lunes, 1 de abril de 2013

LAS BRUJAS DE LA NOCHE



Llevaba varias horas tumbada en el sofá, con mi chándal amarillo, con el pelo recogido por una coleta y pegada al televisor, alucinando con las imágenes que los diferentes canales ofrecían sobre ataques de infectados a la gente, incrédula por lo que veía, atónita ante la impotencia de las fuerzas de seguridad, disparando a gente a quemarropa, llegando incluso a dudar si lo que veía era una película o imágenes reales, en directo como anunciaban en todos los canales por los que zapeaba nerviosa.

Cuando sonó el timbre de la puerta, salté como un resorte, no esperaba a nadie, ¿Quién llamaba a su puerta?.  Recogió un Kunai de la vitrina y lo oculto bajo la manga, luego con precaución abrió la puerta.

-         Hola, me llamo Sai y soy tu vecina del tercero, de vez en cuando nos cruzamos en el ascensor – Se presento, era una chica rubia,  con una bonita cara y figura y aunque fingí no conocerla, sabia perfectamente quien era, ella y su compañera de piso eran la comidilla del edificio.   Al parecer eran estudiantes de enfermería que se pagaban los estudios con visitas nocturnas, prostituyéndose en una palabra.   Ambas eran jóvenes y deseables, con prominentes escotes y minifaldas, que destacaban sus esplendidos atributos físicos, con lo que se habian ganado el favor de los hombres y la envidia de las mujeres.
-         Si, se quien eres, ¿En que puedo ayudarte? - pregunté entre extrañada e intrigada por la inoportuna visita.
-         Bueno, no se si has visto las noticias……. sabes, el portero dijo que eres una especie de Bruce Lee, que eres cinturón negro de Karate y eso.....– dijo con un sonrisa de esas que hacen babear a los tíos y que a mi me pateo el estomago.
-         Soy 4º Dan de Judo, 6 grado de Kendo y olímpica, pero de karate no tengo ni puta idea – la conteste furiosa.
-         El caso es que Bet y yo, mi compañera, nos preguntábamos si podrías enseñarnos algo, ya sabes, una de esas patadas o puñetazos, por si aca uno de esos locos que salen en la tele nos intentara atacar, ya sabes. – me dijo señalando el aparato de televisión que seguía emitiendo imágenes de ataques.
-         Cómprate una pistola y pierdete.

Sin molestarme en despedirme la cerré la puerta en las narices y volví frente al televisor.  Daban imágenes de lo que parecía una batalla campal, en mitad de la plaza del San Pedro en el Vaticano, los militares disparaban en todas direcciones.  Luego enfocaron el balcón de San Pedro y me pareció ver como alguien con túnica blanca caía arrastrado al vacío, los católicos se acababan de quedarse sin Papa.

Ese fue el pistoletazo de salida, habia que espabilar, cogí una mochila y la llene de todo lo que se me ocurrió que podría ser útil: linterna, mechero, latas de conservas y sobre todo muchas armas.   Los bolsillos de la mochila iban llenos de suriken, kunais y kama.   La katana la llevaría a la espalda preparada.

El salir al descansillo del apartamento escuche gritos un par de plantas mas debajo de la mia.  Baje corriendo con la katana en ristre, los gritos provenían del interior de un apartamento.   Allí encontre a Sai, gritando como una posesa en una esquina de la habitación, en la otra esquina estaba su compañera intentando zafarse del conserje.   Iba a preguntar al conserje que coño hacia, cuando me di cuenta que tenia los síntomas que tantas veces habían descrito en la tele:  piel con tonalidades grises, perdida de la razón y ataques de rabia.   Me acerque y le propine una patada giratoria en la cabeza, soltó a la chica y retrocedió un par de pasos.  Me miro con los ojos en blanco y una mirada que ya no era humana, aquel ya no era el afable y tranquilo portero siempre dispuesto a ayudar.  Algo lo había convertido en un monstruo sediento de sangre.  Se abalanzó sobre mi, lo que me obligo a utilizar la katana por primera vez contra lo que yo creía que era una persona.   La cabeza rodó por el suelo de la habitación y yo me quede en estado de shock un buen rato.

Luego gire la cabeza buscando a la chicas, estaban abrazadas y llorando, la que había sido atacada mostraba profundas heridas en uno de los brazos y el hombro.  Sai corrió a por unas vendas y rápidamente empezó a aplicarle algo que parecía Betadine y a vendarselas, con una gran habilidad y profesionalidad, quizás la había prejuzgado, esta chica valía mucho mas de lo que las apariencias mostraban.

Después de una hora de infructuosos intentos de contactar con la policía o la ambulacia, decidimos salir las tres en mi coche en dirección al hospital, a pesar de no ser heridas de gravedad, Isabelle tenia fiebre y empezaba a encontrarse mal.  Apenas llevabamos unos pocos kilometros conducidos cuando nos topamos un control de policía que cerraba el paso a la autopista.  Bajé del coche para hablar con ellos, sorprendida no encontre a nadie, los coches estaban atravesados con las luces puestas, pero no había ningún agente, no había nadie.   Sai y Bet, se acercaron a continuación y las tres nos miramos confusas.   Me preguntaron que hacíamos y yo apunte con el dedo el coche patrulla.

-         Entrad, seguro que dentro hay armas y con la sirena sera mas fácil llegar -  Las dije con aparente seguridad, pero acojonada por dentro.
-         Pero es un coche de policía, ¿eso no es un delito? – pregunto Sai con mirada atonita.
-         No me jodas Sai, acabo de córtale la cabeza a mi portero, no me vengas con gilipolleces – la conteste enfadada.

En el interior del coche había porras y una escopeta, pero ningun cartucho, también había sangre, mucha sangre.  Un policía estaba muerto en el interior, tenia heridas y sangre por todo el cuerpo.   Lo dejamos en el asiento trasero, donde se deja a los detenidos y las tres nos sentamos juntas delante.  Yo acelere en dirección al hospital con la sirena y las luces puestas.

Al sonido de la sirena, mucha gente salía del interior de sus casas para pedir ayuda.  Tendrían que apañarselas solos, como estabamos haciendo nosotras.   De repente el policía que parecia muerto en la parte trasera del vehículo, empezó a moverse.

-         ¿No estaba muerto? – pregunte a Sai con los ojos como platos.
-         Si, lo comprobé – Contesto Sai sin explicarse lo que ocurría.

Frené el coche patrulla en seco y las grite que salieran, Sai ayudo a Bet a salir y desde el exterior del coche vimos como el policía se incorporaba.

-         ¿Esta usted bien?, ¿Necesita ayuda? – le pregunte sin obtener respuesta.
-         ¡¡Esta infectado, como el portero!! – me grito Sai.

Yo me negaba a matar a dos personas en la misma noche y el policía ya salía del coche, con las manos por delante y la misma mirada de loco que el conserje.   Fueron Sai y Bet las que empezaron a golpearlo con las porras que habían recogido en el interior del coche, pero su fuerza no era suficiente para frenarlo así que por segunda vez, utilice mi katana y la cabeza del policía rodó por la calzada.

-         Soltad las armas!! – Nos ordenó una voz a nuestra espalda.  Nos giramos y vimos a una pandilla de tipos con muy mala pinta, buitres, que aprovechaban el caos para saquear.  Nos estaban apuntando con armas de fuego.


-         ¿Qué queréis? Dejadnos tranquilas – les dijé amenazandolos con la katana.


-         Solo queremos ayudaros – dijo uno de ellos y los otros tres rieron, estaba claro que sus intenciones no eran buenas.  La impunidad de la situación, unido a las minifaldas y los escotes de mis compañeras eran una mezcla demasiado peligrosa.


-         Estamos infectadas – Les dije con la esperanza de que eso los desalentara.


-         ¿Qué estáis infectadas? Pues tranquilas que yo tengo la vacuna – dijo agarrándose el paquete.

Entre las risas de sus amigos agarró la blusa de Sai, rompiéndola de un tiron.   Sus tetas espléndidas quedaron al aire.  Jaleado por sus amigotes. el tipo continuo arrancando la poca ropa que le quedaba a Sai, la falda y las bragas cayeron rotas al suelo a tirones.  Nosotras mirábamos impotentes mientras sus compañeros vitoreaban y nos encañonaban en un rincón.    Cuando quedo totalmente desnuda e indefensa la agarro por el pelo y la obligo a arrodillarse frente a el, se saco la verga y se la introdujo en la boca hasta que desapareció.

En la tensión de la situación, ninguno de ellos se dio cuenta que atraídos por las luces del coche patrulla, un grupo de infectados estaban a pocos metros.  Cuando se enteraron, era demasiado tarde, los tenían encima y empezaron a dispararles precipitadamente.   Yo agarre del brazo a Bet y salimos corriendo hacia Sai.  Aprovechando la confusión, le clave mi kunai en la nuca al cerdo, los demás ni se dieron cuenta.

Corrimos lo mas rápido que pudimos, ya estábamos fuera de su vista cuando dejaron de oírse los disparos, no sabíamos como había terminado la refriega, pero tampoco teníamos interés en saberlo.   No paramos hasta llegar a un rascacielos que estaba allí solitario, a los pies de la autopista.

Golpeamos la puerta e hicimos aspavientos frente a la cámara de vigilancia, sabíamos que en esos lugares había gente vigilando toda la noche.  Poco después apareció una enorme chica de color, con el característico uniforme de vigilante de seguridad.

-         ¿Qué quieren? – pregunto sin llegar a abrir las puertas y con la mano puesta sobre su revolver, alucinada ante la escena. Bet enferma, Sai desnuda y yo con mi katana.


-         Nos han atacado, nos persiguen, por favor déjanos pasar – la suplique temiendo que mas infectados o saqueadores llegaran. 


La mujer dudó, estuvo unos segundos pensativa y luego abrió el cierre de seguridad para que pasáramos.
-         Pasad, aquí estaréis seguras – dijo y en su mirada advertí que estaba quebrantando las normas por nosotras.


-         Me llamo Holly, pertenezco al departamento de seguridad – se presento, era una chica alta y robusta, con el pelo recogido y una amplia sonrisa. 


 Nos llevo a la sala de monitores y le dejo un traje de látex negro a Sai que ninguna quisimos preguntar de donde había salido pero que la quedaba como un guante.

-         ¿Estas sola? – la pregunte extrañada de que no hubiera nadie mas allí.
-         Si, en realidad debíamos de ser tres, pero ninguno de mis compañeros a aparecido hoy, es imposible contactar con nadie – respondió resignada.
-         Me encuentro muy mal – interrumpió Bet pálida y con sudores.
-         Necesitamos antibióticos y ayuda urgente – dijo Sai visiblemente preocupada por su amiga.
-         En el piso 15 están los de LocalTV trabajando, quizás ellos tengan algo y si no puede que la lleven en su helicóptero al hospital, conozco al encargado, se llama Peter y es un tio majo. – dijo Holly señalando unos monitores en los que se veía a gente trabajando.

Minutos después dábamos vueltas por la planta 15, en medio de una actividad frenética, con gritos y carreras constantes.  Cuando por fin encontramos a Peter y conseguimos que nos prestara atencion.  Le pusimos al día de todo lo que nos había pasado y le pedimos ayuda para llevar a Bet al hospital.  Peter no nos contestó, simplemente nos pidió que le acompañáramos y nos mostró un monitor.  En el monitor se distinguía la zona de urgencias del hospital.  Al igual que aquí todo el mundo corría de un lado a otro, lo cual era lógico, salvo por el detalle de que corrían perseguidos, los enfermos “infectados” perseguían a los médicos, enfermeras y demás personas que allí hubiera.   Algunos militares disparaban en todas direcciones, parecia un campo de batalla mas que un hospital.

-         Eso es lo que os espera si vais al hospital, es el peor sitio, un infierno, la situación se les ha ido de las manos. Estas imágenes son de hace dos horas, ahora no sabemos ……. – nos estaba contando Peter cuando alguien requirió urgentemente su presencia.

Todos los que estábamos allí nos reunimos entorno a una gran pantalla.  El presidente iba a comunicar algo importante.   Tenia cara de cansado, abatido, le costaba mirar de frente a la camara.  Empezó diciendo que la epidemia se había descontrolado, que los recursos del gobierno eran insuficientes para hacer frente a la situacion.  Los países de nuestro entorno estaban en la misma situación que nosotros, por lo que no podíamos esperar ayuda suya.   Me choco bastante cuando dijo que algunos países asiáticos estaban procediendo a utilizar bombas atómicas contra sus ciudades.   Se comprometió a dar boletines diarios y a continuar en su puesto hasta el final.

El comunicado parecia una despedida, el resumen era que estaban desbordados y cada uno tenia que buscarse la vida por su cuenta.

Nada mas terminar el discurso casi todos optaron por dejar el trabajo y reunirse con sus familias, solo Peter y un pequeño grupo decidieron quedarse al pie del cañon.   Holly me dijo que tenia que bajar a la sala de seguridad, para asegurarse que cuando saliera todo el mundo, todo quedara cerrado.  Yo me ofrecí a acompañarla y deje a Sai con Bet que cada vez presentaba peor aspecto.

Cuando llegamos a la puerta principal encontramos que una decena de infectados, aporreaban los cristales intentando acceder al interior sin conseguirlo. Reconocí a algunos de ellos, eran los tipos que nos habían atacado en la calle.

 Entramos a la sala de las cámaras de vigilancia para ver la situación de las otras puertas del edifico.  En todas era igual, se concentraban infectados lentamente.  En todas menos en la del parking, alguien que había salido por allí, había dejado la puerta abierta.

Holly y yo nos miramos y sin decir nada salimos corriendo.
-         Ya deben de estar dentro¡¡ - grité.
-         Tenemos que bloquear el ascensor y la escalera de subida del parking – me dijo Holly apretando el botón de parada de los ascensores. 
-         Lo mismo se ha quedado alguien atrapado dentro – la dije.

Holly empezó a tocar nerviosa los botones de las cámaras buscando la del interior de los ascensores.   Cuando aparecio en el monitor, confirmamos nuestros temores, en ellos no había personas, al menos no personas normales, estaban llenos de infectados.   Se habían abierto en el parking y los infectados habían atacado a los que habían bajado en su interior.  Luego desde arriba inconscientemente habían vuelto a llamar a los ascensores a la planta 15 sin saber lo que había dentro.   Por suerte para ellos nosotros los habíamos bloqueado entre la 14 y la 15 segundos antes de que se abrieran las puertas.

Luego bajamos por las escaleras, teníamos que bloquear cualquier posible entrada al edificio.   En unos minutos formamos una barricada de muebles tras la puerta a las escaleras.  No sabíamos cuanto aguantaría, decidimos subir a avisar a los demás.

Después de subir los 15 pisos corriendo, buscamos a Peter que seguía trabajando y le pedimos que nos acompañara.   A solas le contamos lo que había pasado y que no estábamos seguras de que la barricada aguantara mucho.   En ese momento Sai entro llorando.  Nos comunicó que Bet había muerto en sus brazos.   Peter nos dijo que nos entendía, pero que este era un momento histórico y el no abandonaría el estudio por nada del mundo, al menos mientras pudieran emitir.   Que si nosotras queríamos marcharnos, en un par de horas volvería el helicóptero a repostar y podríamos hacerlo.

Nosotras tres nos quedamos en la sala deliberando si marcharnos o quedarnos, de repente un grito nos interrumpió, corrimos hacia el origen, que era un pequeño plato desde donde se emitían los informativos.   Allí estaba Bet, viva,  mordiendo al presentador del informativo en pleno directo.  Peter y el grupo que quedaban allí, intentaron separarla recibiendo arañazos y mordiscos varios sin que pudieran dominarla.
-         Holly, con la pistola – la grite sacandola de su pasmo.
-         No, es Bet – grito Sai intentando impedir que Holly disparara.

Holly apartó a Sai sin esfuerzo, como si fuera una pluma y disparo tres veces al pecho de Bet.    Los disparos la frenaron un segundo y luego avanzo hacia ella.   Holly se abrió de manos y me miro, preguntándome que hacia.

-         A la cabeza, dispara a la cabeza – La repetí.

Holly se tomo unos segundos para apuntar que me parecieron eternos y luego disparo, la cabeza de Bet estallo como una sandía.

Peter y los otros volvieron a ponerse a trabajar como si no hubiera pasado nada, Holly se quedo sentada, en estado de shock con la pistola aun humeante en su mano y Sai se acerco a mi seguramente me odiaba por decirle a Holly que disparara.

-         Hace menos de una hora que el portero mordió a Bet – me dijo mirándome a los ojos -  Dentro de una hora, Peter y el resto de estos tipos, van a pasar por lo mismo y nos atacaran – me susurro de nuevo para que no pudieran oírla.

No estaba reprochándome lo de Bet, estaba advirtiéndome de lo que nos esperaba.

Entre las dos levantamos a Holly y la convencimos de que nos siguiera a la azotea al helipuerto a esperar la llegada del helicóptero.

Fueron pasando los minutos y los fuegos, las explosiones en la ciudad cada vez eran mas habituales, sirenas, alarmas, disparos en todas las direcciones.   En el exterior del edificio se agolpaban cientos de infectados, era imposible que la barricada que habíamos improvisado Holly y yo los detuvieran mucho tiempo.

Cuando ya nos empezaba a cundir el desanimo un helicóptero apareció en el cielo, poco a poco se acerco hasta nuestro edificio, luego se paro sobre nosotras a unos diez metros y aterrizo.  La piloto se llamaba María, su nombre y sus rasgos morenos tanto de piel como de tez, delataban su origen latino.

-         ¿Cómo que no queda nadie en el edificio? – pregunto primero incrédula y luego abatida María.
-         Todos están muertos o infectados – respondimos las tres sin que eso pareciera convencerla.
-         No me iré de aquí hasta que no lo vea con mi propios ojos, el deposito del helicóptero tardara en llenarse 15 minutos, bajare a echar un vistazo. – dijo María encaminándose a la puerta de la azotea.
-         Vamos chicas, tenemos que protegerla o no saldremos de aquí ninguna – les dije a Holly y Sai.

En fila india fuimos bajando las escaleras, intentando ser lo mas silenciosas posibles.   Cuando alcanzamos la planta 15 la encontramos en silencio, demasiado tranquila, nadie hubiera dicho que se trataba del mismo sitio donde bullía actividad hace unas pocas horas.

-         Hola ¡¡¡¡, hay alguien ¡¡¡¡ - grito María de improviso antes de que pudiéramos taparla la boca.

De pronto empezaron a producirse ruidos y movimiento a nuestro alrededor.   Las tres nos colocamos alrededor de María haciendo un circulo defensivo.   De detrás de una mesa apareció un tipo que salto sobre nosotras, Holly en un alarde de puntería y reflejos le acertó en la cabeza, luego dos mas llegaron corriendo como posesos, Holly disparo al primero y le acertó en una oreja, que voló por los aires sin que el tipo se inmutara.   Cuando estaban a punto de agarrarla hice un rápido movimiento con la katana segando las manos del infectado, Holly le dio una patada que le hizo caer de culo a tres o cuatro metros.   El segundo parecía que alcanzaría a una de nosotras sin que ninguna pudiéramos hacer nada para evitarlo, cuando la linterna Macline de María impacto en la cabeza del infectado abriéndole una brecha de la que broto un liquido negro.

-         Hay que marcharse de aquí echando leches – dijo María y las cuatro corrimos hacia la azotea perseguidas por un infectado sin manos.

Íbamos a empezar a subir la escalera cuando encontramos a lo que quedaba de Peter cerrándonos el paso a la azotea. Instintivamente empezamos a bajar pisos, error, los infectados habían traspasado la barricada y subían como una horda por las escaleras.   Les dije a las chicas que me siguieran y volvimos a subir a la carrera.  Cuando llegamos a Peter este se lanzo sobre mi, yo aproveche su impulso y le hice un kata-guruma que lo proyecto al vacío por el hueco de las escaleras.  Luego el tipo manco le siguio por el hueco de la escalera, era la cuarta persona que mataba esa noche.

-         Necesito cinco minutos para arrancar el aparato, tenéis que entretenerlos – dijo María mientras abría la puerta del helicóptero.
-         A mi solo me queda una bala, la he guardado para mi – dijo Holly
-         Pues no la gastes que la vamos a necesitar – contestó Sai cogiendo una lata de gasolina y lanzándola a la puerta de la azotea.

Holly metió la bala en el revolver y disparo a la lata, generando una llamarada y fuego de varios metros de altura.   Entre las llamas brotaron los primeros infectados, que como antorchas humanas daban unos pasos y caían al suelo carbonizados.

-         Agarraos, que nos vamos – gritó María despegando de improviso.

A unos metros del suelo, parados en estacionario sobre la azotea, vimos a cientos de personas que entraban al edifico y que poco a poco alcanzaban la azotea, de esta nos habíamos salvado.

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