lunes, 9 de enero de 2012

C.A.R


El B.M.R. se convirtió en mi casa, era mi pequeña fortaleza, dormir o comer ya no requerían una vigilancia constante, el único defecto que tenía era la cantidad de combustible que consumía, lo cual me obligaba a repostar frecuentemente.   En una de esas paradas fue donde encontré a los miembros del C.A.R.

Mi modo de operar era simple, localizaba un lugar donde podría quedar combustible, en este caso una estación de autobuses con surtidor propio, me acercaba a una distancia de observación, donde los podridos no pudieran advertir mi presencia, lo que venia a ser aproximadamente 500 m. y desde esa distancia contaba el numero de infectados y elaboraba un plan de acción.   Normalmente todo estaba en calma y lo normal es que los podridos estuviesen tranquilos.     Pero esta vez me lleve una sorpresa, no por la cantidad, ya que era una estación de autobuses y esperaba que hubiera muchos, sino por la actividad, estaban todos frenéticos, excitados se movían  como locos.    Eso solo puede significar una cosa, carne fresca.  

Pase varias horas observando la situación, hasta que un grupo de zombis destrozo una de las ventanas, los cabrones no sienten cansancio y pueden ser extremadamente tenaces, así que los humanos que hubiera dentro estaban bien jodidos, era el momento de aprovechar la situación y acercarme a repostar sin peligro.  

Cuando arranque vi como se abría una especie de trampilla que daba a la azotea y 3 individuos subían como si los persiguiera el diablo (no era e diablo pero poco le faltaba),  dos de ellos se pusieron sobre la trampilla para evitar con su peso que los podridos la abrieran, la tercera daba vueltas en la azotea buscando una salida. 

 Cuando casi todos los zombies habían entrado en el edificio por la ventana, entonces lentamente y sin hacer mucho ruido coloque mi vehículo paralelo al surtidor y llene el deposito, los del tejado me habían hecho un gran favor sin saberlo, así que igual que llegue me fui, limpia y silenciosamente, cuando alcance de nuevo un lugar seguro, baje del BMR y busque con la vista  a los tres de la azotea.

Estaban a punto de saltar sobre un autobús  aparcado en una de las fachadas del edificio, era un salto de 3 m. pero no creo que tuvieran otra alternativa, si les salía bien tendrían tiempo de escapar ya que todos los zombis estaban dentro y tardarían en salir de nuevo.    Primero salto uno de los tipos, que lo hizo con una agilidad y una facilidad que parecía que el salto era una cosa de niños.  Luego el mas delgado de los tres, que se dejo caer en lo brazos del tipo que había saltado en primer lugar, lo estaban haciendo muy bien,  los había subestimado y estaba sorprendido.  Todo iba bien hasta que salto el tercero, cayo mal, seguramente tendría una rotura o torcedura en la pierna derecha, fuera lo que fuera se había convertido en una presa fácil para los podridos, ahora lo mas probable era que  los otros dos se marcharan y abandonaran, es lo que yo hubiera hecho.

Creo que eso fue lo que me animo a intervenir, el ver que los dos tipos no escapaban, sino que se quedaban a ayudar al compañero, el que cojeaba se agarro a los hombros de los otros dos y juntos los tres corrieron.  En ningún momento pensé intervenir, solo lo veía como si fuera una película, aunque conmigo no fuera nada, tenia curiosidad por saber si cuando la horda estuviera a punto de alcanzarlos, se acabaría la camaradería y dejarían tirado al herido para salvar sus vidas o lucharían juntos hasta el final.  

 Conforme los veía correr,  añore tener compañeros, pensé lo que echaba de menos hablar con alguien de lo ocurrido, después de tanto tiempo me habia aconstumbrado a la soledad.  Medite la posibilidad de intervenir, un poco de conversación no podía ser pelibroso, ademas esos tres se habían ganado una ayuda. 

  El caso es que arranque el BMR y enfile hacia ellos lentamente, hubiera corrido mas, pero mi curiosidad seguía esperando saber si al final abandonarían a su compañero.   Finalmente llegaron al vehículo los tres juntos.

Si decir palabra y sin saber donde se metian, entraron dentro, cerré la puerta y arranque.   Los tres se tumbaron exaustos sin decir palabra, eran dos hombres y una mujer   Ella  llevaba el pelo muy corto y era muy delgada por eso de lejos me parecío un chico,  tenia unas facciones bonitas.  Los tipos eran altos y fuertes, de apariencia militares,  los tres debían de tener poco más de 20 años.

Conforme recuperaban el aliento, cada uno con un de ellos me fue dando las gracias con acento diferente. 

  - Pensaba que no lo contábamos - dijo la chica que poseisa una voz dulce, casi infantil.
-          No hay de que, ¿pero quienes sois? - pregunte intrigado  -

La chica se levanto, actuando como si mandara o llevara la voz cantante del grupo.

-          Me llamo Vanesa, estos son mis amigos Tin y Bop - dijo señalando a sus compañeros, que levantaron la mano a modo de saludo.  
- Bop es el que se ha lastimado la pierna.
-          Yo me llamo Iván y habéis tenido mucha suerte de que pasara por aquí, ¿Qué hacéis en esta zona? Es muy peligrosa.
-          Estábamos explorando, buscamos viveres, armas, medicamentos, cualquier cosa útil -  Mientras me hablaba miraba el pequeño arsenal  que tenia dentro del BMR, lo cual, me daba muy mala espina.
-          Si, parece que a mi me ha ido mejor que a vosotros, bueno ¿donde os dejo? - Me apresure a preguntar.
-          Bop, no puede andar apenas, quizas podrías acercarnos a nuestro campamento -  Dijo Vanesa sin cortarse en mirar los medicamentos y las otras cosas que llevaba en el vehículo,

No se molestaba ni en disimular y eso no me gustaba nada, lo mejor era deshacerse de ellos rápido.
-          No me gustan las aglomeraciones, os dejare en algún sitio para que sigáis vuestro camino solos - Despues de decir esto, el silencio se adueño del interior del vehiculo.

Cuando me disponia a  parar cerca de un vehículo abandonado en la cuneta, para abandonarlos, senti un pequeño pinchazo de aguja en la espalda, que me hizo perder el conocimiento.  Sabia que no debía de fiarme de nadie y aun así una y otra vez cometía el mismo error. Había salvado sus vidas y ellos me lo pagaban así.

Aquella parecia la habitacion de un hospital, fue lo primero que pense al abrir lo ojos.

-          YA SE HA DESPERTADO!! - grito el hombre que estaba de pie en la puerta, debía de estar vigilándome.

La puerta se abrió,  entraron dos mujeres y el vigilante se coloco detras de ellas.   Una la reconocí rápido, aunque ahora si parecía una mujer, con una falda vaquera corta y una blusa blanca,  era la chica a la que había salvado de los podridos y que luego me había drogado, si hubiera tenido fuerzas la habría pegado un puñetazo.  La otra, de unos cuarenta años, rubia, su cara reflejaba cansancio y a pesar de ello lucia hermosa, vestía con un traje chaqueta negro, de esos que llevaban las ejecutivas de las multinacionales.

-          Quiero pedirle disculpas en nombre de los míos y de mi hermana pequeña - Tomó la palabra la del traje chaqueta señanlando a Vanesa -  Ella hizo lo que pensó era lo mejor.  Sin embargo el fin no justifica los medios - continuo hablando, yo no conteste, mi semblante seguía serio y lo único en lo que pensaba era en recuperar rápido, para salir pitando.

-          Mi nombre es Susana y soy la directora del CAR. -   Pensé, que coño seria, tenia curiosidad pero no tanta como para romper mi silencio y preguntarla.  - En breve recuperara toda su fuerza y podrá levantarse y marcharse si lo desea.

-          ¿Significa eso que no soy un prisionero, me puedo marchar cuando quiera? -Pregunte inquisidoramente rompiendo por fin mi silencio. - ¿Con mi vehículo, con mis armas, con mis medicinas?   me resulta difícil creerlo. - La dije.

-          Bueno, no tengamos prisa, ahora es usted nuestro invitado, estamos muy agradecidos por su aportación a nuestro campamento, ahora puede darse una ducha caliente y pasar por el comedor,  estoy seguro que sabrá apreciar estos lujos que le ofrezco, nada comunes en los tiempos que corren ¿Señor..?

-          Lamolevk, Iván Lamolevk, -  le conteste, pensando cuales serian esas aportaciones “voluntarias” a su campamento.  ¿Qué me habrían robado?

-          ¿Es usted ruso?, aquí en el Centro de Alto Rendimiento tenemos una atleta de su país, su nombre es Nadia.  Estoy seguro que Nadia, estará encantada de ser su guía por nuestras instalaciones  - dijo mientras ambas daban media vuelta y salían de la habitación.  De espaldas se apreciaban mejor sus esbeltas figuras, sus faldas ajustadas y sus largas piernas, definitivamente eran hermanas.

No debía de ser un prisionero, ya que después de ducharme, vestirme con mi ropa que ya estaba planchada y limpia, comer como si fuera un caballo, pude darme una vuelta por el complejo sin nadie vigilándome, lo cual me extraño bastante.     El complejo estaba en una zona montañosa, solo accesible por una carretera, lo cual lo hacia fácil de defender, las proporciones eran enormes, con varios campos de futbol que habían reconvertido en huertos, y muchos pabellones que parecían dormitorios, apenas se veía a nadie, no había movimiento estaba semidesierto,  llamaba la atención el gran huerto solar que proveía de energia al complejo y un arroyo que bajaba de la montaña que les surtía de agua potable.    En la puerta del complejo había un gran parking, allí  estaba mi BMR aparcado junto a un puñado de  vehículos.

-          Hola - sonó una voz a mi espalda  con acento Moscovita -  Mi nombre es Nadia, soy de Moscú -  Me di la vuelta y vi una joven de larga cabellera, rizada y castaña,  ojos claros y nariz aguileña. -  Me han dicho que te llamas Iván y eres compatriota mío.
-          Si, o al menos lo fui - la conteste sonriendo.
-          Susana,  la directora me ha pedido que te enseñe el complejo y que luego te lleve a su despacho, quiere hablar contigo.
-          Creo que ya he visto suficiente, cuanto antes vayamos a su despacho mejor, ¿Qué hace una moscovita aquí, tan lejos de su casa? -  le pregunte mientras andábamos en dirección a lo que parecía un edifico de oficinas.
-          Soy atleta, me preparaba para las olimpiadas de Madrid, cuando empezó la epidemia me pillo en el CAR.  Rusia fue de los primeros países en cerrar sus aeropuertos y no pudimos regresar a casa,  casi todos los que estamos aquí somos de diferentes países que quedamos atrapados.  ¿Y tú, que haces aquí, tan lejos de nuestra casa?

No la contesté, simplemente continúe andando hasta que llegamos a la puerta del  despacho de Susana, entonces Nadia se despidió y me dijo que luego se pasaría a  verme para terminar la conversación 

– No sabes las ganas que tengo de hablar en nuestro idioma, hacía meses que no lo hablaba -  me dijo en ruso.  Así que me despedí de ella con dos besos y entré en el despacho de Susana.
Estaba sola, sentada en un sillón tras una mesa de despacho, con un gesto me indico que me sentara en una silla que había frente a ella.

-          No me andaré con rodeos, necesitamos ayuda -  Me dijo, desde luego que no se andaba con rodeos, pensé.
-          Como ya habrás visto, tenemos luz, comida y agua, podemos sobrevivir años, hasta que pase la epidemia.  Solo nos hacen falta algunos medicamentos, armas y gente que sepa manejarlas -  Yo permanecía callado, escuchando, sabia que me iba a hacer una oferta.
-          Le ofrezco pertenecer a este complejo, a nuestra comunidad, a cambio de nada -  Hizo una pausa-  Necesitamos gente como usted que sepa moverse por el exterior, que sepa manejar armas, hemos perdido a muchos chicos hay fuera, somos deportistas no soldados y si no hubiera sido por usted seguramente también hubiera perdido a mi hermana.
-          Lo siento, pero soy un tipo raro, me gusta la soledad y nada de lo que me ofreceis necesito, lo único que quiero es mi BMR y marcharme de aquí lo antes posible.
-          Pero que clase de hombre es usted - me grito - le estoy ofreciendo un refugio a salvo de la locura de fuera y lo rechaza - estaba visiblemente contrariada y enfadada, hizo una pausa, se calmo y continuo hablando - por lo menos déjenos alguna de las armas, es lo único que le pido, así no estaremos indefensos.

Pensé unos segundos antes de contestar, aunque no tuviera pensado quedarme, convenía tener buenas relaciones con ellos y un refugio en caso de que las cosas se pusieran muy feas.

 - No hay problema, les puedo dejar dos escopetas y algo de munición.   Me quedare aquí el tiempo necesario para que aprendan a manejarlas y luego me marchare, ese es el trato -  Sin decir mas, me levante y salí del despacho, ella no dijo nada, imagino que no contemplaba la posibilidad de que yo no quisiera quedarme y se quedo sin palabras.

Por la tarde, tumbado asolas en la habitación que me habían asignado, me imagine como seria la vida en este lugar, en sociedad, tranquilamente y sin peligros, realmente eran imágenes tentadoras.
Dos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, era Nadia, como me prometió, allí estaba, frente a la puerta.  La mire de arriba a abajo, pantalones cortos, con sus largas piernas al aire y una camiseta blanca que transparentaba un sujetador de encaje. El pelo suelto y los labios de rojo pasión eran una declaracion de intenciones.  Llevaba algo en su mano escondido trás su espalda, era una botella de vodka Erictok.  

Bevimos y hablamos de los viejos tiempos, nos desahogamos contándo nuestras vidas y desventuras. A mitad de botella, ella estaba borracha como una cuba, imagino que el deporte y la tolerancia al alcohol no son muy compatibles.   Así que paso lo que tenia que pasar, empezó a tontear conmigo, me  pidió que la diera un masaje y se quito la camiseta, luego se desabrocho el sujetador, y se tumbo en la cama, dejando sus dos precisosas tetas al aire.  Tambien desabrocho el short, no llevaba braguitas, he hizo gestos para que me acercara.  Yo obedeci, me coloque a su lado y ella se abalanzo sobre mí, lanzándome de espaldas sobre  la cama,  se me subió encima y fue avanzando sobre mi hasta que coloco su coño en mi boca. Sin tiempo de reaccionar, sin probarlo siquiera, con un repentino movimiento, se giro y se coloco en la posición de un sesenta y nueve besándome y chupándome los huevos – mejor así – dijo.    Luego volvió a girarse, como si de una posesa se tratara me cogió la polla con la mano y la introdujo  en su clítoris.  Estaba tan mojada y caliente que entro como un cuchillo en  mantequilla, no se cuanto tiempo estuvo encima mía, cabalgandome y jadeando, con el pelo al aire y las tetas subiendo y bajando, inolvidable.

Cuando acabo, simplemente se tumbo en la cama a mi lado y cerro los ojos, quedandose dormida como un bebe al instante.   

Yo estaba acostumbrado a dormir poco, así que esa noche me dedique a mirarla, disfrutar el momento, estar en una buena cama con una guapa chica, desnuda abrazada a mi, no era una cosa que pasara todos los días.   

Por la mañana cuando se despertó, me dijo que estaba muy avergonzada, que no sabia que la había pasado, pero que habia disfrutado mucho.  Asentí con un guiño y Nadia empezó a besarme por todo el cuerpo,  mi polla no tardo en reaccionar y ella consciente de ello, volvió a colocarse sobre mí.  Esta vez se coloco dándome la espalda, sus palabras fueron - Se que lo deseas, es tuyo – dijo con una sonrisa meneando su culito, me  sujeto la polla  suavemente con la mano y la introdujo en su culo, apenas tuve que empujar para que le entrara  y  ella soltó un pequeño quejido, luego rítmicamente  fue acelerando hasta que noto que me corría.   No se porque  lo hizo pero fue maravilloso.  Cuando terminamos me levante y comencé a vestirme, entonces Nadia vio el tatuaje.

-          ¿Ese tatuaje es de la Spetsnaz? - Dijo sorprendida.
-          Si - conteste mientras salía por la puerta sin dar explicaciones.

Esa mañana, tenia que enseñar  a usar las escopetas a los alumnos elejidos por Susana, eran 5 hombres, sin ninguna experiencia militar, tan solo el guardia jurado del complejo, un tipo bajito y gordito, sabia disparar,  pero antes de la hecatombe no lo hubiera dejado un arma ni de coña. Era curioso el contraste con los deportistas, todos altos y musculosos.  
Me los lleve a la entrada del complejo, al otro lado de la verja  había varios infectados que deambulaban por la valla buscando una entrada al complejo.  Cargué una de las escopetas y dispare a la cabeza de unos de ellos, estallando al instante como una sandía. Dos de los chicos se pusieron a potar al verlo. – Ahora es vuestro turno – les dije.    
Como me imagine el guardia jurado no solo no tenia ni idea, sino que además era peligroso, movía el arma apuntando a todas partes, a pesar de que lo primero que los enseñe fue a apuntar siempre a suelo.  Con los otros me lleve una agradable sorpresa, uno de ellos disparo a 3 zombis en la cabeza y reventó las tres, luego me entere que era tirador olímpico,  así que decidí regalarle un rifle de cerrojo, sabia que le iba a dar buena utilidad.

Una vez terminada mi labor, fui a la oficina de Susana a despedirme, había cumplido y no quería coger mas cariño a nadie, cuanto mas tiempo estuviera mas me constaría irme.

-          Bueno yo he cumplido, espero que tú cumplas y no me pongas pegas para marcharme.
-          No te pondré pegas, pero si te pediré un ultimo favor-  Me dijo.
-          ¿Qué favor? - Pregunte con cara de escéptico.
-          Necesitamos hacer una salida, un equipo compuesto por Vanesa, Tim y Sergi  bajaran  esta tarde a la ciudad,  irán al almacén de placas solares a por un recambio de un acumulador roto.   

Yo estaba intentado asimilarlo, Vanesa, Tim y Sergi, el guardia jurado patoso, iba a ir con ellos, un suicidio.  Yo no me lo llevaría ni al bar de la esquina.

-          No puedo negarme a que mi hermana vaya, pero me sentiría mucho mas tranquila si un miembro de la Spetsnaz  los acompañara, al menos parte del camino - Jorder con Nadia, que rapido lo habia contado.

No me gustaba como me lo había pedido, ademas no estaba bien planificado, ninguno estaba bien entrenado para este tipo de operacion, solo un milagro o mucha suerte les podía devolver intactos.  Así que no tuve que pensarlo mucho.

– No, es un suicidio - contesté tajantemente. 

 Susana se acerco a mí y me pidio que lo hiciera por Nadia. – No – volví a contestar.  Ella se quedo pensativa, camino en dirección a su mesa de despacho y pregunto.

 - ¿Qué tengo que hacer para que vayas con ellos? 
- Solo hay una cosa que puedas hacer.- la dije poniendo mi mano en su cara y metiendo mi dedo pulgar en su boca.

Susana no volvia a decir nada, la gire para que se apoyara en la mesa de su despacho, dándome la espalda, la levante el vestido dejando al aire unas medias negras hasta su muslo y un bonito culo.

 Habíamos llegado a un acuerdo, las mujeres eran mi punto débil, sabia que no me iba a negar.   Yo me coloque detrás de ella, me baje el pantalón y la penetre por detrás, dandole azotes en los cachetes del culo, lo morboso de la escena me excitaba sobremanera y cuando estaba apunto de irme la di la vuelta y la coloque de rodillas frente a mi, una vez en esa posición me corrí en su cara.  A dije que no se moviera, cogi un clinex y la limpie la cara de semen y de lagrimas.

Un par de horas desopues los chicos cargaban el equipo en el BMR, alli pude ver a Susana junto a Nadia observandonos, la primera con cara seria y mirada de odio, lo cual me daba morbo y me excitaba a la vez, la segunda sonriente, dulce.  Eran la cara y la cruz de mis actos.  Ambas habían conseguido que yo cambiara de opinión y estuviera loco por volver y quedarme.

Cuando estábamos a un par de kilómetros del almacén, nos encontramos con la carretera cortada, un pequeño puente que cruzaba un arroyo estaba caído, no podíamos continuar, así que decidimos dividirnos.  Deje a Sergi y a Tim que fueran por el camino que parecía menos peligroso.  Vanesa y yo fuimos por el otro, era mejor que no me separara de ella, habia prometido cuidarla y era mi billete de regreso al  C.A.R.   Así que quedamos en comunicarnos por radio cada 2 horas y nos separamos.

Durante la caminata hasta el almacén encontramos a varios podridos deambulando, habilmente pudimos esquivarlos sin que nos detectaran.  Tan solo, hubo un momento en el que los cadáveres de varios niños encerrados en un coche golpeaban las ventanillas a nuestro paso, eso si asusto a Vanesa que se puso muy nerviosa y estuvo a punto de gritar, rapidamente le puse la mano en la boca hasta que se calmo. 

De repente el silencio que reinaba en el aire fue roto por un disparo lejano. Unos instantes después varios disparos más...me temía lo peor.   Vanesa y yo nos miramos, su cara reflejaba angustia. Puse el dedo en la boca para que guardara silencio y sin decir nada seguimos caminando. 

Al final llegamos a un polígono industrial donde se suponía debía estar el almacén que buscabamos. Como ya había oscurecido y andar por una zona llena de zombis a oscuras era demasiado arriesgado, decidimos meternos en una nave que estaba cerrada y a priori era segura. Tenia dos accesos, una puerta que parecía blindada y otra grande que daba a un muelle para meter y sacar mercancía.
No me costo mas de unos segundos abrirla.  La nave estaba casi diáfana,  tenia una sola planta, no habia ni oficinas ni cuartos, tan solo un pequeño lavabo. Llamaba la atención un toro mecánico parado en mitad de la nave, a su lado había varios palees  con electrodomésticos, lavadoras, frigoríficos, etc.   Después de comprobar que el sitio era seguro, llamamos por radio al otro equipo intrigados por los disparos.

-          Tim, soy Iván, ¿estáis bien? hemos oído disparos hace un rato. – Después de repetir la llamada durante minutos y sin tener apenas esperanza de que contestaran, oimos una voz.
-          Iván gracias a Dios, no, no estamos bien - respondió el vigilante Sergi con una voz que reflejaba pánico -  han cogido a Tim! - soltó entre sollozos.
-          Como que le han cogido, cuéntame que ha pasado.
-          Nos metimos en una calle y nos topamos con la horda de frente, corrimos mucho, pero ellos no se cansaban de perseguirnos, al final yo estaba muy cansado y no podía correr mas, entonces Tim tropezó y cayó.
-          Como que tropezó y cayó - le interrumpí, intuyendo que no me estaba contando la verdad - Le disparaste para que le cogieran a él y no a ti, maldito bastardo.  ¡¡Contesta!!.
-          Tenía que hacerlo, estaban muy cerca, íbamos a morir los dos, ¿no lo entiendes?, íbamos a morir - Estaba fuera de sus casillas.
-          Escúchame, quédate dentro del BMR y no te muevas de ahí, en cuanto podamos volveremos a buscarte.  Cambio y cierro.

Extendimos los sacos de dormir que llevábamos en el frio suelo de la nave, después de la confesion de Sergi sobre lo que había pasado, ninguno de los dos queria hablar, tampoco podiamos dormir.     En el silencio de la noche escuchabamos las pisadas de los zombis en el exterior, de vez en cuando, algún gruñido,  debían de sentir nuestra presencia, pero sin ser capaces de localizarnos, según iba pasando el tiempo el murmullo del exterior era mayor,  me temía lo peor.   Entonces ocurrió algo insperado, Vanesa salió de su saco de dormir y se introdujo en el mío.

-          Tengo mucho miedo, déjame quedarme contigo. - me susurro en voz baja.

Ella lloraba desconsoladamente, la abrace tiernamente, sin ningún animo libidinoso, en el reducido espacio de un saco de dormir, lo que hizo que nuestras pieles se juntaran y rozaran.  La suavidad de su piel al contacto con mi pene provoco una erección involuntaria.  Ella la noto y me miro,  la situación era kafkiana, metido en un saco de dormir, en una nave perdida del mundo, rodeado de zombis y   con una cría que acabada de perder a un amigo y yo, empalmado como un bufalo, sin saber que hacer.   

 Hace muchos años que aprendí que  no hay que dejar escapar las oportunidades y tomar las cosas como vinieran, sin darles vueltas.  Asi que tome la iniciativa, metí mi mano por debajo de su camiseta y empecé a acaríciale las tetitas, ella no solo no me detuvo sino que presiono su culito contra mi verga.  Rapidamente la otra mano entro dentro de sus braguitas y empezo a masturbarla.  Con una mano la  la acariciaba los senos y con la otra el clitoris, estaba muy mojada.

La susurre al oido que no hiciese ruido, lo que habría empeorado nuestra situación, ella no grito, disfruto en silencio hasta que un pequeño gemido y una gran catidad de liquido me indico que habia llegado al orgasmo, luego se giro y me dijo 

– Ahora eres tu el que tiene que descargar la tensión, dejamé -  

Agarro con su mano mi pene, me masturbo a la vez que rozaba sus tetitas contra mi pecho y me besaba.  Como un eyaculador precoz  yo también me corrí y es cierto que me quede mucho mas relajado.   Luego nos miramos y por fin conseguimos dormir algo en lo que quedaba de noche.

A la mañana siguiente nos levantamos con la desagradable sorpresa de que la nave estaba rodeada de zombis.  De alguna forma presentían nuestra presencia cerca y los atraia como un iman.  No sabían donde estábamos exactamente, era lo unico que nos mantenia con vida.  Si éramos rápidos aun podríamos escapar, pasar entre ellos sin que nos tocasen.  Le espeté a Vanesa que saldríamos corriendo y que si alguno se ponía por delante, disparo en la cabeza y a seguir corriendo, en direccion al BMR.  Habia que olvidar al almacén de paneles solares, ahora era imposible llegar, los podridos nos iban a perseguir y no se cansarian.   
Después de prepararnos, esperamos a que no hubiese ruido delante de la puerta de la nave, entonces abrí la puerta dispuesto a salir corriendo. Sin embargo cuando vi lo que había delante mía, me pare en seco. Puediera ser que hubiera mas de 100 zombis delante nuestra,  durante el segundo que nos quedamos dudando, un podrido, el mas cercano a la puerta, se abalanzo sobre nosotros.  Reaccioné instintivamente y le descerraje un tiro en la cabeza, esto alerto a todos los zombis  que se volvieron hacia nosotros.   Ahora sabian donde estabamos.   Rápidamente cerré la puerta y la atranqué con una lavadora que había cerca.

-          Vamos a morir!!! - grito Vanesa  mientras yo amontonaba electrodomésticos delante de la puerta con el toro mecánico.
-          Dame la radio - la requeri- espero que ese gilipollas de Sergi este atento.
-          Sergi me oyes, soy Iván, cambio.  – pasaron unos segundos de silencio que me parecieron horas, durante las cuales  me imaginaba estrangulando a Sergi.
-          Hola Iván, ¿Qué pasa? Ya tenéis los acumuladores? - Dijo con una voz mucho mas serena que la de la noche anterior.
-          No, escucha atentamente, estamos encerrados en una nave, rodeados por una horda de podridos, nos encontramos500 m. aproximadamente al sur del almacén de acumuladores, escucha, coge el BMR y busca otra ruta al almacén. Aprovecha que tenemos entretenidos a todos los zombis de la zona (en este punto Vanesa me miraba incrédula, estábamos metidos en un agujero rodeados de zombis y yo en vez de pedir ayuda desesperadamente, mandaba a Sergi a por los acumuladores).   Cuando tengas los acumuladores, atraviesa el polígono, al sur veras una nave rodeada de zombis, ahí es donde estamos, cuando nos encuentres me llamas por radio y te daré instrucciones para sacarnos de aquí. Entendido?
-          Entiendo, cambio y cierro. – dijo y corto sin mas.

No se que me daba mas miedo, si la horda de zombis del exterior o que nos viniera a rescatar este personaje.   El caso es que pasaban las horas y el fulano no aparecía,  me empezaba a temer lo peor. Paso el día entero y no daba señales de vida.   Cuando anochecio probamos a comunicar con el de nuevo, pero no respondió, el cabrón nos había dejado abandonados.  La había cagado el dia anterior con lo de Tim y nos dejaba tirados para que no se enterara nadie de su cobardia.

   Esa noche la pasamos juntos, abrazados dentro del saco en silencio, durmiendo a ratos, por la mañana Vanesa solo salió del saco para buscar algo de comer dentro de la mochila, en ese momento pude apreciar el blanco color de su piel  sus curvas espectaculares, cuando volvió a meterse en el saco me coloque encima suya y la hice el amor lenta pero apasionadamente, ella me abrazaba con la certeza de que era la ultima vez que haria el amor.

Cuando terminamos de hacer el amor me levante y la dije.

-          Momentos desesperados requieren medidas desesperadas.
-          ¿Que estas pensando? -  me pregunto medio asustada.
-          Estoy pensando que el mentecato este no nos va a joder, no se si se lo han comido o el cabrón nos ha dejado tirados, pero si no nos buscamos la vida nosotros mismos estamos jodidos.   Voy a preparar un plan de huida, tú intenta llamar al fulano otra vez.

Como si de un miembro del Equipo A se tratara, cogí el toro mecánico y lo tunee, con  unos pequeños cambios, aprovechando la cantidad de electrodoméstico que había en la nave, le forre lo mejor que pude, de tal forma que al terminar con el parecía un pequeño tanque, teníamos una distancia mínima de seguridad de un metro por cada lado del toro  para evitar que nos pudieran tocar.   Esto me llevo varias horas, pero no tenia prisa.
Cuando terminé pregunte a Vanesa por Sergi, con la cabeza me indico que no había señales de el, así que la pedí que cargara todas las armas, recogiera las cosas y montara en el toro.  Yo retiré los aparatos que había colado el día anterior a modo de parapeto y también monte en el toro. 
- ¿Preparada? – ella asintió con la cabeza y cogió un escopeta.  
 
Me preparé para embestir la puerta del muelle. Necesitábamos mucha suerte para que el plan saliera bien, así que era probable que en unos pocos minutos los dos estuviéramos deambulando como todos esos de hay fuera,  lo único que tenía claro es que iba a llevarme a unos cuantos por delante.   
Pese a lo que me pedía mi instinto, que era acelerar y llevarme por delante cuantos zombis se pusieran a mi paso, mi racionalidad me decía que debía de ir despacio,  que tenia mas posibilidades.   Arranqué y embestí la puerta, detrás, como esperábamos, zombis muchos zombis. Quizás demasiados para abrirse paso con un toro mecánico. En pocos segundos estábamos rodeados y el toro mecánico no podía avanzar.
Vanesa debía estar rezando, tenía los ojos cerrados y murmuraba,  la situacion la superaba.   
La mayoría de los zombis simplemente estiraban los brazos sin poder alcanzarnos,  sin embargo uno había cogido una de las protecciones y la movía. Temiendo que la arrancara y quedarnos desprotegidos le aseste un golpe en la cabeza con mi katana  quedando seco al instante.  
Quizá esa era la solución, pensé, sin disparar, para no atraer mas zombis. Debíamos tener paciencia e ir matando uno a uno, ellos no podían alcanzarnos pero nosotros a ellos si.   Le dije a Vanesa que me ayudara, que se levantara, cogiera el bate de béisbol y se pusiera el protector en la cara (no teníamos muy claro como se producía el contagio, pero tanta sangre y materia oscura de zombis volando en todas direcciones seguro que era peligroso) ella abrió los ojos, entendía lo que yo quería hacer.

-          ¿Vamos a acabar con todos? ¿Uno a uno? -  Me miro incrédula  mientras yo seguía abriendo cráneos y la sangre negra viscosa y los sesos lo salpicaban todo.
-          A no ser que tu tengas una idea mejor, si - La conteste sin dejar de destrozar cabezas.

Unas horas más tarde los dos estábamos exhaustos, pero el número de zombis había descendido significadamente, ahora veíamos una luz al final del túnel.    3 horas después ya podíamos salir sin peligro del toro mecanico.  Tan solo quedaban algunos aislados y otros que se arrastraban lentamente por el estado de mutilación en el que se encontraban, estos apenas representaban una amenaza.

La cantidad de cuerpos era tal, que la única forma de salir del toro mecánico era desmontando  el techo.

            Nos alejamos caminando.  Mire atrás y  vi una escena  dantesca, era como si alguien hubiera apilado un montón de cadáveres mutilados alrededor del Toro.
            Cuando nos alejamos lo suficiente, paramos y nos sentamos rendidos contra una pared. Si en ese momento hubiera pasado alguien, nos hubiera tomado por zombis, manchados de sangre y otras sustancias y con la mirada perdida en el infinito.  No se si pasamos un minuto o una hora hasta que reaccionamos y por fin, nos levantamos y nos pusimos a caminar.

Luego fuimos al almacén fotovoltaico, no había rastro del BMR, cogimos los acumuladores que pesaban lo suyo y los cargamos en una furgoneta abandonada.
Por fin emprendimos el camino de regreso, llegamos al puente que no habíamos podido atravesar a la ida. Allí tampoco quedaba nadie, no había rastro del tostado de Sergi por ningún sitio. 
Yo cada vez estaba más encendido, si me cruzaba con el, le estrangularia con mis propias manos.

Al caer  la noche llegábamos al CAR,  no podía creer lo que veian mis ojos, el BMR estaba aparcado en la entrada.  Poco a poco fue llegando todo el mundo, aunque nos hablaban todos a la vez, deduje que nos habían dado por muertos, el miserable había vuelto con algunos acumuladores que se llevo de la tienda y había dicho a todo el mundo que todos nosotros habíamos caído.

Cuando llego Susana le dio un gran abrazo a Vanesa y Nadia me lo dio a mí.
De veras que tenían que estar contentas de vernos, pues nuestras ropas estaban asquerosas de sangre y restos humanos y nos les importo abrazarnos.   
Susana y yo cruzamos las miradas, pero no era una mirada de odio como cuando me marche, si no de agradecimiento.  
Cuando les contamos lo sucedido, Susana mando a buscar al miserable de Sergi, pero este, sabiendo de nuestra llegada y  temiendo mi represalia, cogió cuanto pudo y escapo.  
Mas le valía en el futuro no cruzarse en mi camino, porque lo que les había pasado a los podridos del almacén no era nada comparado con lo que le tenía pensado hacer a él.

En cuanto al C.A.R. al final me invitaron a abandonarlo. Si como lo oís, fue unos dias después. Yo tenía en mente un triángulo amoroso con Vanesa y Nadia, ninguna de las dos quería renunciar a mí.  Y yo por supuesto tampoco a ninguna de ellas, así que las convencí de que lo mejor era  acostarme con ambas a la vez, como dicen los franceses hacer un "menaje a trois", lo cual me hacia “doble” ilusión.  Lastima que cuando se decidieron a dar el paso y vinieron a mi habitación a darme la buena noticia, yo ya me había adelantado a los acontecimientos y estaba haciendolo con las integrantes del equipo de Voley playa Holandesas, que habían sido más fáciles de convencer.   
Esa misma noche tuve que coger mis cosas y abandonar el CAR antes de que Nadia, Vanesa o Susana me pegaran un tiro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario