lunes, 26 de marzo de 2012

EL MALETÍN


El campamento de refugiados de Atenas era lo más caótico que uno se podía imaginar.   Cientos de miles de personas peleaban día tras dia por sobrevivir.   La comida y la bebida eran la nueva plata y las armas y el combustible  mas valiosos que el oro.

Después de un rato vagabundeando por el campamento entre muertos y basura llegue a la conclusión que estaba mas seguro fuera del campamento que dentro, al menos fuera sabia lo que me esperaba.  Dentro podia encontrarme cualquier cosa, alguna enfermedad o algun desesperado que acabara conmigo en alguna esquina, si había que elegir  prefería jugármela fuera con los podrios

Justo antes de marcharme vi lo que parecía una taberna, donde ofrecían bebida y acompañamiento.     A cambio de un par de latas de conserva conseguí una cama, una chica y una jarra de algún tipo de alcohol destilado por ellos mismos, olía a matarratas.      Así que una hora mas tarde alli seguia, bebiendo tranquilamente y dejándome mimar por una preciosa latina muy culona y sobona. 

La paz termino cuando se abrio la puerta y como si fueran los dueños de la taberna aparecieron un par de tipos de esos que nada mas verlos sabes que van  a darte problemas.    Los tipos fijaron su vista en mí y se acercaron. - ¿Que haces con mi novia, hijo de puta¡¡¡ -   dijo el mas alto.  Era una declaración de intenciones, por alguna razón pensaban que yo era un pringado, daba igual lo que yo contestara, porque lo mínimo que iba a recibir de ellos era una paliza, de hay para arriba.  Lo mejor era llevar la iniciativa, quien da primero, da dos veces.

-     Tan mal esta el mundo que ahora las putas son novias de los maricones – le dije al tipo intentando provocarle.
-     Date por muerto hijo de puta – contesto el tipo abalanzándose encima mía con un cuchillo oculto en la mano.

No me costo esquivarle y con un rápido movimiento su propio cuchillo acabo clavado en su cuello.  El compañero dio media vuelta y se esfumo del local corriendo, yo tenia un subidon de adrenalina,  cogí a la puta de la mano y la arrastre a la habitación,  me habían entrado una ganas terribles de follarmela, cuando pase a la altura del tabernero le dije

-     Que alguien saque la basura, yo lo pago –
-     Espere¡¡¡ - me dijo el tabernero, quizá pueda ofrecerle un negocio. -  me di la vuelta y lo mire con curiosidad, que negocio podría ofrecerme este tipo.
-     Estoy organizando una expedición al norte, el sitio aun no puedo decirlo, es un trabajo de escolta bien remunerado. -  Se quedo callado, esperando mi contestacion.
-     No me gustan los trabajos de niñera –  Le conteste mientras la puta tiraba de mi brazo escaleras arriba.
-     Piénsatelo, pagan por adelantado.   Salen de aquí mismo, mañana a las 7 de la mañana,  querían a 10 hombres para escoltarles y tu has acabado con un uno de ellos,  si no vas los dos perdemos dinero.
-     Ok, manda a alguien a despertarme a las 6 de la mañana.- Acepte y le continue mi camino escaleras arriba detras de la mulata.

Ya en la habitación, la puta me llevo al cuarto de baño y me preparo un baño con agua caliente, yo pensaba que era por higiene, pero la muy puta en vez de limpiarme a mi, limpio mis pertenencias, cuando el agua estaba a la mitad de la bañera, ella no volvió a entrar, se piro con mis cosas.  Me fui a la cama con el calentón y la cara de tonto.

A las 6 de la mañana puntualmente alguien llamo a mi puerta, le grite que entrara aun medio dormido y una mujer abrió la puerta y entro.

-     Soy la mujer del tabernero, traigo  el desayuno-   No era una mujer especialmente guapa, tampoco era joven, de cerca de cincuenta, pero su largo pelo castaño y un escote sugerente la hacían atractiva.   Ademas del calenton con el que me habia acostado claro.

Se acerco a la cama y la agarre la mano, le mostré la erección que tenia y le lleve la mano hacia mi polla moviendo su mano arriba y abajo.  Cuando le solté la mano ella siguió sobándola, luego se agacho y siguió con la boca, no hizo falta decirla mas, no debía ser la primera vez y ella tenia muy claro como nos gusta que nos la chupen a los tíos. 

Una hora mas tarde bajaba con lo que quedaba de mi equipo por las escaleras y tope con la expedición, reunida, a pie de escalera me esperaba el  tabernero. 

-   Aquí esta el décimo hombre, ya estamos todos – grito el tabernero.   Yo no podía negarme, ahora estaba sin blanca, así que callé y me uní al grupo.  El grupo lo formaban varios mercenarios, todos tenían pinta de curtidos, un grupo de hombrecillos con pinta de científicos y  dos guapas mujeres, que sobresalían como flores entre los cerdos.   Había un tipo que no se separaba de los científicos y las chicas, parecia el que daba las ordenes, por la forma de comportarse, debía de ser un oficial de algún ejercito.  Cuando ordeno ponernos en marcha, obedicí y me coloque en el vehículo que me asignaron a la cola del grupo.

El grupo era numeroso, lo componían 16 personas, seis de ellos eran los clientes a proteger,  las dos mujeres, una de unos cuarenta, otra de veinte y pocos años, muy guapas las dos.  Los tres tipos con pinta de ratones de laboratorio, no sobrevivrian fuera solos mas de cinco minutos y el militar al mando que no paraba de dar ordenes y que habia puesto a los lobos a cuidar de las gallinas.  Era obvio que necesitaban mucha escolta, la cuestión era si había que protegerlos de los podridos o tambien de los mercenarios.   
La columna la componían 4 vehículos todoterreno,  en el primer vehículo iban 4 tipos que parecían vaqueros,  eran poco profesionales y se divertían disparando a todos los podridos que se ponían a tiroEl segundo vehiculo llevaba a un mercenario de origen asiático conduciendo y al tipo que parecía que mandaba a su lado,  las dos chicas viajaban con ellos atrás.   El tercero llevaba a otro mercenario conduciendo y a los tres científicos. En le cuarto estábamos el resto, ninguno hablábamos, ni disparábamos sin motivo, solo limpiábamos nuestras armas para tenerlas preparadas, mis compañeros de vehiculo eran bastante mas profesionales.

Poco despues me entere que querían hacer cerca de 3000 Km. en una semana, a través de Europa central, el destino no lo sabia nadie, pero la recompensa lo merecía con creces.  Ofrecian comida, alimento y una vida tranquila en un sitio donde no había llegado la infección.

  Al cabo de unas horas aparecieron las primeras dificultades.   Teníamos que atravesar un río cerca de Skopje la capital de Macedonia cuyo puente estaba derruido y aunque no era muy profundo,  todos teníamos que bajar de los 4X4 para que pudieran vadearlo sin problemas.    El río lo cruzamos pero hubo un detalle que no paso desapercibido para nadie, el único equipaje del que no se separaron ni un segundo el militar y las chicas era un maletín metálico.

Cuando nos quedamos sin luz del sol, el militar decidió parar en un viejo caserío de tres plantas,  aparentemente abandonado a pie de carretera.  Nos ordenaron a los cuatro de mi vehículo que entráramos y lo limpiáramos El sitio era seguro, pero no era una buena elección,  difícilmente se podría defender del ataque de una horda, tenia dos puertas una en cada extremo de la casa y ventanas sin barrotes en las habitaciones.   A pesar de esto el militar dio orden de apuntalar puertas y ventanas, como si eso pudiera frenarlos, nuestra única defensa, pasaba por pasar desapercibidos. Lo cual no es fácil con un grupo de dieciseis.

Sobre la medianoche un grito de mujer rompió el silencio, era en el tercer piso donde se habían acomodado las dos chicas y los tres friquis.  Mientras subíamos por la escalera oímos un disparo.    Cuando llegamos arriba la situación era muy tensa, por un lado los clientes, que rodeaban a la chica mas joven, que estaba despeinada y con la blusa desgarrada,  el militar tenia una pistola humeante en la mano, era el que había disparado.  En el suelo estaba el conductor del grupo de los vaqueros con un tiro en el pecho, enfrente todos los amigos del muerto apuntando con sus armas.   No hacia falta ser muy listo para saber lo que había pasado, ni como iba a terminar la cosa.

De repente otro disparo sonó, pero esta vez en la planta baja, le siguió un grito de – ZOMBIESSSSSSS¡¡  -   todos volvimos a bajar corriendo.  Cuando llegamos a la planta baja me encontré que estaban entrando zombis por todas las puertas y ventanas, la mansión era indefendible.  – Hay que intentar llegar a los vehículos – grito el militar jefe de la expedición abriéndose paso con la pistola con la que poco antes había matado al mercenario.  Estaba a punto de salir de la casa cuando un disparo le alcanzo en la espalda,  los  otros le iban a ayudar cuando un zombi se le hecho encima y le mordió el cuello,  al instante tenia varios zombis encima devorándolo.  Gire la cabeza, el tipo que le había disparado era uno de los vaqueros.

      Hacia arriba¡¡ - grite – Hay que parapetarse en la escalera y aguantar en los pisos superiores -   afortunadamente casi todos me obedecieron.

  Los teníamos más o menos  a ralla cuando otro de los vaqueros apareció con un cóctel molotov y se lo lanzo a la horda, los zombis no se inmutaron, pero la casa empezó a arder.  Conforme se acercaban las llamas, retrocedíamos, cuando llegamos al piso superior no encontramos a nadie, los científicos y los vaqueros habían escapado de la casa por una ventana  pegada a las ramas de un árbol y nos habían dejado tirados .     Saltamos por el árbol y corrimos hacia un bosque cercano iluminados por el resplandor de la casa en llamas.

 -  Hay que alejarse todo lo posible, la casa va a atraer a los zombis como la luz a los mosquitos. –  Mi grupo asintió y me siguió.


Después de varios minutos corriendo paramos para recuperar el aliento, no nos seguían podridos, éramos seis contándome a mi, no había ningún cliente ni ningún vaquero entre nosotros,  ordene subir a un árbol y dormir encima de las  ramas lo que quedaba de noche.

A la mañana siguiente todo parecía tranquilo, no se oía nada ni a nadie, decidí emprender la búsqueda del resto del grupo, pero  lo mas  prudente era alejarme de la casa que a estas alturas estaría infestada de zombis. Al poco de caminar  encontramos un río, decidí seguirlo.    Unos kilómetros río abajo unos gritos llamaron nuestra atención, nos acercamos sigilosamente y me encontré lo que menos esperaba.   El grupo de los clientes estaban en una poza bañándose y salpicándose como si de un campamento de boy scout se tratara, ajeno al peligro que corrían.    Entonces paso lo que tenia que pasar, los vaqueros alertados por el ruido aparecieron y pillaron a todos en el agua, los  encañonaron y  obligaron a las chicas a desnudarse.  La intención seguramente seria matar a los hombres y violar a las mujeres. Cuando estábamos a punto de actuar, aparecieron un grupo de zombis a su espalda, los pillaron de improviso y aunque vaciaron todos sus cargadores, solo acertaron a un par de los zombis en la cabeza antes de estar todos mordidos e infectados. 

Mientras los otros  seis metidos en el agua  con cara de circunstancias, sin moverse viendo como los podridos devoraban a los vaqueros, hasta que  uno de los zombis dejo al mercenario que estaba mordiendo y entro en el agua a por ellos, en ese momento algunos  reaccionaron y nadaron río adentro, pero una de las chicas se quedo petrificada sin reaccionar mientras el zombi se acercaba cada vez más a ella.  No teníamos tiempo de dar la vuelta, les grite que me siguieran y salte al sitio donde parecía que había mas profundidad, los demás saltaron conmigo.  Salimos del agua disparando nuestros fusiles y luego mis chicos cargaron contra los zombis que no habían caído en la primera descarga, terminando en una lucha cuerpo a cuerpo con los zombis en la orilla.

 Mientras la chica seguía inmóvil y zombi aunque torpemente cada vez estaba mas cerca de ella; le apunte con mi pistola dorada pero estaba atascada, me sumergí y agarre la piedra mas grande que encontré,  avance rápido hacia ellos, piedra en mano aprovechando que el zombi apenas se podía mover dentro del río e impacte con la piedra en su cráneo reventándolo.   En la orilla ya no quedaban zombis en pie así que me gire de nuevo hacia la chica.  Se trataba de la mayor de las dos, debía tener treinta y muchos años, rubia y delgada, quizás demasiado para mi gusto.   La ofrecí mi guerrera para que se tapara y la acepto con una sonrisa.

-     Esta bien este es el plan, seguiremos el río y luego la costa hasta Atenas.
-     Debemos volver a la casa -  me interrumpió la mujer – Hemos dejado allí algo de vital importancia. -  Eche un rápido vistazo al grupo y vi que ninguno llevaba el famoso maletín.
-     Volver a esa casa es un suicidio, nadie ira a esa casa.- La replique.
-     Nosotros iremos - dijo uno de los friquis, - haciéndose el gallito, muy decidido
-     Las cartas boca arriba, si queréis ayuda contárnoslo todo o buscaros la vida vosotros solos -  se miraron entre ellos y asintieron y la mujer mayor tomo la palabra.
-     Esta bien, para empezar nosotros somos científicos de la OMS estos son los doctores: Donegan, Sevi y Stuart.  Ella – dijo señalando a la joven – se llama Laura y trabaja para la OMS y yo soy la doctora Cristina Green.   En el maletín metálico que dejamos ayer en la casa están las pruebas, documentación y pasos que hemos seguido en los últimos meses para aislar al virus ZETA en nuestra sede del Cairo.   Meses de trabajo y quien sabe si la ultima oportunidad de atajar esta pandemia.   Nuestro destino es la sede de Copenhague, aun estaba a salvo y segura hace un mes. -  Todos escuchábamos atentamente.

Con las cartas sobre la mesa, todos éramos conscientes de la importancia de recuperar el maletín y ninguno se rajo.   Había que recuperar ese maletín a toda costa y la mejor manera era crear una distracción, si el fuego y el ruido habían llevado a los podridos al caserón, solo hacia falta buscar otra mansión, quemarla y esperar.  

El plan era el siguiente, nos dividiríamos en grupos.  El primer grupo buscaría la casa elegida, aproximadamente situada a un 1 km de la del maletín y la quemaría a la vez que intentaría hacer todo el ruido posible.  El segundo grupo buscaría un medio de transporte y avituallamiento para seguir camino. El tercero tendría la parte las peligrosa iría a la casa en busca del maletín.

Yo decidí ponerme  al mando del tercer grupo,  Cristina puso mucho interés  en venir conmigo a pesar de lo peligroso de nuestra parte.  Y aunque en principio me negué a ello, solo hicieron falta unas sonrisas y miradas para convencerme.  Después de verla desnuda en el río, no podía dejar de pensar en follármela y quizás si la dejaba venir se me presentara la ocasión, así que el tercer grupo solo estaría compuesto por nosotros dos.

Un par de horas después cada grupo estaba camino de su misión y Cristina y yo esperábamos en una zanja, a unos 150 m de la casa, parecía parcialmente quemada y la actividad zombi era parecida a una colmena, cientos de zombis entraban y salían de los restos. 

Debíamos esperar al momento que quemaran la otra casa para que los podridos dejaran esta y eso podría tardar aun unas horas. Así que pensé que la mejor forma de esperar era darse un revolcón, para que iba a esperar mas, ella estaba allí, sentada, preciosa, esperándome.   Me abalance encima de Cristina, ella se aparto y los dos caímos al fondo de la zanja quedando mi cuerpo encima del suyo, acerque mi boca para besarla y giro la cabeza, le metí la mano por debajo de la blusa y del  sujetador apretando su teta izquierda y peñiscándole el pezón, ella respondió clavándome  las uñas en el brazo, de donde empezó a brotar sangre.  Con mi mano libre intente dominar su brazo para que no me clavara las uñas, pero la distracción m costo recibir un fuerte mordisco en la cara, me separe de ella jurando en Arameo, cuando sentí un fuerte golpe en la cabeza.

Cuando desperté Cristina estaba enfrente de mí apuntándome con el AK a la cabeza.

-     ¿Ya se te ha pasado el calentón? Me dijo sin dejar de apuntarme.
-     Joder con que me has golpeado que me duele todo, abría bastado con un NO - la reproche, tocándome el chichón que tenia en la cabeza.
-     No te quejes,  tienes suerte de que te necesite, sino ahora estarías muerto y castrado, vasta de charla, hay que ponerse en marcha, ya no se ven zombis cerca de la casa, el plan a funcionado.

Cuando llegamos a la casa vimos los 4X4 que estaban totalmente carbonizados Cristina me devolvió el AK y mi katana, supongo que yo era su mal menor, aunque no se fiara de mi, no tenia otro remedio.  Entramos dentro de casa y como me temía aun quedaban   podridos en el interior.  Poco a poco se iban levantando y avanzaban hacia nosotros.  Yo estaba preparado y según llegaban los decapitaba con certeros mandobles de la katana.  Cristina se pegaba a mi como si fuera una prolongación de mi espalda, me estaba volviendo a poner cachondo.   Subimos las primeras escaleras en busca del maletín, no era tarea fácil,  la suma de oscuridad y sonidos que se oían escalera arriba hubieran hecho estremecerse a un jabato.   Llegamos al descansillo del primer piso, no vimos zombis, sin embargo se oían ruidos en todas las habitaciones, la verdad era que acojonaba, Cristina se acerco mas a mi, sus tetas rozaban mi espalda produciéndome una mezcla de terror y excitación.   En silencio y provocando bruscas paradas subimos las escaleras hacia el tercer piso, el rellano estaba limpio.    Cristina me indico con la mano cual era la habitación donde estaba el maletín, abrí la puerta lo mas despacio que pude, enfoque con la linterna al interior y vi la cara de un zombi a un metro apenas de distancia, instintivamente dispare la AK reventándole la cabeza, el ruido del fogonazo ilumino la habitación y por un instante pudimos ver que estaba llena de zombis.   Corrimos hacia el exterior, en el descansillo gire la cabeza y de las otras habitaciones empezaban a emanar podridos despertados por el ruido del subfusil.   Agarre a Cristina de brazo y la arrastre dentro de un pequeño cuarto de baño que había a nuestra espalda, cerré la puerta con llave y busque algo para atrancarla, solo había un retrete, ni siquiera lavabo tenia el pequeño aseo, era cuestión de tiempo que la puerta cediera.

Cristina me miraba aterrorizada esperando que la sacara de aquella situación.  Yo solo la miraba a ella, tenia los pezones en punta, no se si provocado por el miedo y yo no podía dejar de mirarlos, afortunadamente la puerta del baño de momento aguantaba los golpes.

-     ¿Qué haremos ahora? – pregunto Cristina agobiada agarrándome de la chaqueta.
-     Pues ahora tenemos tiempo de acabar las cosas que hemos dejado a medias – conteste aprovechando la proximidad para volver a lanzarme encima suya.
-     Pero tu eres tonto o ……..estas loco? O cielos estoy encerrada con un demente pervertido. – gritaba mientras se llevaba las manos a la cabeza y se alejaba de mi lo poco que podía.
-     Esta bien, deja de gritar.  Este es el trato, yo te saco de aquí a ti y a tu maletín y tu dejas que te joda a mi antojo y sin rechistar, tómalo o déjalo. – ella se quedo estupefacta mirándome a los ojos.
-     Sácame viva de aquí con el maletín y dejare que me la metas hasta por las orejas si hace falta.-  Su voz era una mezcla de escepticismo, indignación  y desesperación.

La dije que se colocara detrás mía y se tapara los oídos, apunte con el AK hacia la puerta a la altura de la cabeza y vacíe el cargador,  al instante un tremendo boquete se abrió en la puerta por el que se podían ver lo que quedaba de los zombis que estaban al otro lado de la puerta, cargue y dispare una segunda ráfaga que dejo limpia la puerta.  Esperamos unos segundos y otro zombi asomo la cabeza, yo cargue por tercera vez, era el ultimo cargador así que decidí ponerla en modo semiautomático y le dispare un tiro en la cabeza reventándolo y salpicando todas las paredes de restos.    Por fin dejaron de aparecer podridos al otro lado de la puerta, asome la cabeza por el agujero y comprobé que  no quedaba ninguno.  Salimos del baño saltando sobre los cuerpos amontonados en la puerta y entramos en la habitación del maletín, tampoco aquí quedaban zombis solo el maletín metálico en un rincón.   Cogimos el maletín y salimos de la habitación, íbamos a bajar la escalera cuando vimos un grupo de zombis que empezaba a subir torpemente.  Le quite el seguro a una granada de mano y la deje rodar escaleras abajo.

-     Es mejor salir por la ventana – La dije mientras entrábamos en la habitación por la que habíamos saltado al exterior el día anterior.

La granada exploto y toda la casa tembló, estaba muy deteriorada entre el incendio y la explosión, el tiempo apremiaba la casa podía venirse abajo de un momento a otro.   Lanzamos el maletín al suelo, luego saltamos nosotros al árbol que había junto a la ventana, cuando aun estábamos en el árbol la casa se colapso quedando solo un montón de piedras en ruinas.  Bajamos del árbol y cogimos el maletín, unos zombis nos vieron y se acercaban, decidimos que lo mejor era correr  y nos alejamos en dirección al bosque.

Después de correr un par de kilómetros paramos a descansar en lo que parecía una casa de labranza, mire a Crsitina y la dije.

-     Ha llegado el momento. Lo prometido es deuda. – la dije parado frente de ella con cara de lascivia.

Por un momento dude de sus intenciones, se levanto y a un metro de mi me miro fijamente a los ojos, sin dejar de mirarme se desabrocho la camisa, luego el pantalón quedando en bragas y sujetador delante mía, la hice un gesto señalando su sujetador y se lo desabrocho dejándola aire una espléndidas tetas, grandes con la aureola de los pezones oscura.  Bajo la mirada hacia mi pantalón, yo no me había dado cuenta pero tenia una tienda de campaña en el pantalón. 

-     Desabróchame el pantalón y arrodíllate, quiero follarte la boca –  La ordene autoritariamente y ella obedeció sumisa.

 Lentamente se arrodillo y la saco del pantalón, yo la cogí de la cabeza y le metí toda la polla en la boca, ella dio un par de arcadas.  Momentos después me corrí  en su cara, ella se levanto y me miro, con un segundo gesto la indique que se bajara  las bragas quedando  totalmente desnuda, aun no habíamos terminado.  

-     Ponte a cuatro patas, te voy a penetrar el culo – Yo estaba midiéndola y ella no se rajaba. 

Continúe poniéndola a prueba tratándola como un juguete sexual y para mi sorpresa, según pasaban los minutos ella se iba involucrando en el acto hasta el punto que término comportándose como una guarra,  pidiéndome que la siguiera follando, note que ella se ponía mas cachonda cuando la insultaba y la trataba como a una fulana, así que eche uno de los polvos mas guarros de mi vida y se la metí hasta por las orejas.

 Pasadas unas horas la tuve que obligarla  a vestirse para ir al punto de reunión con los demás.  A partir de ese momento su relación conmigo cambio radicalmente, accediendo a todos mis caprichos sexuales por voluntad propia de forma sumisa y complaciente.

Cuando llegamos al punto de reunión, no había nadie, calcule que por el incendio y la posición de las estrellas que debían haber pasado cerca de 4 horas de la hora límite y siguiendo mis propias instrucciones se habrían marchado.  Solo quedaba un papel sujeto por una piedra, me contenía una nota:

Ha pasado la hora tope de espera, no  podemos esperar más tiempo aquí,  a cada momento más zombis se acercan a nosotros, es demasiado peligroso esperar aquí.   Si lográis volver, dirigíos al puente de Punpa “Avia”. Allí podremos esperar más tiempo vuestra llegada. Os dejamos un Mini con las llaves puestas y algunas armas aparcado al final de la calle.  Suerte.

Levante la cabeza y vi el Mini, efectivamente allí estaba,  con las llaves, con gasolina y con armas.  Estaba totalmente nuevo, seguramente sacado de un concesionario sin estrenar, en el maletero un M-16 con varios cargadores, granadas de mano y algo de comida.  Cristina y yo nos miramos y arrancamos el coche rumbo a Serbia, eso si, sin ninguna prisa y haciendo varias paradas en el camino.

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