis hombres y terminar diciendo que no se olvidaría de mi recompensarnos cuando todo esto pasara, que continuara igual,  me esperaba un brillante futuro.   Cuando le hable de la conveniencia de ayudar a la gente, me miro como si le hablara en chino.  No sabía si darle una hostia o dos.  Diez minutos antes había dispersado a la gente golpeando viejos, mujeres, heridos y magullados, muchos de ellos famélicos o enfermos,  desesperados por el hambre.   Mis hombres aun me obedecían, pero yo sabía, que muchos se planteaban si seguir en su puesto o pirarse a casa.  Y eso sin entrar en el debate moral sobre lo que hacíamos, que nos hacia sentirnos viles y miserables.

Yo le daba vueltas a mis pensamientos, conteniendo mi rabia, cuando el, indiferente a cuanto le dije,  se levantó y salió de la sauna tranquilamente, sin oportunidad de réplica me quede a solas en la sauna con las chicas.    Tan solo un gesto a las chicas antes de salir, haciendo ademán para que se quedaran conmigo.  Cuando se alejaba pude ver a Berlusconi y al calvo descojonándose de risa, yo me preguntaba el motivo, entonces una mano se poso en mi hombro, me gire  y descubrí la causa de las risas.  Las chicas se habían quitado el mini bikini y estaban como vinieron al mundo, luciendo su cuerpo espléndido, terso, bronceado, posiblemente los cuerpos mas perfectos, acompañados de las caras mas hermosas que había visto en mucho tiempo, desnudas a mi alrededor, volví a peñiscarme por segunda vez.
Me tumbaron en la sauna y arrancaron mi toalla, quede totalmente desnudo y erecto, empezaron por besarme todo el cuerpo, luego sin mediar palabra, una me introdujo las tetas en la cara, otra empezó una mamada, las demás me manoseaban y besaban lascivamente.  La soltura con la que se desenvolvían era sorprendente, eran profesionales y sabían como hacer gozar a un hombre.   Los primeros besos y magreos me pillaron de improviso y me corrí como un colegial.  Luego me limpiaron y me invitaron a que me vistiera, las mire y  las conteste que yo no dejaba las cosas a medias y que aquello acababa de comenzar.  Una a una, las fui penetrando con mi porra (la de carne), ellas poco acostumbradas a un hombre joven y vigoroso, gimieron y gozaron como perras multiorgásmicas.   Cuando acabamos nos vestimos y las chicas me acompañaron sumisas y complacientes a la salida.

De camino a la salida el sonido de un helicóptero nos sorprendió a los cinco.   Se acercaba y se disponía a aterrizar en el helipuerto que tenia la finca.    Todo el mundo se dirigió hacia allí y nosotros hicimos lo mismo, formando un círculo alrededor de la pista vimos que se trataba de un NH-90 con la bandera Belga.  Aterrizó y se abrieron las puertas, primero descendieron un par de militares y luego lo hizo el rey de Bélgica, Balduino creo que se llamaba.  A continuación un montón de tipos trajeados visiblemente nerviosos.  Por ultimo sacaron del aparato a personas heridas, con laceraciones y la ropa impregnada de sangre.  Llamaron mi atención el piloto y copiloto del helicóptero que eran mujeres, dos hermosas chicas, el Balduino ese no era tonto. Cuando el murmullo de la gente me hizo volver la mirada de nuevo al helicóptero, estaba sacando en camilla a alguien visiblemente infectado, lo llevaban sujeto entre varios hombres que a duras penas podían controlarlo.

No pude ver mas, el calvo visiblemente molesto por mi presencia allí, ordeno a un par de sus hombres que me escoltaran hasta la puerta, no me dejaron ni despedirme de las chicas.  De camino al edifico de control, intente advertirlos del peligro que suponía la posible infección de los recién llegados, no me hicieron ni puto caso.  Se supone que me habían agasajado y follado, por lo debía de estar contento y calladito, pero por mi cuerpo solo corría mala hostia y ganas de abanicar a conciencia a esa panda de cabrones elitistas e ignorantes.

Lo primero que hice al reunirme con mi unidad, fue poner vigilancia hacia el interior de la casa, tanto de hombres y perros como de cámaras.    Era posible que los infectados no llegaran del exterior, si no del interior, estábamos metidos entre dos fuegos.   Mis hombres me miraron atónitos y no me quedo otro remedio que contarles la parte del helicóptero y los infectados, rápidamente fueron conscientes del peligro y me obedecieron montando defensas hacia el interior.

Pasada la medianoche, escuchamos disparos en el interior de la casa, mis temores se hacían realidad.  Coloque a mis hombres en alerta y di orden de que no saliera nadie que pudiera estar infectado, si mis sospechas eran ciertas, ahora debíamos de proteger a los habitantes de Cerdeña de los moradores de la finca, las tornas se habían dado la vuelta.   Hacia la una de la mañana empezaron a llegar personas corriendo, aterrorizadas,  intentando abandonar la finca, sus testimonios confirmaban mis temores, la situación se había descontrolado en el interior y grupos de infectados merodeaban sin control a la caza de la gente.

Formé un grupo con mis mejores hombres, con el mejor equipo antidisturbios y armados hasta los dientes.  Nos dirigimos a la villa, hacia las estancias.   De camino nos fuimos topando con un reguero de personas que escapaban de la finca, reconocí a una de las chicas de la sauna, le pregunte por las demás y simplemente bajo la cabeza y se marcho.  Poco mas tarde nos cruzamos con los primeros infectados, teníamos la experiencia de Milano, sabíamos que solo servían los disparos en la cabeza y no servia de nada la compasión, uno a uno cayeron con el cráneo reventado.   Especialmente doloroso fue cuando apareció la preciosa chica rubia que me había follado en la sauna.   Les dije a mis chicos que yo me encargaría de ella,  se acerco a mi y con las manos por delante, se abalanzó sobre mí, pude ver sus ojos grises, vacíos, sin vida, la boca ensangrentada por alguna víctima y la ropa hecha jirones.   Levante mi Beretta 92  y la reventé la cabeza.

Cuando llegamos a las estancias, descubrimos que la situación era incontrolable, muertos e infectados componían un mosaico infernal, miembros humanos y sangre estaban desparramados por doquier.  Conforme avanzábamos por los salones y las habitaciones disminuía el número de supervivientes y aumentaba el número de infectados.  Llegando un momento, en el que no teníamos claro quien era el cazador y quien la presa.    Estaba a punto de ordenar regresar con el puñado de personas que habíamos conseguido rescatar, cuando un tiroteo nos alerto de la cercanía de más humanos vivos.  Nos dirigimos hacia el origen de los disparos, pronto dimos con  la fuente, eran Berlusconi y sus guardaespaldas armados con semiautomáticas y disparando  aquemarropa contra los cuerpos de los infectados que inmutables volvían a levantarse.  Tuvieron suerte de que apareciéramos, si no hubieran agotado su munición, sin hacerles nada a los infectados y hubieran terminado sucumbiendo.

Entre el grupo de Berlusconi había muchas caras familiares, estaban Imán y Luisa, que en cuanto me vieron se lanzaron a mis brazos,  estaba el rey de Bélgica acompañado de sus dos guapas pilotos,  se llamaban Corine y Natalie y no me vais a creer pero eran lesbis. (Iván me interrumpió soltando una fuerte carcajada)

- ¿Por qué te ríes? Cuenta bribón. -  Pregunté a Ivan interrumpiendo el relato.
- Pues si que las conocí, semanas mas tarde en un portaaviones, cuando termines tu historia te daré detalles de cómo se lo montaban – le dije a Salchi que me miraba estupefacto unos segundos antes de proseguir el relato.

Con el grupo reunido y armado, nos fue relativamente fácil neutralizar a los podridos que nos iban saliendo al paso.  Así, poco a poco, nos acercamos  al edifico de guardia donde nos esperaba una desagradable sorpresa.  Una vez mas los habitantes de la isla se habían congregado a las puertas de la villa para protestar por su precaria situación.   Silvio se adelanto y empezó un discurso que lejos de apaciguar a la gente la enervo si cabe mas.   Fue entonces cuando un infectado vestido de camarero llego desde las estancias hasta nosotros y sus guardaespaldas al verlo, abrieron fuego contra el, cayendo abatido bajo una lluvia de balas.

La gente pensando que estaban matando a los suyos.   Se abalanzaron sobre la verja derribándola, miles de personas accedieron al interior con el deseo de saquear la villa, en busca de comida y medicinas, matando a todo aquel que se interponía en su camino, de poco sirvió advertidles del peligro del interior, los pobres habían firmado su sentencia de muerte al derribar las verjas.   

Los que reaccionamos mas rápidamente, corrimos de nuevo hacia la villa.  Apenas éramos una docena, un vistazo atrás para ver si nos seguían los demás y ver como la gente se ensañaba con los que atrapaban.  A Berlusconi y sus hombres los estaban linchando,  no se quien era mas despiadado si el colectivo o los infectados.  A pesar del bullicio y los gritos, los aullidos de dolor de los que caían en sus manos, sobresalían sobre cualquier otro y nos espoleaban a correr aun más rápido en dirección a la casa, sabiendo que en ese momento los infectados eran el mal menor.  

En mitad de la carrera Natalie nos informo que el helicóptero estaba preparado para despegar, si llegábamos hasta el, estábamos salvados.  Las prisas y el pánico nos pasaron factura,  fueron la causa de que no pusiéramos la atención necesaria.  Primero un tipo calvo, que creo era un famoso diseñador y luego Bill Gates, cayeron a manos de los podridos.  Nadie paró a ayudarlos,  sabíamos que ayudarlos suponía arriesgarte a infectarte y a que la horda de gente nos alcanzara, nos seguían muy de cerca.

Cuando llegamos al helicóptero entramos en el interior y mientras Corine y Natalie hacían las comprobaciones y lo arrancaban,  en el exterior del aparato se amontonaban infectados primero y saqueadores después, ignorantes del peligro iban llegando hasta el helicóptero solo para terminar siendo víctimas de los infectados.  Cuando el rotor alcanzo el máximo de sus revoluciones, el exterior era una auténtica batalla campal, todos mataban o morían, fue una instantánea que no olvidare nunca. 

Al final despegamos, solo que con un polizón, un infectado se había agarrado como una lapa al exterior del helicóptero.   Me toco a mí, abrir la puerta en pleno vuelo para despegarlo del fuselaje, no podíamos llevar un infectado a nuestro destino fuera cual fuera, ni arriesgarnos a que cayera en alguna zona donde un inocente pagara por nuestra culpa.  Así que cogí mi porra (la de goma)y le metí en toda la cabeza hasta que el cabrón salió volando.    Con la mala suerte de que fue directo al rotor trasero del helicóptero.  El infectado termino triturado y yo caí al vacío victima del bandazo que pego el helicóptero.   Desde el agua pude ver como el aparato se alejaba, ni siquiera hicieron ademán de volver a rescatarme, simplemente se fueron y yo tuve que volver a nado a la isla.

- Bueno por lo menos en la isla estabas a salvo – Interrumpió Martos del relato.
- De eso nada, para cuando llegue a tierra ya estaba media isla infectada – conteste.
- ¿Y que hiciste? – pregunto Martos animando a Salchi a proseguir.
- Eso lo contare después de que Iván desembuche como conocía a Corine y Natalie - 
- Eso ya lo conté hace mucho tiempo, las conocí en el portaaviones Francés Charles De Gaulle  -

1 comentario:

  1. Como mola! como puedo colaborar para que hagáis un comic con vuestras historias? :)

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